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Fuentes Bibliográficas
Sociedad y Población Rural en la Formación de Chile Actual: La Ligua 1700-1850
 
Tercera parte: Población y mentalidad.
 
Capítulo II. Movimiento de la población en los siglos XVIII y XIX

1. Fluctuaciones anuales.

Como podemos observar de lo dicho en el capítulo anterior, el uso de las cifras brutas que arrojan los recuentos y los documentos oficiales apenas pueden mostrarnos la tendencia coyuntural de la población total. Tanto los habitantes del pueblo, como del Departamento, crecen moderada pero firmemente, con porcentajes anuales que fluctúan alrededor de un 0, 5 y un 2, 5. No estamos seguros qué fracción de estos porcentajes surge de procesos inmigratorios y cuál del crecimiento vegetativo. En todo caso, la población se doblará en el espacio de 52 años, ritmo de crecimiento que parecería normal para la mitad del siglo pasado, tanto para el país como para la localidad estudiada(6).

Para el estudio estructural de la población de La Ligua, tampoco es suficiente la sola acumulación empírica de los registros vitales, contenidos en los "libros parroquiales" de la región, ya que ellos adolecen de una multitud de inconsistencias. Entre ellas quizás la más grave es el subregistro de nacimientos y de defunciones (véase nuestro comentario sobre estas fuentes en el Anexo N° I). De este modo, como el lector descubrirá más adelante, hemos tenido que recurrir al uso indirecto de los datos de las fuentes tradicionales y esto sólo después de un largo y en cierto modo fatigoso proceso de afinamiento estadístico de ellos.

Las tres curvas que hemos trazado con los datos relativos a bautismos, matrimonios y defunciones muestran un movimiento discontinuo caracterizado por bruscos saltos y fuertes caídas. Como es lógico, bautismos y nacimientos se corresponden en la serie, manteniéndose en un término medio estable durante los dos primeros decenios (80 casos de promedio anual en uno y en otro). Luego una brusca caída que hace descender el promedio anual a 26 casos en el decenio 1720-1729, el más bajo de todo el período estudiado. Este descenso sin embargo está determinado por la omisión de las partidas de bautismo durante los años 1722, 1723 y 1724 luego del empaste del libro correspondiente(7), por lo que el cálculo sobre los siete años con datos nos da una media anual de 38, cifra en directa relación con el resto de la curva como lo testimonia el Gráfico Nº 2.

Entre 1730 y 1770 las curvas de bautismos y nacimientos muestran una estabilidad con una cifra media anual cercana al doble de los decenios anteriores, para luego decaer hasta un 30% entre 1771 y 1810. Este nuevo descenso en el número de inscripciones bautismales se explica en parte también por la deficiencia en el mantenimiento de los libros respectivos, la omisión de algunas partidas y muy especialmente por la creación de una nueva parroquia que incorporó parte del antiguo territorio y puso a disposición de su población los servicios religiosos a una distancia menor que La Ligua. En efecto, en 1769 se creó la parroquia de Quilimarí con aproximadamente 600 que antes pertenecían a La Ligua(8).

A partir de 1820 el crecimiento es neto e ininterrumpido, a pesar incluso de una nueva desmembración del territorio parroquial en 1824, que detuvo la magnitud sin disminuir la cifra media, claro testimonio del crecimiento de la población y de una mayor preocupación por inscribir los bautizos en los registros respectivos.

La curva de matrimonios presenta fluctuaciones más atenuadas que la de bautismos y nacimientos, sobre todo a partir de 1730. No sólo es una realidad que se desprende de las tendencias de las curvas sino también de su comparación porcentual. Antes de 1730 la frecuencia anual de matrimonios varía entre cuatro casos como mínimo en 1716 y 19 como máximo en 1710. Por otra parte, una segura omisión de la inscripción de los datos en 1720 hizo que para ese año no tengamos ningún matrimonio. Es evidente que esta curva está determinada más que ninguna otra por la elección consciente del lugar por parte de los contrayentes. A partir del decenio 1810-1819 el número medio anual de matrimonios no desciende nunca de los 30 casos, experimentando un alza hacia fines del período estudiado, en correlación con el claro movimiento de crecimiento de la población de la villa y de su jurisdicción que reflejan todas las cifras desde 1810.

Gráfico N° 2
MOVIMIENTO ANUAL DE BAUTISMOS, MATRIMONIOS Y DEFUNCIONES CELEBRADOS EN LA LIGUA. 1700-1849 (ESCALA SEMILOGARÍTMICA)

 


Gráfico N° 3
NÚMERO ANUAL MEDIO DE BAUTISMOS, MATRIMONIOSY DEFUNCIONES REGISTRADOS POR PERÍODOS DE 10 AÑOS.LA LIGUA 1700-1849 (ESCALA SEMILOGARÍTMICA)

 

El descenso acentuado del último decenio del siglo XVIII -iniciado ya en 1796 y con prolongaciones hasta 1808- se explica por las omisiones y deficiencias del registro y las pérdidas de territorio de la parroquia, cuyos efectos no se sienten en forma inmediata.

Paradojalmente, la curva de decesos se presenta menos expuesta a fuertes fluctuaciones decenales, pero conoce las más violentas alteraciones anuales. Como ya hemos visto, éste es el sector más expuesto a la omisión y al subregistro; es por ello que las cifras medidas anuales testimonian una fuerte mortalidad. El elemento de distorsión más importante lo constituye la omisión de las actas de sepultura de los niños muertos a temprana edad (antes de los siete años, edad de la primera comunión). En el decenio 1780-1789 encontramos el punto más alto de la curva con 192 casos localizados en 1780, año de una fuerte y mortífera epidemia, y caso excepcional en todo el período estudiado.

Otra ocasión parecida -aunque no tan aguda- se registra en 1838, en 180 defunciones, reflejo de una crisis epidémica de muy larga duración, pues sus consecuencias comenzaron a sentirse un año antes con 85 defunciones en 1837 y se prolongaron todavía por tres años más: 165 defunciones en 1839, 128 en 1840 y 99 en 1841.

Aun cuando no podemos establecer una directa correlación entre las alzas de mortalidad, que revela la curva de defunciones, y las epidemias más importantes que conoció la región, los casos arriba señalados parecen fuera de toda duda. La viruela, las fiebres intestinales, la ictericia, sarampión, tifus, etc., fueron enfermedades endémicas en todo Chile hasta después de 1850. Sólo a fines del siglo XIX la vacuna antivariólica alcanzó una difusión y un uso regular que permitió disminuir los catastróficos efectos de la epidemia(9). Los registros parroquiales reflejan muy indirectamente sus consecuencias y desafortunadamente no disponemos de otros testimonios más exactos.

Por otra parte, parece cierto también que ni el hambre ni la escasez de alimentos se hicieron sentir con la intensidad crítica que conoció Europa medieval y moderna u otros sectores de la América española(10). No hemos encontrado ningún testimonio que demuestre la angustia por la escasez de cereales o de carne. Incluso, la estructura semirrural de la aldea, aun a fines del siglo XIX, hacen pensar más bien en un autoabastecimiento elemental de alimentación, que impidió el espectro del hambre. No hay que olvidar que el propio salario constituía un mecanismo de defensa contra el hambre, al ofrecer la mínima seguridad de subsistencia en la medida que estaba constituido por una ración alimenticia básica mínima suficiente(11).

En resumen, las curvas de bautismos, nacimientos, matrimonios y defunciones, que aumentan progresivamente hasta mediados del siglo XIX, con bajas que se explican por las deficiencias del registro o por la pérdida de territorios, son representativas sólo a fines del período estudiado, cuando el área parroquial se hace más estable. Sin embargo, ello no impide formarse una imagen del movimiento a largo plazo de la población. Las cuatro curvas testimonian el proceso de aumento de ésta; las 3.100 personas contabilizadas en 1767 eran 12.000 cien años más tarde si tomamos toda la región y los 350 habitantes de la aldea en 1754 eran 2.700 en 1854(12). Las cifras medias decenales que contiene el Gráfico N° 3 (construido a partir de la Tabla 11 de anexos estadísticos), permiten comprender mejor la evolución a largo plazo. En él vemos que las fluctuaciones sólo se atenúan pero no desaparecen.

Todavía es más clara la tendencia general con el cálculo de cifras medias por períodos de 30 años (Gráfico N° 4). La curva de nacimientos refleja claramente las dos caídas determinadas por la calidad del registro y las amputaciones de territorio parroquial, pero a partir de 1800 conoce un alza ininterrumpida y muy violenta que la aleja cada vez más de la de decesos. Los matrimonios por su parte conocen un lento aumento hasta 1800 y luego una aceleración de más de la mitad en el último período. Las cifras decenales medias calculadas por períodos de 30 años son las siguientes:

Cuadro N° 23
NACIMIENTOS, MATRIMONIOS Y DEFUNCIONES POR PERÍODOS DE 30 AÑOS

Períodos
Nacimientos
Matrimonios
Defunsiones
1700-1729
359
117
133
1730-1759
331
160
112
1760-1789
574
165
219
1790-1819
400
199
220
1820-1849
1.297
334
506

La relación, por su parte, del número de nacimientos con el de matrimonios se eleva de 3,0 entre 1700-1729 a 4,0 entre 1820-1849. Sin embargo, esta proporción debe analizarse con cautela, cuenta tenida del subregistro de nacimientos y del aparentemente mejor registro de matrimonios.

Gráfico N° 4
TENDENCIA GENERAL DE BAUTISMOS, MATRIMONIOSY DEFUNCIONES. LA LIGUA, 1700-1849