De la verdad soy amigo
y parcial, de la razón.
Nada por lo común es más difícil que la justa graduación del propio mérito en concurrencia del ajeno. El amor propio, espíritu faccionario, tirano de las pasiones que fomenta y que domina pone tan desaniebla a la razón, que confusa, nada ve y algo si mira, es por tan irregulares principios de óptica, que unas mismas acciones estima sublimes si son propias, y de ningún valor si son ajenas. El interés personal, abogando, pues, en este caso, pretende son sofísticas razones obscurecer la verdad; mas el imparcial, el hombre justo, la descubre y manifiesta, reluciente a la faz del mundo entero. Del centro de la revolución, en medio de conflictos y agravios con el pesado yugo de la dependencia, salieron tres jóvenes [6], que con valor heroico despedazaron las duras cadenas que nos oprimían por espacio de tres siglos. Cimentaron la ilustración; promovieron diversos objetos de utilidad pública; levantaron tropas para la seguridad del Estado. Invadida la provincia de Concepción, caminan a la frente de un brillante ejército y dando pruebas de su valor y patriotismo en los ensayos de la primera batalla de Yerbas Buenas, que obligando al enemigo a una vergonzosa y precipitada fuga hasta San Carlos le presentan batalla, de la que salió completamente derrotado; y el resto de sus fuerzas se refugió a Chillán. Los invictos con intrepidez y valor (dejando una fuerte guarnición para impedir su salida) caminan con la vanguardia del ejército, y reconquistan la ciudad de Concepción y Puerto de Talcahuano; toman varios buques interesantes del enemigo; restablecen el orden, y tomando medidas de seguridad, son aclamados de aquel pueblo, con festivos aplausos por sus libertadores. Reuniendo toda la fuerza, vuelan con la rapidez de un rayo, y ponen sitio a Chillán; mas los falsos amigos del sistema cometieron la vil traición de incendiar la pólvora, de modo que, aprovechándose el enemigo de esta ocasión, acometió con toda su fuerza, y sin embargo fue rechazado, y perseguido hasta su mismo atrincheramiento. Los héroes libertadores levantan el sitio de por falta de pólvora, caballos y municiones, y hallarse muy entrada la estación; mas empero piden auxilio a la capital, y no solamente se les niega, sino que también se les ordena entreguen el mando de las tropas, lo que inmediatamente ejecutan pares evitar diferencias perniciosas por las críticas circunstancias; y a no ser este trastorno, habrían sido concluidos y arrojado el enemigo. Como buenos ciudadanos tratan de cumplir las órdenes del Gobierno, y poniéndose en camino son sorprendidos por una partida enemiga y cargados de prisiones, mas la cruel luciferina envidia que su persecución empezó a tramar, se lisonjeaba de sus tormentos y complacíase en sus ruinas; la rabia ferina de este aspid se fue aumentando por grados, creyendo se frustraban sus ideas, cuando libres se vieron de las prisiones; entonces como desesperada furia, busca medios, pone asechanzas, siembra discordias, infunde sospechas, y propagando noticias falsas, dispone a los incautos, a los imprudentes, a los débiles para que con temerario arrojo propendan a su ruina, y concluyendo con su existencia, diesen prueba de la mayor barbarie; pero el justo cielo volviendo por su inocencia, parece que prepara el premio para los buenos, confusión y vergüenza eterna para los malvados. El 23 de julio fueron aclamados por el pueblo libre, y levantando el estandarte de la libertad, socorren a los desvalidos, organizan una fuerza respetable con la que temblarán los enemigos del sistema.
(Se continuará)
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[6] Alusión a los hermanos José Miguel, Juan José y Luis Carrera (N. del E).