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El Hurón
NÚMERO II
Comunicado.

Señor Editor de El Hurón.- Reunidos en nuestra tertulia filantrópica, leímos noches pasadas con la reserva necesaria en tan calamitosas circunstancias, el prospecto del periódico titulado El Hurón; y excitado nuestro patriotismo con una empresa igualmente gloriosa que atrevida, determinamos comunicar a Ud. de cuando en cuando algunos pensamientos, observaciones y noticias coherentes al asunto. A Ud. toca calificar su importancia y darles un lugar en sus números según su mérito.

El despotismo insolente del Director solo puede compararse al sufrimiento servil del pueblo. Ocupado de su fortuna y de sus placeres favoritos, nada le importan las atenciones del Gobierno del Estado. Yo entiendo a esta gente, decía uno de sus colegas predilectos: el pueblo se insolenta cuando se le complace; pero obedece si se le intimida; en ninguna parte se manda con más autoridad, ni se obedece con más sometimiento que en la Persia y en el Japón. La experiencia me ha hecho conocer que es preciso gobernar como Virrey: esas teorías democráticas son buenas para otra especie de pueblos y países... Nosotros les daremos después la Constitución que les conviene...

Nadie ignora la arbitrariedad con que se dan licencias ocultas a los oficiales prisioneros, quedando la patria sin rehenes para un caso desgraciado. Allá fue a Montevideo el coronel de las Conchas N. Marañao; en vano reclamó su persona el gobierno de Chile para castigar los horrendos asesinatos de tantos patriotas degollados por esta fiera en el retiro de sus haciendas de campo y en sus propios lechos; había empeños falderos, y a S.E. nada le importa la sangre derramada en Chile por los asesinos. La viuda de... y otras familias del partido antiliberal perciben sus asignaciones de mes a mes, mientras perecen en la indigencia nuestros oficiales y sus dignos hijos. Viene una niña con otro empeño, o se atraviesan los respetos de algún hermano, o se presenta ocasión de ensanchar la bolsa, y allá va un permiso exclusivo que arruina a seis patriotas especuladores. Sale un malvado delatando de conjuración a hombres ilustres y respetables; se les lleva a los calabozos; se forma proceso; resultan inocentes; y se deja al calumniador la elección de su destierro. Llega un aventurero en derrota, propone la conquista de Santa Fe y Ente-Ríos y allá van expediciones sobre expediciones para degollar patriotas y recoger por triunfo la ignominia. Hacienda, dinero, soldados, familias, ciudadanos, pueblos, todo es de la propiedad y del peculio privativo de Juan Martín y sus cointerferentes. ¿Y el pueblo?... Ya Ud. lo ve. Un paralelo entre Buenos Aires y Argel, entre el Dey y Pueyrredón, sería, a nuestro juicio un asunto digno de El Hurón, y nosotros lo proponemos a la deliberación de Ud., señor editor, de quien somos, etc.- LOS TERTULIANOS.