El angosto y tortuoso -aunque fértil- valle de La Ligua queda enmarcado al norte y al sur por dos cadenas de montañas que se desprenden de la cordillera de los Andes, en dirección occidental, hasta la costa del océano Pacífico. Una de estas cadenas, la "Sierra de Curichilongo", abriga por el oriente las grandes llanuras que se rompen ante las montuosas colinas de la costa, y que componen las extensas superficies de las haciendas de Pullally y Catapilco.

Estas llanuras, casi enteramente privadas de agua, ofrecen un neto contraste con la otra parte del valle regado por el río La Ligua(8). No es pues, el paisaje bucólico del valle central, aunque tampoco la aridez del norte. Representa, más bien la transición de uno a otro, lo que permitió combinar dos tipos de actividades en concordancia con el paisaje: agricultura y pastoreo(9).

Las características generales del medio geográfico que encontramos hoy en día en torno al valle de La Ligua, no difieren substancialmente de las que había en el pasado. La acción sobre el paisaje de las explotaciones mineras se hizo sentir en la destrucción de matorrales y de los escasos árboles que eran utilizados como combustibles, pero la breve duración de los trabajos detenían también el proceso de destrucción ecológica, aunque lo iniciaban o proseguían en una nueva área por el carácter itinerante de esta actividad(10). La mayor parte de la superficie de la región se componía de serranías altas y peladas, y con terrenos planos sólo en las riberas del río o en las orillas de las quebradas de medianas alturas que caen a la costa pero que no representaban, en total, más del 10% de la superficie general.