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La Aurora de Chile
Número 8. Jueves, 2 de Abril de 1812. Tomo I.
Papeles de Boston. Carta de un caballero de Caracas, que ocupa uno de los principales empleos de la República. Declaración del legislativo sobre inmigrantes que lleguen a Venezuela.

Los siguientes artículos, que he copiado de la declaración de la sesión legislativa de 1º de Julio, manifiestan los deseos de vuestros amigos republicanos de que vengáis a estableceros entre nosotros:

Todos los extranjeros, de cualquiera nación que sean, son admitidos y pueden establecerse en Caracas.

Las personas y propiedades de los extranjeros gozarán de la misma seguridad que las de los demás ciudadanos, con tal que reconozcan nuestra independencia y soberanía, y respeten la religión Católica, que es la única del Estado.

Los extranjeros residentes en Caracas, si se naturalizan y tienen alguna propiedad, gozan de todos privilegios de ciudadanos.

La vasta extensión del estado de Caracas, la muchedumbre de ríos y fuentes que fertilizan su suelo, la inmensa variedad y abundancia de sus frutos, ofrecen a la agricultura e industria las más lisonjeras esperanzas. Su posición, la extensión de sus costas, la cercanía de las Antillas y otras islas, los enormes consumos que se hacen en los Estados Unidos de Venezuela y en los de Cundinamarca o Santa Fe, aseguran la prosperidad de un comercio fácil, que vendrá a hacerse el más ventajoso del universo. Las disposiciones pacíficas de los habitantes, la suavidad de sus modales, su hospitalidad y bondad para con los forasteros, en fin la salubridad de su clima, que goza de una perpetua primavera, convidan a los artesanos, a los comerciantes, a los labradores de todas las naciones a que se establezcan en Caracas.

El gobierno dispuesto a prestar a todos aliento y protección, repartirá tierras a todos los que conozca inclinados a la agricultura, y los que se dediquen al comercio, a la industria, y a las artes liberales y mecánicas, vivirán aquí en perfecta seguridad.

Pero todos los turbulentos, y todos los ociosos serán perseguidos y desterrados como pestes del Estado, autores de malos ejemplos y corruptores de las costumbres. Los emigrados sobrios e industriosos encontrarán siempre protección en el gobierno y favor en los ciudadanos de Venezuela.