San Felipe, diciembre 30 de 1883.

Señores:

Grande ha sido nuestra complacencia en vista de la hermosa, e imponente petición al Senado, suscrita por 17.236 señoras casadas y viudas, contra La ley de matrimonio civil; y esto, no obstante que no ha sido posible reunir todas las firmas de los que tenían voluntad de suscribirla, ni han llegado las de algunos departamentos, por el apremio del Ministro Balmaceda para discutir en el Senado esa ley desmoralizadora.

Como cada firma, por su carácter, representa una familia, y su número es inmenso, no podrán jamás, con fútiles artificios, ni los Ministros, ni sus cómplices, oscurecer la opinión general del país, tan espléndidamente manifestada, ni esquivar el elocuente mentís que La Nación lanza al rostro de los falsos detractores del buen criterio y sentimiento católico de Chile.

Si en sus almas quedara rastro de virtud o respeto por la opinión pública, retrocederían ante esa imponente actitud, plegando su bandera de atrabiliarias reformas teológicas que maldicen los pueblos.

Pero los que despotizan las creencias pisoteando sus juramentos públicos, la fe de Cristo y Constitución del Estado, pasarán también con cínico desplante sobre esa hermosa mitad de la humanidad chilena, pues tan grosero ejemplo les ha dado S. E. y sus palaciegos no serán más corteses que su amo.

Presentimos que no se hará esperar en el Senado, la influencia de aquel sarcasmo de «la bandera y el éxito» lanzado en plena Cámara por el Ministro Balmaceda, como axioma supremo para fallar las grandes cuestiones sociales y político-religiosas. Pero ante tan desconsoladora convicción debe crecer nuestra entereza, porque el despotismo cava la tumba de los déspotas.

Aceptad, señores, nuestra felicitación por tan brillante triunfo y que Dios y la Patria os bendigan. -VV. AA. SS.- Lorenzo Beytía.- Manuel O. Mardones.- Benjamín de Parrasía. A los señores miembros de la Junta Ejecutiva de Santiago.

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COMISIÓN DE LA ASAMBLEA POPULAR DEL 8 DE JULIO DE 1883.

Santiago, enero 3 de 1884.

La Junta Ejecutiva de los trabajos católicos en Santiago, ha recibido con viva complacencia la felicitación de la honorable Junta de San Felipe, por la manifestación que organizó contra el matrimonio civil, en nombre del hogar chileno, que ha tenido y conservará siempre como su mayor timbre de honor, su adhesión sincera a las doctrinas y a la moral del catolicismo. 

Acepta, la Junta Ejecutiva esa felicitación, tanto más satisfactoriamente cuanto que ella le proporciona la oportunidad de renovar a sus amigos de San Felipe, la expresión de su distinguido aprecio, y de renovar también ante el país la protesta que ese horrendo crimen contra los fueros de la conciencia religiosa y la dignidad de la familia, le ha arrancado.

No es posible, en efecto, presenciar indiferentes la demolición del edificio de la grandeza nacional tan penosamente levantado por los hombres que, puesto el corazón en Dios y doblada la rodilla ante su altar, nos dieron vida libre y fe religiosa. Inopinadamente se escapa de los labios, en presencia de lo que vemos, una maldición que irá, tarde o temprano, a producir sus efectos, porque hallará eco en las almas de los que saben que jamás estuvieron ni estarán reñidos el amor a Dios y el amor a la Patria.

La protesta que, en forma de presentación al Senado, formularon 18.474 señoras de la República, será un documento histórico que se levanta muy por encima de las miserias que forman el conjunto de los acontecimientos de esta época triste de nuestro país; y es legitimo que declinemos la parte de honor que puede cabernos por haberla promovido, en los generosos amigos que la realizaron con su acción inmediata y sus trabajos e influencias personales.

Por eso, al enviar a la Honorable Junta de San Felipe nuestra palabra de reconocimiento por su felicitación, nos permitimos también manifestar a nuestros amigos de todo el país la gratitud que le debemos por su cooperación en la grandiosa obra a que aludimos.

Con este motivo también, al iniciarse el año de 1884, nos es grato renovar a los miembros de la honorable Junta de San Felipe, los sentimientos de consideración distinguida con que somos sus seguros servidores. Matías Ovalle.- Miguel Cruchaga.- Antonio Subercaseaux.- Carlos Walker Martínez.- Carlos Irarrázaval.- Ramón Ricardo Rozas. A la Honorable Junta de San Felipe.

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