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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Anexos
Documento Nš 24. - CDHI, XXIII, 124-131.

Declaración de José Ramón Guzmán sobre la conspiración contra los hermanos Carrera.

En el propio día, mes y año: continuando su señoría este sumario, e información, hizo comparecer ante sí a don José Ramón Guzmán, vecino, que dijo ser de esta ciudad, de quien por ante mí le recibió juramento, que lo hizo en toda forma de derecho, bajo del cual prometió decir verdad de lo que supiere y le fuere preguntado, y siéndolo al tenor del auto cabeza de proceso dijo: que el lunes veinticinco del pasado mes de enero, habiendo llegado el declarante del campo le dijo su mujer doña Manuela Vallejos al día siguiente martes    estas palabras: “Fray Ignacio Mujica ha estado aquí; dice que te dará destino, que tiene un sujeto que te necesita mucho, y te proporcionará alivió para toda la vida”; que el declarante contestó a su esposa [que] dijera al padre, que se viera con él; que el miércoles veintisiete del mismo, aún sin dar esta contestación llegó el padre Mujica a casa del que declara como a las nueve de la mañana y después de alegrarse mucho de haber encontrado al que expone, pues lo estaba deseando le dijo: “ya tengo destino que darle a Ud., pues tengo un sujeto que lo necesita mucho, y le hará feliz para toda su vida”; que el que declara contestó qué era, y qué asunto; que repuso dicho padre el asunto es muy grave, pero está en nuestra mano tan seguro, que todo está hecho, y que reclasitando [sic] el declarante sobre que se descubriera de una vez, dijo Mujica: es quitar del medio asesinando a estos sarracenos los Carreras, la compañía nuestra, o partido son los Rozinos. Preguntó el declarante quién era el sujeto que se prometía patrocinarlos. Contestó el padre que era de mucha consecuencia, y muy hábil, y que a la tarde le iría a ver para darle la respuesta. Y como persistiese el declarante con la curiosidad de saberlo, le dijo el padre: es el padre Funes, capellán del Carmen, que vive en la quinta del finado Zañartu.

Los individuos que acompañan al proyecto, son don José Gregorio Argomedo y su hijo, don Francisco Pérez, don Antonio Hermida, Rodríguez el secretario que fue de la junta, que es sujeto sabio, y su hermano el capitán, que ha de entregar el cuartel de San Diego, seguro de que tiene muchos adictos a él. Don Ramón Picarte, oficial que es de la brigada de artillería, los escribanos Álamos y Solís, el procurador Urra, y en fin, otros muchos que a su tiempo sabrá Ud. con agregación de bastantes, que aunque no concurren con sus personas lo hacen con dinero, del cual habíamos estado algo escasos, por los muchos gastos que se invierten, pero ahora estamos contentos, porque un sujeto ha contribuido con cuatro mil pesos: por último es mucha la comitiva.

Preguntóle el declarante cuál era el plan proyectado, y contestó el padre Mujica: el plan según el parecer de Rodríguez, había sido convidar al señor Obispo a cierta chacra, que no nombró, para una comida, a la cual se habría de convidar también a los Carreras, y llegándose éstos que los acometiere allí mismo la comitiva, que había de estar pronta, e incontinenti los asesinasen, y luego volviesen a tomar los cuarteles. Que Argomedo no asintió a este proyecto tanto por el escándalo del pueblo, cuanto porque de día habían de ser conocidos los ejecutores y que también no era fácil tomar los cuarteles por ser de día; que el proyecto de Argomedo era fingir peligro en los cuarteles, para que avisando a sus jefes un oficial de cada uno, y saliendo aquellos a la novedad fuesen asesinados en la calle; que el padre Mujica se fue diciendo, por último, que donde se trataba todo esto en junta era en casa del padre Funes; que a la tarde del mismo día volvió el padre Mujica a casa del que declara según le prometió, y le dijo: “váyase Ud. esta noche a la oración a la casa del padre Funes, que puede ser que allí estén todos juntos, y dígale Ud. de mi parte que yo le mando”; que el declarante lo hizo así a las ocho y media de aquella noche, y a tiempo que el declarante entraba, salía de allí a caballo uno que no conoció y manifestaba ser sujeto de suposición; que el declarante dio a Funes el recado de Mujica, por lo cual le hizo aquel mucho cariño, y preguntó si había visto al sujeto que acababa de salir; que el que declara le contestó haberlo encontrado en la puerta, pero que no le conocía; que prosiguió el padre Funes diciendo: ya Mujica me lo ha informado la laya de   sujeto que es Ud. y que entra en nuestro proyecto. Este es un asunto muy grave como Ud. lo sabe de boca de Mujica. Yo sólo repito a Ud. Para que guarde mucho sigilo, pues no lo ha de comunicar a su mujer, ni a persona alguna, y aunque es grave, es cosa hecha. Yo lo protegeré y le haré feliz para toda su vida; que el declarante, no obstante de saber el asunto por el padre Mujica, se lo preguntó al padre Funes, y éste le reprodujo lo mismo que aquél le había dicho, añadiendo que el Presidente de la Junta del nuevo Gobierno que se iba a hacer era Argomedo; todo suyo, y que tenía facultad dicho padre Funes desde ahora para dar empleos y destinos a los sujetos que ayudasen al proyecto, y por lo mismo preguntó al declarante que premio le contentaría; que éste le contestó que el que proporcionaba su mérito en inteligencia, que el mayor riesgo sería el que tomaba a su cargo, que en esta virtud le ofreció el padre Funes al declarante una capitanía y dos mil pesos en plata en que quedaron convenidos; que el padre Funes le nombró los mismos sujetos conspirantes que antes había nombrado el padre Mujica, añadiéndole que los demás los conocería a su tiempo; que el padre Funes y el padre Mujica dijeron al que expone que el dinero que se había gastado y gastase hasta la ejecución del asesinato había de salir de las cajas de la patria, y de los bienes de los Carreras; que el padre Funes dijo al que declara desde ahora corre de mi parte la mantención de Ud. y de su familia. Yo daré al padre Mujica lo necesario para su subsistencia; por ahora tome usted un peso que tengo en el bolsillo; váyase Ud. y el viernes en la noche vuelva que aquí se verá con todos: y si antes fuere necesario yo le llamaré con el padre Mujica; que el declarante se retiró y el jueves veinte y ocho del mismo por la mañana, fue a su casa el padre Mujica, y después de decirle éste que ya conocía a Argomedo al declarante porque en tiempo que había estado de secretario de la pasada junta frecuentaba el que expone aquella oficina, por un pleito que seguía: le dijo, también que aquel mismo día a la noche concurriese a casa del padre Funes a las ocho horas, o antes que allí se verían todos, pues él iba también para allá; que el declarante fue a esta citación cerca de las nueve, donde encontró al padre Funes solo, quien le reconvino, por lo tarde que había llegado, pues ya se habían ido todos los concurrentes, y también el padre Mujica que ahí había estado; y añadió: “váyase Ud. a estar d de su compadre aquí en la Chimba sin moverse, para hablarle allí pronto cuando se llame: no tenga Ud. cuidado por su casa, que ya Mujica lleva todos los auxilios para ella”; que el que declara fue a su casa de una carrera, y allí encontró al padre Mujica en busca del que expone, quien le reconvino también el no haber asistido a la junta, y disculpándose el declarante con prudencia le repuso Mujica: “ha salido de junta por parecer de Argomedo, que los convidados no se encuentren en lo de adelante tres juntos en donde se trata la junta, o acuerdo, sino que se estén en sus casas prontos, y se les avisará lo que se ocurra: yo he dado todos los auxilios para su casa: váyase Ud. a la Chimba a casa de su compadre, para encontrarle allí luego que se necesite”. Que el declarante se retiró de su casa dejando al padre Mujica en ella, y fue incontinenti donde el señor Brigadier Juan José de Carrera y le notició todo lo acaecido; agrega a haberle dicho el mismo padre Mujica, que ellos habían tenido mucho tiempo oculto a don Ramón Picarte, desde el tiempo de su profugación, en el que lo habían mantenido con destino de hacerle pasar a Buenos Aires con recomendaciones y una que le expuso haberle dado el Doctor don Bernardo Vera; que en esta sazón como se promulgase por el Superior Gobierno un indulto para los desertores, mudaron de intento e hicieron que Picarte se presentase impetrando la gracia y conmiseración de los señores con destino de valerse de él para la conspiración que se trata, y ya que da mérito para la formación de este proceso; que es cuanto sabe, y la verdad de cuanto tiene declarado, que es de edad de treinta y seis años, y que no le tocan las generales de la ley con ninguno de los sujetos de que hacemos mención en la declaración expresada, la que siendo leída, e instruido de su tenor firmó a presencia de su Señoría estando presente los tres asesores nombrados, de que doy fe.- Carrera.- José Ramón de Guzmán.- Ante mí, Ramón Ruiz de Rebolledo escribano público.