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El Monitor Araucano
Tomo II. N° 66.- Martes, 2 de Agosto de 1814.
Manifiesto del Gobierno a los Pueblos. Fechado el 25 de julio de 1814, explica las razones de la última alteración política.

Al presentarse un nuevo Gobierno a la frente de sus conciudadanos, nada es tan capaz de adquirir su confian­za como aquella exposición sincera y franca, que coincide con los sentimientos de que con justicia debía estar prevenido el pueblo mismo. Para hablar con hombres irre­flexivos, sería bastante el artificio de la palabra; pero cuando tratamos con los verdaderos patriotas que aspi­ran sólo a la seguridad de los derechos de su país, ratifican en su corazón aún las medidas impensadas de salvarlo; ni necesita el Gobierno de apoyar su exaltación en la ruina y conducta de sus predecesores, ni valerse de otro lenguaje que el de la verdad; y ella formará siempre nuestro carácter.

Si la ocupación de Talca por los invasores de Chile hi­zo adquirir al pueblo la concentración del poder al mando unipersonal, él se puso por sus propios pasos en cir­cunstancias tan difíciles, que excitada su natural delica­deza al menor desvío de las esperanzas que había conce­bido, se creyese más engañado en éstas que en los rece­los que pensaba cautelar con la innovación.

Lo cierto es, que un descontento se había difundido en términos que haciendo zozobrar el crédito de la autoridad, se murmuraba universalmente su arbitraria prorrogación mas allá del bimestre prefijado en la solemne aclamación del 7 de marzo: y debían mirarse marcadas con el sello de la ilegalidad todas las emanaciones de un poder caduco por los principios de su misma institución, y cuya permanencia sostenida un tiempo por la habitud de la fuerza, no dejó de despertar con su mismo letargo el valimiento de ésta para volver por los derechos del pueblo, que sin ella se veía imposibilitado a reclamarlos.

Entretanto una facción, que siempre había sido sofocada en las oscilaciones de nuestra libertad naciente, levantaba su cabeza erguida, insultando con sonrisa a los amantes de la causa americana, como si la proclamación de sus derechos fuese inconciliable con los deseos de la paz, o como si los pactos que la reglaban dejasen a Chile en la obscuridad de su antigua servidumbre. No era el menor aliciente de ese descaro intolerable la persecución activa de aquellos patriotas, cuyo sacrificio será un do­cumento de justificación en el hecho de lisonjear a los ri­vales de nuestra causa; y nosotros nos congratulamos del sufragio uniforme del generoso pueblo, que en la premura de los momentos ocurrió a reunir su alegría al voto de sus diputados, y de las honorables corporaciones, que el día 23 nos depositaron la confianza del mando hasta la deliberación del Congreso.

Pueblos de Chile: vosotros tendréis en breve instalada esta representación apetecida para perfeccionar los mo­vimientos de nuestra infancia civil. Nosotros esperamos con ansia el resultado de la comisión anticipadamente entregada de las reglas directivas de su convocatoria. Entre tanto la ratificación de las provincias, que ha de valorizar el alto empeño que hemos aceptado, encontra­rá, en sus mandatarios los más dedicados protectores del gran sistema, y cuyos esfuerzos por la formación de la opinión y espíritu público, por la seguridad común, y por el aniquilamiento del choque funesto de las pasiones, reduciéndolas a un punto de unidad, serán tanto más ac­tivos, cuanta es la deplorable nulidad política en que se ve constituido el Estado. Pueblos de Chile: vuestra no­ble y eficaz cooperación sólo puede hacer felices las tareas de un Gobierno cuyo único objeto es la prosperidad de la patria. Santiago, 25 de julio de 1814. Carrera.— Uribe.— Muñoz y Urzúa.— Doctor Vera, Secretario.