Cuando la seguridad de la patria amenazada nuevamente por el poder arbitrario de un déspota exige levantar en el momento un pie de fuerza tan respetable, que afiance nuestra existencia; el Gobierno ha deliberado las más importantes medidas y pone en movimiento todos los resortes que dan impulso a los recursos del país. Entre ellos mira como uno de los más ventajosos la instalación de un Regimiento de Ingenieros de la Patria. Tal será el título del brillante cuerpo que van a componer esos miserables esclavos, que con infamia de la naturaleza, y oprobio de la humanidad han llevado pasta aquí el yugo, propio sólo de las bestias. Dentro del término de veinte y cuatro horas, los Inspectores de Policía presentarán al Presidente del Gobierno una lista de todos los esclavos varones de sus respectivas manzanas, capaces de tomar las armas.
Alistados éstos para la formación del nuevo cuerpo militar, quedarán libres desde ese instante.
Su valor (que será apreciado con exactitud) se pagará progresivamente a los amos, con la mitad del sueldo que en cada mes deben gozar los soldados hasta completar su estimación.
Se considerarán capaces de las armas desde trece años para arriba.
Los amos que ocultasen esclavos, los Inspectores que concurran al fraude, y todos los que eludiesen de cualquier modo esta resolución, serán juzgados sumariamente y castigados con la confiscación de la mitad de sus bienes, pérdida del precio del esclavo y un destierro de dos años.
Los Inspectores junto con la lista llevarán consigo a presentar los individuos de ella.
Esta providencia es extensiva a todas las poblaciones del reino; y en las de fuera de la capital, se ejecutará por el Justicia Mayor en toda la comprensión de su mando, dentro del término de los respectivos emplazamientos. La remisión de los esclavos se hará derechamente al Presidente del Gobierno, y los costos se cubrirán del Erario público.
Vamos extinguiendo la degradación del hombre: y los Ingenieros de la Patria agradecidos a la libertad, que ella les franquea, empeñen la robustez de su brazo en salvarla, de suerte que no caiga en manos de un tirano que los vuelva a la ruin condición, de que son extraídos.
Publíquese por bando, imprímase y téngase por circulado.— Santiago, 29 de agosto de 1814.— José Miguel Carrera.— Julián Uribe.— Manuel de Muñoz y Urzúa.— Agustín Díaz, Escribano de Gobierno.
