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La Aurora de Chile
Número 16. Jueves, 28 de Mayo de 1812. Tomo I.
Expresión sublime de patriotismo. Exposición leída en la sesión de Cortes de 10 de Noviembre de 1811. Discurso leído en las Cortes, relativo a la situación económica de la Península.

Señor:

Nuestro miserable numerario, agente impulsivo de nuestra defensa, se desliza velozmente de nuestras manos, desapareciendo fuera de la Península con la misma rapidez que corren las aguas del Ebro y del Tajo a confundirse y oscurecerse en el inmenso piélago. La patria está de luto, extenuada y cadavérica, y sus buenos hijos deben conocerlo así, sin avergonzarse de confesarlo, y sin dejar de prestarse a la manifestación de estas aflicciones.

Reprimamos, señor, nuestros excesos, nuestras veleidades y nuestros antojos domésticos y personales; forcemos nuestras inclinaciones pueriles al estrecho espacio de una sencilla compostura, análogo a las angustiadas circunstancias en que nos hallamos; y hagamos padecer nuestra manía de querer aparentar personalmente una opulencia de que carecemos, con los preceptos saludables de una ley suntuaria que arregle nuestras precisas y juiciosas necesidades, para alejar de nosotros la tentación de echar a manos llenas en el seno de la codicia extranjera las grandes sumas de dinero con que desfalcamos ahora nuestro aliento político y nuestro lánguido fomento patrio. La Península carece de sus anteriores ingresos pecuniarios, porque está paralizada, y aún sin vida política su agricultura, su industria y su comercio interior y exterior; las necesidades de esta misma Península por las calamidades de la presente guerra son extremosas y multiplicadas; y todos sus artículos hostiles, de subsistencia y de abrigo proceden de introducción extranjera, fluyendo con gran rapidez hacia extrañas naciones el poco numerario que quedó circulando de los tiempos pasados; y finalmente los excesos de lujo y de manía pueril subsisten aún radicados y afanadamente escogidos por los moradores de esta devastada y arruinada Península, originándose de esto el total decremento de su lánguido numerario apenas existente y circulante, que  desaparece por momentos, y se halla ya cercano al instante de su total extinción. Las penurias procedidas de los dos primeros estados de nuestra situación actual son consecuencias forzosas de nuestros presentes males, cuyo remedio no puede estar tan pronto en nuestras manos como lo sugiere el deseo; pero la tercera desventura, por ser sugerida y provocada por nosotros mismos, puede y debe remediarse sin dilación si queremos conservar algún numerario que vivifique nuestra defensa por medio de su pequeña circulación entre nosotros, que nos proporcione algún aliento de fomento patrio, para poder lograr las exacciones establecidas de contribuciones ordinarias y extraordinarias, y para obtener de la generosidad nacional algunos donativos y préstamos necesarios.