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La Aurora de Chile
Número 17. Jueves, 4 de Junio de 1812. Tomo I.
El periódico intitulado "The Sun of Baltimore", o "Sol de Baltimore". Cartas del diputado de Santo Domingo, José Álvarez de Toledo, dando a conocer sus razones para huir de Cádiz.

Al Editor de la Aurora de Philadelphia:

Habiendo arribado a estas regiones desde Cádiz bajo las circunstancias de hallar ser necesario abandonar el Congreso Nacional de que fui miembro como representante de la ciudad de Santo Domingo, tuve el pesar de saber que en algunas tertulias, a que concurren agentes y espías del gobierno español en esta parte de América, corrían especies falsas acerca de mi conducta y sucesos; por lo tanto determino no dejar lugar a la duda, para lo que es el medio más seguro satisfacer la curiosidad pública publicando mi carta oficial dirigida a mi constituyente, el cuerpo municipal de la ciudad de Santo Domingo, escrita desde mi arribo a este país.

Incluyo a V. Una exacta traslación de ella, y le ruego la inserte con ésta en su gaceta liberal. Los que deseen informarse de los negocios más íntimos y ulteriores pueden ver una memoria que acabo de publicar, y que vende Mr. Bradford. Yo aseguro a los que puedan tocar mis palabras, que amo con todo mi afecto a los buenos españoles, pero que detesto a los malos, y que mi odio a la tiranía es inexplicable. Yo concibo el más profundo interés por el destino de la España, y miro con compasión al pueblo español en sus mortales agonías. Al verlo oprimido por sus enemigos exteriores, y asesinado por su gobierno terco y atroz, que encerrado en las murallas de Cádiz medita y maquina precipitar la nación a una sujeción y ruina irreparable, me asaltó con más vehemencia que nunca el vivo deseo de que se estableciese la libertad, y se declarase la absoluta independencia en todo el continente e islas que descubrió Colón. Yo soy americano, y suceda lo que sucediere, estoy pronto a derramar toda mi sangre con alegría por contribuir a su feliz y gloriosa regeneración. Tales son los sentimientos de mi alma, y estas son las ideas queridas de mi corazón; estos deseos ocupan siempre a vuestro amigo.

José Álvarez de Toledo

Philadelphia 14 de Diciembre de 1811.

Al Cabildo de la Ciudad de Santo Domingo:

Considero ser mi obligación informar a V.S. de las imperiosas circunstancias que me compelieron el 25 de Junio del presente año a separarme de Cádiz y la Península, y abandonar mi asiento en las Cortes en que era vuestro representante. Me fue preciso evitar la escandalosa violencia, que iba a cometerse contra mi persona, y contra el cuerpo representativo por las maquinaciones de los descarados ministros, inspirados por el despotismo más violento.

La carta oficial que tuve el honor de dirigir a V.S. en cumplimiento de mis  deberes en principio de Diciembre del año pasado, fue el pretexto de mi persecución, la que también se encaminaba a aterrar a los diputados de América, que uniendo al amor de su patria la virtud, rehusaban con dignidad prostituir el honor y la conciencia a miras parciales y artificiosas. Yo expuse a V.S. con la franqueza debida a su honrosa confianza, y según mis instrucciones el verdadero estado de los negocios. Yo os exhorté a emplear todos los medios posibles para poneros en estado de defensa, y que no os hallasen desprevenidos los acontecimientos infaustos; a no abandonaros a la discreción de los agentes de este gobierno, cuyas miras eran muy opuestas a los sagrados derechos de nuestra patria; a que en época tan peligrosa nada omitieseis para escapar de la desolación y servidumbre que amenazaba a la Península; en fin, yo os exhorté a promover vuestra seguridad y felicidad por todos los medios posibles.

La sinceridad de aquella carta solo podía ofender a los intrigantes, usurpadores, y déspotas; ella fue interceptada en esa ciudad después de la muerte del señor Sánchez Ramírez, por el Secretario y el Asesor de gobierno don Ramón Santicilia, don José Nuñez Cáceres, quienes la remitieron con toda mi correspondencia al Consejo de Regencia, acompañándola con una representación insidiosa, emponzoñada y maquiavélica, no solo contra mi y contra las francas y sencillas expresiones de la carta, sino también contra ese ilustre Ayuntamiento, que ellos representaban como un cuerpo de estúpidos y salvajes. Los ministros no publicaron ni la carta, ni la representación, ni su simple palabra podía valer en contra mía; pero como sus vicios y corrupción se han extendido a tal punto que excitan indignación, no sin grave peligro de la causa pública, determinamos los diputados de América proponer la remoción de los tres ministros Bardaxi, Heredia y Larrumbide; para esto se hizo una moción en sesión a puerta cerrada por don Manuel Rodrigo, Diputado del virreinato de Buenos Aires, y se señaló el 2 de Julio para su discusión; pero el partido ministerial anticipando el resultado, procuró impedirlo por medio de intrigas, y aún amenazas audaces hasta aterrar al Congreso.

El día señalado para la discusión, los ministros hicieron una oposición manifiesta, y asegurando estar altamente quejosos de los representantes de América, ordenaron que mi carta se presentase al Congreso, pervirtiendo inicuamente el designio de aquel escrito, e insinuando que sus sentencias envolvían las más perversas intenciones. Estos documentos pasaron al Tribunal de Cortes, cual se dice ser una comisión o comité encargado de recibir informes y querellas contra los  diputados delincuentes. Fui llamado a reconocer la firma y el contenido en la carta, pero como todo ello no era más que una copia, no pude reconocerlo. Todos saben que en este caso no podían hacer más que pedirme una declaración; yo repliqué que no me reconocía obligado a rehusar ni admitir un juicio semejante; que mis papeles, y mi conducta, eran los únicos y recíprocos intérpretes, y que la curiosidad e inquisición del tribunal debía terminarse allí. Sin ulteriores diligencias, sin algún respeto a la libertad y seguridad individual de un ciudadano, y mucho menos al carácter de representante de que gozaba, se dio orden de ponerme preso. Tuve oportunamente noticia de este designio, y lamentando la desastrosa condición de la España, huí de la tiranía, me embarqué en Cádiz y me hallo en Philadelphia.

He juzgado ser un deber mío poner todas estas cosas en noticia de mis honorables constituyentes, para su inteligencia, y justificación de mi conducta.

En los días anteriores di a la prensa en esta ciudad una memoria en que expongo con más individualidad y extensión para satisfacción de mis constituyentes, del pueblo de la América, y del mundo, el orden de los sucesos, sus causas y trámites desde mi llegada a España hasta mi partida.

Dios guarde a V.S., etc.

José Álvarez de Toledo

Philadelphia 2 de Octubre de 1811.

P.D. Espero en la bondad de V.S. que hará esparcir copias de esta carta por todos los cabildos de la isla, como testimonios de mi conducta y obligaciones.