CIRCULAR.

JUNTA EJECUTIVA DE SANTIAGO

Nº 4. Santiago, 18 de octubre de 1883.

Señor:

Lo que hasta ahora ha conseguido la Comisión de la Asamblea Popular del 8 de Julio último para organizar e impulsar el movimiento de la opinión adverso al orden actual de cosas, si no es todo lo que hubiera deseado, ha compensado, por lo menos, los sacrificios que la tarea le ha impuesto y le estimula a continuar hasta darle remate honroso.

A manifestar a usted, y por intermedio de usted a la honorable Junta Departamental de... y a nuestros correligionarios de ese departamento, tan plausible noticia, va dirigida esta circular, que esperamos sea una palabra de aliento para continuar con entusiasmo y con fe viva los trabajos que han de ser dentro de poco coronados por el éxito.

El empeño del Gobierno para herir en lo más hondo los sentimientos de religiosidad del pueblo chileno se ha enardecido en presencia de las protestas que la altivez de la conciencia católica ha opuesto a las leyes de tiranía con que se la combate y se pretende humillarla. Creyó que la tradición de diecinueve siglos de martirio, pero de libertad invencible, que es el timbre más glorioso del catolicismo, se había borrado de nuestra memoria, y quiere hacer pesar sobre nosotros, que se lo advertimos, la venganza que le inspira su propio e indisculpable engaño. A sus violencias debíamos contestar como lo han hecho en toda época los católicos, que la fuerza no es el derecho, ni la iniquidad y el desquite son la justicia; y que dentro de la escuela de la verdad en que vivimos felices y esperamos sin miedo, sólo la justicia y el derecho, emanaciones de Dios, pueden exigirnos completo e incondicional sometimiento. Y porque eso le hemos contestado y porque le hemos opuesto la protesta de nuestra conciencia ha redoblado su sed de persecución, que es a la vez ceguera y delirio.

No obstante, no se irritara como se irrita si la noble actitud de los católicos no inquietara su situación, si no se lo presentara como la nube negra que amenaza que va a pasar luego la era de la alegría sin medida, la era de las mascaradas políticas y de la satisfacción imperturbable en que ha estado viviendo.

Y por eso mismo debe ser más vigilante nuestro trabajo y debe haber más ardimiento para realizar nuestros propósitos, sin tomar en cuenta las dificultades y las amenazas, atentos sólo a la nobilísima misión que hoy nos cabe desempeñar.

Espera esta Comisión que lo que ya se ha hecho, no solamente sea garantía de lo que hemos de hacer todavía, sino estímulo para conseguirlo todo y que sea digno del tributo que debemos a la defensa de la fe augusta que profesamos y de las libertades y derechos que nos arrebatan.

Por lo mismo esperamos también que sea perseverante la propaganda en ese departamento a favor de nuestra causa y del esfuerzo que cada ciudadano necesita desplegar para que al fin obtengamos el espléndido triunfo que siempre acompaña a las grandes causas y a los infatigables luchadores de la justicia y de la libertad.

Comunicada a usted y a nuestros amigos de esa localidad esta palabra de aliento, y confiando en que todos en su espíritu sentirán acrecer la buena voluntad con que hasta ahora han secundado nuestra acción, nos suscribimos sus AA. SS. SS. Matías Ovalle.- Miguel Cruchaga.- Antonio Subercaseaux.- Carlos Walker Martínez.- Carlos Irarrázaval.- Ramón Ricardo Rozas.

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