El infame Manuel Vega ha sellado su alevosa cobardía buscando un lugar en las tropas agresoras del país donde vio la luz. Si la traición de este desnaturalizado no pudiera servir de ejemplar a otros viles, el desprecio sería la mejor pena del ingrato indecente, e indigno de ocupar la consideración del Gobierno. Él la tendrá entre sus nuevos amos, con quienes será tan ruin como lo ha sido entre los hombres libres, que por efecto de la generosidad que los caracteriza han sufrido ver realizado el pronóstico que presagiaba su índole servil, perversa, e inaccesible a los favores, y puesto que gozaba en nuestro ejército como Capitán y Ayudante de la artillería. Todo ciudadano está autorizado para matarle como a enemigo público. La patria le niega el agua, y el fuego. El que le franquease el menor auxilio padecerá el mismo suplicio. La muerte ignominiosa es el premio de los traidores. El Gobierno será inexorable en su castigo.
Publíquese en bando, e imprimase.‑ Dado en la Sala de Gobierno, a 17 de septiembre de 1814.‑ José Miguel de Camera.‑ Julián Uribe.‑ Manuel de Muñoz y Urzúa.‑ Agustín Díaz, Escribano de Gobierno.