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Fuentes Bibliográficas
Sociedad y Población Rural en la Formación de Chile Actual: La Ligua 1700-1850
 
Primera parte: El marco físico y social.
 
Capítulo III. La doctrina de La Ligua.

6. La Fundación De Nuevas Parroquias.

En los sectores más poblados y de más extensa explotación agrícola y minera, la Iglesia redistribuyó la atención de los fieles hasta donde le fue posible. El Corregimiento de Quillota, uno de los nueve partidos que componían el Obispado de Santiago, tenía sólo 4 doctrinas en 1662; 8 curatos en 1744; 9 en 1778. Uno de ellos era el de La Ligua(40) que había llegado a ser de los más poblados del reino en el siglo XVIII, por lo que hubo de practicarse en él la división que aconsejaba la disposición real de 1764. Según una matrícula de confesión, la feligresía total del curato era en 1767 de 2.600 "almas", de las cuales 400 ocupaban el pequeño valle del río Quilimarí en una superficie de aproximadamente 600 km2. Esta zona fue desmembrada del curato de La Ligua, y junto a otras vecinas constituyeron el nuevo curato de Quilimarí(41). El curato de La Ligua sufrirá todavía una nueva desmembración en la primera mitad del siglo XIX cuando se cree el curato de San Lorenzo del Ingenio, teniendo como base la antigua viceparroquia que se había habilitado en torno a los terrenos del pueblo de indios de La Ligua y de la encomienda del mismo nombre en el siglo XVI.

En 1840 el curato comprendía 1. 200 y a pesar de haber perdido más de 800 en los 80 años que van desde 1760 a 1840 seguía abarcando una gran superficie. Por su parte, la población pasó de 2.600 almas en 1767, cuando se le separó la zona de Quilimarí, a 7.800 en 1840, cuando ya estaba consolidada la creación del nuevo curato de San Lorenzo(42).

La antigua capilla que sirvió de asiento a la doctrina fue probablemente una humilde choza de paja, en la que el doctrinero pasaba una mínima parte del año cuando no estaba en los "pueblos", haciendas, viceparroquias o lugares vecinos. Ella se consolidó durante el siglo XVIII al estabilizarse la misión del cura, el que abandona la práctica itinerante de los primeros tiempos.

A mediados del siglo XVIII se había iniciado la construcción de un nuevo templo como testimonio de la creciente importancia que adquirió el lugar ocupado por la parroquia(43). La construcción, sus adornos y toda la habilitación, aunque estaban lejos del "rancho" del siglo XVI, no alcanzaron, sin embargo, la magnificencia de otros lugares, e incluso en 1782 el cura pidió al Gobierno central que le destinaran algunos de los enseres de los bienes recientemente confiscados a los jesuitas(44). En 1790 al hacerse cargo del curato Felipe Balbontín, aseguró que la Iglesia Matriz de La Ligua la encontró en un "estado ruinoso" y por ello solicitó de la Real Audiencia los fondos necesarios para la construcción de una nueva, a lo que accedió esta institución otorgando $ 1.000 el año 1809 completados con otros
$ 1.000 que se le dieron en 1812. Sus muros eran de adobes y ladrillos unidos con cal y el techo de tejas; el maderamen empleado era de patagua y roble(45).