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Fuentes Bibliográficas
Sociedad y Población Rural en la Formación de Chile Actual: La Ligua 1700-1850
 
Primera parte: El marco físico y social.
 
Capítulo IV. La Ciudad.

5. Cultura y niveles de instrucción.

Por desgracia no disponemos de ninguna fuente precisa que nos permita conocer los niveles de instrucción de la población; ya hemos señalado la ausencia total de libros en los inventarios de bienes, lo que nos hace pensar que la lectura era una práctica escasamente difundida. La educación de los niños fue tímidamente prevista hacia 1824, pero sólo a partir de 1848 la ciudad atenderá los gastos escolares en forma permanente(138). Los contratos públicos y las actas notariales que demandan la firma de los interesados son, tal vez, el solo elemento válido para una primera aproximación a su análisis, y las usamos aun cuando subsiste una seria duda: ¿puede atribuirse a una persona que firma el conocimiento de la lectura y de la escritura?.

A menudo los testamentos señalan que el otorgante "no firmó por no saber hacerlo". Sólo 41 testamentos de un total de 234 recogidos fueron firmados por sus autores, es decir, menos del 20% de todos los casos observados. Esta proporción era aún más débil entre las mujeres ya que sólo 7 de las 96 que hicieron testamento pudieron firmarlo. Por otra parte, entre 319 declaraciones testimoniales analizadas, sólo el 36% de los declarantes pudo ratificarlas con su firma; el resto, no sabía o no podía hacerlo.

A mediados del siglo XIX, el porcentaje de analfabetismo en todo el departamento era de 92% para el total de la población: sólo uno de cada ocho hombres mayores de 7 años y una de cada once mujeres sabían leer(139).

La ciudad no ofrecía muchas ocasiones de reunir a la comunidad. La vida familiar era más absorbente del tiempo libre del poblador que la colectiva. La fiesta fue esencialmente un hecho familiar, que marcaba un acontecimiento importante de algunos de sus componentes, pero que trascendía el estricto marco de la familia alcanzando a veces a la mayoría de la comunidad pueblerina.

Desde luego el matrimonio y el bautismo de los hijos dan origen a un acto festivo que reúne la familia y las amistades. El compadrazgo creó toda una red de relaciones personales que aseguraba "prestigio social". La misma muerte deviene una ocasión de reunión, y el "velorio" se constituye en un importante elemento de dinamismo social.

Otras fiestas familiares son estacionales, especialmente el festejo del onomástico del jefe de familia. La antroponimia colonial es muy monótona y 5 nombres se reparten entre el 80% de la población masculina en las más variadas combinaciones. Igualmente estacional es la fiesta de la cosecha, aunque ésta responde más bien a un criterio colectivo de retribuciones con trabajo personal a algunas atenciones o favores particulares. Sin embargo la fiesta de la cosecha es esencialmente rural. La vida urbana no logró desarrollar, al menos hasta mediados del siglo XIX, ocasiones de diversiones públicas estacionales. El santo elegido como patrono de la ciudad no despertó ninguna devoción colectiva, si bien la Iglesia y la vida religiosa fueron la base de todas las fiestas locales.

A fines del siglo XVIII las fiestas lugareñas más importantes se efectuaban en el mes de diciembre junto a las celebraciones de la "Pascua" (Navidad) y eran organizadas por la Iglesia en honor del "patrono" de la aldea. Las diversiones públicas consistían esencialmente en carreras de caballo que atraían el interés de toda la población. Este tipo de diversiones -tan íntimamente ligado a la vida rural- se trasplantó a la aldea y subsistió por largo tiempo. Las "apuestas" entabladas entre los asistentes podían alcanzar cifras elevadas cuyo cobro fue cuestionado en más de una ocasión(140). No había fechas precisas para su realización sino que tenían lugar durante todo el año en día domingo. El propio municipio local se encargaba de la mantención en buen estado del sitio llamado "cancha". Paralelamente al desarrollo de las carreras funcionaban locales de diversiones con danzas y ventas de alcohol.

El uso del tiempo libre en La Ligua no se diferencia de los hábitos y costumbres nacionales de la época.