Los militares llevan del Gobierno el buen trato; las pagas y la mejor asistencia. Ya desaparecieron las épocas de la apatía y de la indolencia. Los hombres armados deben corresponder a la patria, que en ellos calcula su conservación. La patria les sacrifica todos los recursos de su alcance, y la Junta tocada íntimamente de su imperiosa insinuación, manda que todo soldado que se halle en la comprensión de Santiago se presente dentro de tercero día a su cuartel. Él recibirá premio según las armas que entregue y circunstancias en que llegue. Los transgresores serán pasados por las armas, con quienes los oculten, o no den noticia siendo sabedores de la ocultación. Quien los descubra tendrá veinte y cinco pesos de premio, recomendándose al Gobierno. Circúlese a las provincias para publicarse bajo las mismas penas.
Sala de Despacho, septiembre 2 de 1814, a las tres de la tarde.‑ Julián Uribe.‑ Manuel de Muñoz y Urzúa.