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Fuentes Bibliográficas
Sociedad y Población Rural en la Formación de Chile Actual: La Ligua 1700-1850
 
Primera parte: El marco físico y social.
 
Capítulo III. La doctrina de La Ligua.

5. Las Viceparroquias Del Curato De La Ligua.

A comienzos del siglo XVIII había en el curato de La Ligua tres viceparroquias: Pullally en la hacienda del mismo nombre; San Lorenzo del Ingenio, 15 kilómetros al S. E. de la anterior y donde se atendía a las poblaciones indígenas y mestizas que subsistían de la antigua hacienda y encomienda de La Ligua, además de todos los grupos nuevos de población establecidos en sus inmediaciones por efecto de la subdivisión de la propiedad agrícola y del creciente interés por la minería abundante en ese sector; y la viceparroquia de Valle Hermoso en la ribera norte del río La Ligua y más o menos equidistante de las dos anteriores. Esta última surgió en torno al foco de población que concentró la encomienda de indios que se ubicó en la hacienda del mismo nombre.De estatuto jurídico incierto, estas viceparroquias subsistían malamente a lo largo del año que no eran visitadas por el cura. Alhajadas y vigiladas por los hacendados o sus dependientes, estaban directamente vinculadas a la vida de la hacienda(37).

Además de estas tres viceparroquias, la atención espiritual del cura de La Ligua se extendía a toda la población dispersa en las otras haciendas de la región; a los buscadores de minerales del sector de Petorca y a las mismas poblaciones inmediatas a la parroquia que comienzan a ubicarse allí.

El curato de La Ligua se extendía en el siglo XVIII a lo largo de un eje central representado por el río del mismo nombre, abarcando una superficie superior a los dos mil kilómetros cuadrados(38). Esta gran extensión era un rasgo común de los curatos de ese período a pesar de haberse aumentado su número desde la lejana doctrina del siglo XVI. En 1767 el Obispo de Santiago informa al Rey que "todas las ciudades, villas y pueblos de esta diócesis tienen párrocos residentes a excepción de unos pocos de indios" no obstante lo cual, la misma autoridad eclesiástica reconocía que en los sectores rurales y muy especialmente en torno a las explotaciones agrícolas más importantes, se habían congregado numerosas personas que podían quedar abandonadas del servicio cristiano. La corona española ordenó que la Iglesia extendiera la atención religiosa del curato sólo hasta un radio máximo de 4 leguas, debiendo confiar la atención de los territorios que superaran este límite a nuevos curas párrocos. Sin embargo, las escasas rentas con que estaban dotados los nuevos curatos impidió que el clero manifestara un gran interés por servirlos(39).