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Capítulo IV. La Junta Ejecutiva.
Presentación de las Señoras Chilenas al Senado.

Excmo. Señor:

Las infrascritas ocurrimos a V.E. a pedir que se digne negar su aprobación al proyecto de ley de matrimonio civil, dejando en vigencia el régimen tradicional de la historia y del Cristianismo, que añade en acto tan solemne, al sacramento, el efecto civil.

No pretendemos ni podríamos exponer razonamientos, que son extraños a la naturaleza y al carácter de nuestra misión. Nuestra solicitud es un lamento que nace de lo más íntimo del alma y que tendrá, tal es nuestra confianza, el solo mérito de predecir el grito de salvación que las futuras madres podrán lanzar enseguida, si V. E. abona con sus luces la causa, muy grande para la Patria, de la mujer chilena.

El Cristianismo, que fundó la sociedad moderna en base contraria a la de la fuerza, la hizo descansar en la sublimidad de los más profundos sentimientos. A la esclava, sucedió la mujer, y al servicio de la matrona antigua, el sacerdocio social de la madre cristiana.

Todo eso nos lo dio el más grande de los sacrificios, que El tan sólo podía fundar la sociedad moderna, como que levantaba a la mujer a dignidad tan sublime; fortificaba la Patria con la grandeza de los efectos, enaltecida por la religión y constituida la familia, santificando sus naturales lazos con el juramento de fe que les da vida de inmortal ternura.

¿Tiene la sociedad cristiana motivos de queja contra la mujer y la madre? ¿Tiene nuestra querida República acusaciones que hacer a las madres que han lanzado a sus hijos a la guerra de la sangre y a la lucha del trabajo y del común progreso? ¿No fue bastante firme el lazo de fidelidad que afianzó nuestro labio al pronunciarse vivificado por nuestra fe religiosa? ¿Hay en la frialdad de la ley civil algún germen más fecundo que pueda resguardar la santidad del hogar y hacer más dulces los crueles sacrificios?

Nosotras, Excmo. Señor, no encontramos nada más fuerte y civilizador que el sentimiento religioso; no concebimos una unión más seria que aquella que bendice la religión que meció nuestra cuna y mece la de nuestros hijos, y que a la vez legalizan y protegen las instituciones humanas, colocando a la madre cristiana, dignificada por su fe, en el puesto social que le da su misión civilizadora; no concebimos separación alguna posible entre la religión, que da existencia a nuestra unión, y la ley, que la reconoce en sus efectos; no sabemos tampoco ni hemos oído a los de otros pueblos que palpiten y nutran mejor que los nuestros, los pechos que alimenten a seres nacidos de afectos que la religión y la ley, unidas en majestuosa concordia, no hayan adherido a sus madres con la santidad que nace de la comunión en la fe.

No discutimos, Excmo. Señor; lamentamos el juicio que ese proyecto importa acerca de nuestra civilización nacional y cristiana. Y, al hacernos el eco de las que no están en situación de hacer oír su voz ante V. E. y que, sin embargo, sufren como nosotras, por nosotras, y por ellas y por las que han de alimentar y educar a nuestras futuras generaciones, venimos a rogar a V. E. que, dando a las madres que vengan después su voto de aliento y de esperanza, al desaprobar el proyecto que se discute, deje siempre unidas, con el abrazo consolador de la religión y de la ley, a la madre cristiana y la mujer respetada.

Noviembre de 1883.

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Estadística de esta presentación

Esta solicitud fue presentada en un lujoso libro esmeradamente empastado que lleva en el lomo la siguiente inscripción. «Solicitud que 17.236 señoras de la República presentan al Honorable Senado pidiendo rechace el proyecto de matrimonio civil».

Y en la cubierta principal, con letras doradas, el siguiente resumen de las firmas[3]:

Ancud: 399.
Andes: 618.
Caldera: 137.
Cañete: 57.
Carelmapu: 246.
Casablanca: 391.
Castro: 344.
Caupolicán: 539.
Cauquenes: 386.
Coelemu: 132.
Combarbalá: 194.
Concepción: 1.118.
Constitución: 314.
Copiapó: 798.
Coquimbo: 160.
Curepto: 218.
Curicó: 315.
Chillan: 3.538.
Elqui: 333.
Freirina: 115.
Itata: 105.
Lautaro: 270.
Limache: 28.
Linares: 70.
Lontué: 34.
Llanquihue: 172.
Melipilla: 287.
Nacimiento: 47.
Osorno: 53.
Parral: 1.210.
Petorca: 250.
Puchacay: 47.
Putaendo: 212.
Quillota: 577.
Rancagua: 126.
Rere: 100.
San Carlos: 719.
San Felipe: 385.
San Fernando: 313.
Santiago: 743.
Serena: 64.
Talca: 224.
Unión: 104.
Valdivia: 125.
Valparaíso: 310.
Vallenar: 184.
Victoria: 116.
Vichuquén: 53.

Excmo. Señor.

Después de presentada a V. E. ha petición que en ejercicio de nuestro derecho elevamos a vuestro conocimiento el 24 de Diciembre último, hemos recibido el honroso cargo de agregar a la solicitud de las 17.236 señoras de la República que piden a V. E. se digne rechazar el proyecto de matrimonio civil aprobado por la Honorable Cámara de Diputados, las que con igual objeto suscriben 1.238 señoras más en los pliegos adjuntos y en la forma siguiente:

Illapel: 138 señoras.
La Ligua: 591 señoras.
Lebu: 68 señoras.
Valdivia: 57 señoras.
Puerto Montt: 81 señoras.
Ancud: 271 señoras.
Quinchao: 32 señoras.

Renovando con este motivo lo que por nuestra parte hemos pedido y reiterando nuestra adhesión a lo que piden en nombre del hogar chileno las señoras a que hemos hecho referencia, esperamos que V. E. se digne mandar que estos pliegos se agreguen a los ya presentados en término de que formen un solo cuerpo.

Santiago, enero 2 de 1884. Excmo. Señor.- Miguel Barros Morán.- Ramón Ricardo Rozas.

(Las firmas de esta solicitud se publicaron en suplementos a El Independiente de Santiago, núms. 6.080, 6.082, 6.084, 6.086, 6.090, 6.092 y 6.094, correspondientes respectivamente al 30 de Diciembre de 1883 y al 2, 4, 6, 9, 11, 13 y 16 de enero de 1884. No están incluidas, por cierto, las últimas firmas de Castro a que hemos hecho referencia).

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