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La Aurora de Chile
Número 13. Jueves, 7 de Mayo de 1812. Tomo I.
Observaciones sobre el sistema adoptado por los aliados que hacen la guerra en España. Discurso traducido del Español al Inglés, y últimamente de éste al Español. Consideraciones generales sobre la guerra en Europa.

Los políticos, que observan la degradación de la dignidad de los estados y del carácter de las naciones, consideraron la vigorosa resistencia de la España como un fenómeno de corta duración. Con todo, ella ha durado por cuatro años sin debilitarse. No puede pues el presente estado de la Península dejar de ofrecer serias reflexiones a aquellos políticos cuya costumbre es aplicar principios generales a todos los acontecimientos públicos, si los sucesos logrados con la irregularidad de nuestra defensa no los hubiesen ya convencido de su error. Se preguntará ¿cuál fue el origen de una resistencia tan inesperada? ¿Cuál fue el poderoso motivo de aquella constancia, que ni la ruina de tantos millares de familias, ni la expatriación y muerte de tantos ciudadanos, ni la sucesiva destrucción de sus ejércitos han podido quebrantar?, ¿Qué hombres son estos? Pero si examinamos las cosas bajo otro punto de vista, se preguntará igualmente ¿cuál es la causa de que el poderoso cuerpo, y la resuelta voluntad de once millones de personas, que destruyeron por su unánime perseverancia cerca de quinientos mil hombres de las tropas enemigas, no las ha hecho arrepentirse de una vez de su audacia y expelido de su territorio?

Una nación tan obstinada en su defensa no debe avergonzarse de sus infortunios, cuya causa encontramos en la aplicación y dirección de los medios empleados hasta aquí. Estos medios consisten en los que nos ha proporcionado nuestro gran aliado el pueblo británico, y en los que ofrece la misma España podemos disimular que la Península ha sido a un tiempo asaltada de todos los males que siguen a una horrible y poderosa invasión, y que la ansiedad e incertidumbre son compañeras inseparables de las conmociones políticas, y que hasta el punto en que vuelva a aparecer sobre el trono inspirando temor y reverencia el Príncipe que nos arrebató el usurpador, no podrá un gobierno provisorio contar ni con el cobro y organización de las rentas del Estado, ni con la universal obediencia de todas las partes integrantes. La situación contraria es un resultado la posición varia en que se han hallado alternativamente los individuos y las provincias por las vicisitudes de la guerra. Síguese también que si una nación al momento en que su territorio está expuesto a las hostilidades y la devastación, quiere armarse en masa, apenas puede recibir subsidios de sus mismos ciudadanos. Empero la laboriosa inquietud, que atormenta al enemigo aún en las provincias que ocupa, su inmensa pérdida, que no puede estimarse en menos de 100.000 hombres cada año, las brillantes hazañas de los patriotas y aliados, todo prueba que cuanto se ha hecho en España es más digno de admiración que de censura.

Hacemos justicia a la Gran Bretaña confesando el orden, sabiduría, y eficacia de los medios con que nos ha auxiliado; ella es tan opulenta como franca, y nada turba la acción de su gobierno, nada se opone a la ejecución de sus planes, ni a corregirlos cuando el suceso los descubre defectuosos. Pero todos saben la conducta que ha seguido desde la batalla de Talavera, época desastrosa para los patriotas españoles; todos saben que entonces las armas británicas abandonaron este desgraciado país, limitándose únicamente a la defensa de Portugal, que se hizo un teatro de gloria para la Inglaterra, y un campo de laureles para Lord Wellington.

(Se continuará [34])

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[34] A pesar de la advertencia, este artículo no continúa como tal (N del E).
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