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Fuentes Bibliográficas
Sociedad y Población Rural en la Formación de Chile Actual: La Ligua 1700-1850
 
Primera parte: El marco físico y social.
 
Capítulo IV. La Ciudad.

3. La vida urbana.

Fundada oficialmente a mediados del siglo XVIII, organizada política y administrativamente a fines de la misma centuria, la ciudad de La Ligua sólo será poblada a mediados del siglo XIX. En 1820, un viajero se refería a ella como "un proyecto inacabado"(109). Una descripción de 1860 muestra todavía el estado precario en que se encuentra: "esta población de último orden forma, como todas las demás un área de algunas cuadras, cortadas en diversas direcciones por calles angostas, tortuosas, desniveladas, formadas por tapias viejas y por casas bajas, desiguales, cuyos muros parecen que han sido levantados según el sistema observado en la construcción de la torre inclinada de Pisa"(110).

El plano original comprendía 190 sitios para la construcción de viviendas, pero a mediados del siglo XIX sólo la mitad de ellos estaban construidos. La superficie del presunto radio urbano era de 47 hectáreas; sin embargo, la construcción de habitaciones sólo utilizaba una pequeña parte. Edificadas sin ningún orden ni estilo las viviendas sólo respetaban el trazado de las calles principales que era, por lo demás, el único interés de la administración local.

La distribución de sitios a los nuevos pobladores respetó el emplazamiento y las construcciones ya existentes y la precariedad de las nuevas no alcanzaron a generar un desarrollo de la construcción. Estas últimas fueron levantadas en norma provisoria, pero la ausencia de capital suficiente, y la posterior ampliación y mejoramientode ellas, las transformó en permanentes. A lo largo del siglo XIX se produjo, sin embargo, una lenta revalorización de los terrenos adyacentes a la plaza central, lo que llevó a un paulatino desplazamiento de las nuevas construcciones hacia los barrios y calles periféricos.

Sólo para mediados del siglo XIX es posible reconstruir un cuadro exacto del estado de la construcción en La Ligua. Antes de esa fecha, el número de habitaciones fue estimado en 223 "casas" en 1836, pero la cifra incluye también los "ranchos", "cuaréos" y "chozas"(111).

En 1842 se intentó la evaluación de cada una de las construcciones de la ciudad para establecer el cobro de un impuesto territorial. Éste debía ser pagado por todas las edificaciones avaluadas a un real o más. Sin embargo, y a pesar de la bajísima renta mínima estimada, sólo 74 propiedades urbanas fueron retenidas como afectas al impuesto; las otras quedaron exentas por ser "casas o ranchos de habitación muy pobres" según lo señaló la ropia comisión evaluadora(112). Estas propiedades avaluadas comprendían 42 casas particulares, 27 casas comerciales, 2 instalaciones semiindustriales, 2 "quintas" (terrenos vacíos ubicados al interior del radio urbano compuestos de una cuadra cada uno - 1,57 hectáreas- y destinados al cultivo de hortalizas, pastizales y albergue de cablgaduras) y la iglesia parroquial(113).

Cuadro N° 1
VALOR DE LAS CASAS EN LA LIGUA. 1842

Categoria de evaluación
Propiedades
Valor
número
%
$
1 real
33
44,6
4:1
2 a 3 reales
15
20,3
3:6
4 a 6 reales
25
33,8
14:1
7 reales y más
1
1,3
1:1
Total
74
100
23:1

Cerca de la mitad de las propiedades eran estimadas a un real. Sólo un tercio de la construcción de La Ligua tenía un valor superior a 3 reales: 15 establecimientos comerciales, 2 semi-industriales, 2 agrícolas, 4 casas privadas y la iglesia parroquial.

La evaluación de la superficie de una casa liguana puede ser conocida por los datos que nos enpregan los contratos de compraventa. Según ellos, una casa es una vivienda con una superficie construida superior a los 60 , un "rancho" no sobrepasaba los 30 y un cuarto los 16 metros cuadrados(114). A ello debe agregarse el terreno que le rodea y que es muy variable, aunque lo sobrepasa el máximo de un cuarto de cuadra (0, 39 hectáreas) previsto en el plan original.

El valor de las casas dependía de su superficie total, edificada y no edificada como de la cercanía a la plaza central y de los materiales utilizados en la construcción. El registro del impuesto territorial de 1848 nos entrega el valor de la renta anual de cada proiedad, calculada en el 5% del valor total:

Cuadro Nº 2
VALOR DE LA CASAS DE LA LIGUA. 1848(115)

Evaluación de la rena anual
Propiedades
Valor Total
Valor promedio
%
$
%
Meonos de $10
81
43,1
537
12,8
$6,5
$10 a $25
69
36,7
1.100
26,3
15,7
$26 a $50
21
11,2
776
18,6
37,0
$51 a 100
11
5,9
804
19,2
73,0
$101 y más
6
3,1
963
23,1
160,4
Total
188
100,0
4.180
100,0
$22,2

El 80% de las casas correspondían a propiedades con renta de menos de $ 26, es decir, con un valor total entre $60 y
$ 500. Un poco más de la mitad de las casas tenían un valor entre $60 y $ 90. En cambio, sólo el 9% superara los
$ 1.000 de valor, 6 de las cuales sobrepasaban los $ 2.000. El valor medio de la renta anual era de $ 22, correspondiente a una propiedad de valor medio de $ 440.

No siempre toda la casa era destinada a la habitación. Las piezas que daban al exterior servían de almacén o de oficinas públicas en el sector céntrico. La cocina estaba aislada del edificio central y separada por un patio o por bodegas. El núcleo principal era un cuarto de amplias dimensiones que podía estar subdividido en el interior(116). Las casas más grandes contenían también cuartos independientes que se arrendaban o subarrendaban a los hijos mayores o a moradores extraños al grupo familiar(117).

Los materiales de construcción, las dimensiones de las viviendas, el equipamiento interior y, en fin, la vida material de la ciudad, expresa la precariedad, la pobreza de medios, la miseria de la vida pueblerina de la época. La mayoría de las casas son "ranchos pajizos" construidos con materiales elementales: el techo es de paja y totora, los muros de madera (tabla o "palizadas"). Raramente contienen puertas de entrada y se accede a ellas por una apertura cubierta con un trozo de cuero. Las dimensiones son variables: 16,8 m x 3,36 m (56 m2) ó 11,76 X 4,2 m (49)(118). Sólo las habitaciones "importantes" tienen puertas de madera, excepcionalmente cerradas con un rudimentario cerrojo o candado. La altura de los muros no sobrepasa los tres metros pues sólo cubren un piso(119).

Dada la vocación comercial de la aldea, las casas disponen una parte importante de la superficie edificada para servir de tienda, que será tanto más importante cuanto más grande sea la "cifra de negocios" que maneja el propietario. La combinación de actividades domésticas y agrícolas en el mismo lugar queda de manifiesto en todos los testimonios: a veces son mínimas, "un rancho de habitación con planteles en el sitio y un despacho de comercio de poca cantidad"(120). Otras veces con plantaciones diversificadas en una superficie mayor, con casas más espaciosas, de mayor comodidad y con tiendas mejor surtidas(121).

La ciudad conoció serias dificultades para animar una vida económica autónoma y propiamente urbana. Los habitantes, aun después de radicarse en ella, siguen estando vinculados mayoritariamente a las actividades del campo. Al bajo nivel de vida de la población se une la escasez de recursos económicos oficiales; sólo muy a finales del siglo XIX la ciudad ofrecerá distintas, si no mejores posibilidades que el medio rural. La falta de recursos públicos, lejos de facilitar una vida más cómoda y accesible, imponía a veces fuertes sacrificios a los pobladores; tampoco hubo una política de obras públicas que impusiera un ritmo diferente.

La disponibilidad de un espacio amplio y abierto dentro del mismo radio urbano, las costumbres y la mentalidad rural de los nuevos habitantes, las formas de autosubsistencia y la incapacidad económica, determinaron un uso "intensivo" del suelo urbano a través de la plantación de frutales, del cultivo de hortalizas y pequeñas "chacras" y del mantenimiento de algún ganado. Es claro que, en general, se trata de continuar la ocupación que se tenía "antes" de avecindarse. La Ligua aparece entonces -y por largo tiempo- como un agrupamiento aldeano de población mayoritariamente campesina, con un paisaje que interna y externamente es rural(122). En sus comienzos fue incapaz de dirigir la actividad económica regional a partir de sí misma, quedando supeditada a la riqueza originada afuera de ella y que sólo mucho después de su creación será reinvertida en la ciudad.

La administración local ofrece servicios muy limitados, asegura el orden público y mantiene el capital inmobiliario de la comunidad. El primero está a cargo de funcionarios ad honorem y su función es esporádica(123). Los habitantes de las haciendas escapan a la vigilancia municipal, la que depende exclusivamente de la autoridad del hacendado o sus funcionarios. La ciudad tiene una cárcel, pero que no puede mantener en "buen estado para contener en ella los criminales que continuamente se evaden"(124).

Los trabajos públicos se aplicaban sobre todo a caminos y edificios de gobierno; sin embargo, las rentas municipales eran muy reducidas y no permitían sino un mínimo mantenimiento. "No hay cómo contribuir para la apertura de un camino que comunique a este pueblo con el asiento de la Placilla para dotar un escribiente público dos o tres vigilantes reparar puentes, calzadas, ornato, etc." se lamentaba el Gobernador del Departamento en 1843, junto con proponer un nuevo proyecto de aumento de las rentas municipales(125). Sólo en 1850 el Gobernador informó, con satisfacción, "que se habían concluido los trabajos de empedrados de las veredas de las dos calles principales", que se había abierto la "cañada" (avenida principal norte-sur prevista en el plano de 1790), y otras calles "cerradas por el uso que habían hecho de ellas los vecinos"(126).

La necesidad más importante de la comunidad era la disponibilidad de agua. Escasa de por sí en la región, la aldea se beneficiaba de un sistema de regadío y de conducción hidráulica construido en forma particular durante el siglo XVIII. La vecina Placilla sin embargo -que dependía para ello de La Ligua- no disponía de una obra similar todavía en 1847, cuando un proyecto municipal fue presentado para ese fin. "La utilidad de esta obra -dice su autor- se justifica con sólo tener en cuenta que su vecindario no bajará de dos mil almas y que para surtirse de agua es preciso conducirla a mano de un punto a dos cuadras de distancia"(127).

A veces la administración municipal debió vencer la fuerte resistencia de los intereses particulares de los hacendados vecinos para satisfacer el bien de la comunidad. En 1822, fue necesario obligar a los hacendados a abastecer de ganado a un carnicero local, y a un "justo precio" para poner fin a la especulación de aquéllos en la venta de carnes frescas(128).

También la administración comunal intentó poner en marcha un mecanismo público de ayuda al pequeño agricultor mediante la creación de un Pósito de trigo que se constituyó con donaciones públicas. Éste debía facilitar semillas a los labradores pobres y ayudarlos en las cosechas. Los beneficios se destinarían a asumir los gastos de la educación comunal hasta ese momento en manos privadas de la Iglesia. El proyecto, sin embargo, no tuvo el desarrollo esperado y dos años después había desaparecido(129).

El pago de los servicios comunales se hacía con los bienes de la comunidad (tierras establecidas al momento de la fundación) y los impuestos aplicados al faenamiento de vacunos, "recoba" y diversiones públicas. Dado lo reducido de las fuentes de recursos comunales, éstos eran también muy bajos:

Cuadro Nº 3
INGRESOS Y GASTOS MUNICIPALES DE LA LIGUA. 1818-1849

Año
Ingreso
Gasto
deficit
1818
$30
$30
-
1830
152
-
-
1831
152
-
-
1833
50:6
52
$1:2
1836
93:3
98:4 1/2
5:1 1/2
1842
239:6
301
61:2
1849
500:4
527:4
27:4

Las cifras anteriores muestran la escasa capacidad fiscal del municipio liguano y ello explica la cortedad de los servicios ofrecidos(130). Todavía en 1870, las entradas municipales ascendían a sólo $ 2.515, en cambio los gastos se habían elevado considerablemente como resultado de que el Municipio se hizo cargo de nuevos servicios comunales: instrucción pública, beneficencia, salubridad, etc. El total de gastos municipales era de $ 7.425. En consecuencia el déficit representaba dos veces el valor de las entradas(131).