Buenos Aires. Las cartas particulares aseguran que la fábrica de fusiles está ya en pie asombroso, que los ensayos hechos en la máquina del taladro han sido muy felices, que ella no sólo sirve para taladrar los cañones, sino para limar y hacer otras operaciones, y que en fin debe dar treinta fusiles diarios en poniéndose en acción todo el aparato de la fábrica.