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Documento Nš 102 - CDHI, XXIII, 403-406.

Oficio de Bernardo O'Higgins a Francisco de la Lastra, relativo al cumplimiento del tratado de Lircay por el General Gaínza. 26 de Julio de 1814.

Excelentísimo Señor:

El día de esta fecha ha llegado a esta ciudad el Licenciado don Miguel Zañartu y mañana entrará el cura don Isidro Pineda; por la correspondencia que estos señores han tenido con el General Gaínza, y que acompaño, en testimonio quedará V.E. cierto hasta la evidencia que los recelos que desde el principio tuvimos de la poca fe de dicho General, se hallan hoy realizados a pretextos fútiles, ridículos y despreciables, queriendo sólo ganar tiempo para saber del Virrey de Lima si ha de dar cumplimiento a los tratados, o si ha de seguir en el propósito de la desolación del reino único objeto de estos tiranos insaciables de la envidia de los virtuosos americanos; V.E. verá cuan claramente se lo expongo en contestación al oficio de anoche, que separadamente he recibido de Gaínza, y que acompaño igualmente en testimonio; desentendiéndome de la llegada de Zañartu por esperar la de Pineda que trae un oficio de aquel General que contestaré igualmente tan claro como deseo, y de todo noticiaré a V.E. inmediatamente. Con lo dicho sólo habría un suficiente motivo para que V.E. inmediatamente hiciese la formal declaración de guerra; pero aun hay más que como aquel general ha tenido siempre dobles intenciones, ha procurado en tiempo, hacer cuantas hostilidades le ha dictado su tiranía en perjuicio de los patriotas de la provincia que ocupa, la casa de Mendiburu ha sido obligada por este pirata a contribuir con diez mil pesos, la de Benavente con cinco mil, y así sucesivamente, hasta haber dejado los campos sin ganado, y sus habitantes sin socorro alguno de la mantención necesaria para sus familias, pues a pretextos de las necesidades de su ejército ha hecho un saqueo general con el que es de inferirse quiere sostener la guerra o cuando menos aprovecharse de todo como buen Ministro del señor Virrey de Lima; y supuesto, pues, que ya Chile en la línea de condescendientes, toca los límites de humillación indecorosa que le denigrará a la presencia de los pueblos, que sostienen y han sostenido a toda costa su libertad sagrada, es de necesidad, es preciso, y no hay otro medio sino que V.E. a la posible brevedad, haga que se acopie en cajas públicas de esa ciudad hasta medio millón de pesos, exhibidos por los infinitos enemigos de nuestra causa, a quienes inmediatamente se les deberá poner en la más estrecha captura hasta consumirlos y exterminarlos al todo, pues es el único medio de que la patria se salve: yo, al pasar el día de hoy, y por medida de precaución, les echaré mano a cuantos en esta ciudad, sé, y me consta deber pagar con sus bienes, y la vida, las perfidias y traiciones que han fomentado y fomentan contra su suelo, contra la humanidad y contra la quietud pública. Defendido así señor Excelentísimo y tomando V.E. inmediatamente las más serias providencias para surtir al ejército de armeros, cureñas, obuses, fusiles y cuantos útiles de guerra, sean en abundancia bastantes para una guerra decisiva; con el apresto de cuantas tropas hay en esa capital para que caminen a primera noticia mía; afirme desde ahora V.E. que yo lo hago con mi vida; que no sólo haremos cumplir a Gaínza con lo estipulado, sino que obligándole cuando menos a dejar el armamento, y sin necesidad de mandar mártires a Lima, daremos muy en breve un ejemplo al mundo, y recogemos todas las glorias, que habíamos sacrificado a las aras de la humanidad, con asombro eterno de los tiranos del mundo, y bajo el presupuesto que las naciones cultas con la Inglaterra, bendecirán las suertes de Chile, que así saben hacer respetar el orden sagrado de los pactos. No es hora ya, Excelentísimo Señor, de trepidar un momento en esta materia, ni V.E. crea en protestas, simulaciones y cuantos más arbitrios quieran dictar los tiranos de esta capital, tenga V.E. entendido que aquellos son la causa de todo y que cuantos males se les irrogue en sus bienes y personas (sin respetar casados ni solteros) son otros tantos grados de honor y gloria que adquirirá Chile en su sistema, y obligará a las generaciones posteriores a bendecir con alegría las sabias manos, que fabricaron el firme edificio de su felicidad. Bien sabe V.E. que nuestros mayores apuros en la guerra, han sido sólo por defecto de fusiles; y suponiendo en el día que a nuestros hermanos, los de Buenos Aires, les sobra demasiadamente armamento de toda clase, soy de parecer que V.E. inmediatamente le haga un expreso a aquel excelentísimo Director, significándole la falta que tenemos de este armamento, y los motivos que nos obligan a ponernos a cubierto de las insidias de los tiranos de nuestros sagrados derechos, con cuyas razones y la injerencia formal que aquel Estado tiene en la conservación del nuestro, no dudo que rápidamente nos socorrerá con dos mil fusiles, que contemplo muy bastantes para doblados enemigos que se opongan al frente; asegurando a V.E. que pondré en esta ciudad tantos soldados de línea cuantos fusiles sean los que se me remitan. Nuestro señor guarde a V.E. muchos años. Talca y Julio 26 de 1814.- Excelentísimo señor.- Bernardo O'Higgins.

Excelentísimo Supremo Director del Estado Chileno.

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