Excelentísimo Señor:
Las tropas del ejército de la patria que V.E. se ha dignado poner bajo mi mando, se hallan en esta misma hora guarneciendo las fortalezas de la ciudad de San Felipe. A su presencia desaparecieron para siempre los instrumentos de la tiranía; y aquel pueblo que por tanto tiempo sacrificó al despotismo su valor y su constancia entre cadenas, hoy recibe a sus libertadores con toda la sorpresa que debe producir el ejemplo de subordinación y disciplina de estas tropas a unos habitantes a quienes se había inspirado el mayor horror hacia ellas por sus antiguos opresores.
El Regimiento de Infantería N° 6 fue el primero que entró a tomar posesión de la ciudadela, bajo cuyos fuegos acreditó tantas veces su intrepidez. Un escuadrón de los valientes Dragones de la Patria les seguía; a éstos los brillantes y bravos Regimientos de Infantería y Granaderos de Infantería, el N° 2, 3, 8, y 9, Granaderos montados, y sucesivamente el resto del ejército. La moderación y aquella serenidad inalterable con que todos ellos acostumbraron a marchar delante de los peligros, distinguía esencialmente el acto de su pacífica entrada. Y felicitando a V.E., por este dichoso acaecimiento debido a sus sabias disposiciones, quedo en comunicarle con la brevedad posible las circunstancias para que no me dan lugar las atenciones de este grande día.— Dios guardo a V.E. muchos años.— Fortaleza de Montevideo, junio 23 de 1814.— Excelentísimo señor Carlos Alvear.–Excelentísimo Supremo Director del Estado.
Proclama
Don Carlos María Alvear, Coronel del Regimiento N° 2, Inspector y General en Jefe del ejército del Este de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Habitantes de Montevideo: el período fatal de la guerra y los desastres ha terminado ya. Apártese del orden de los tiempos su funesta memoria, y sepultando en el silencio más profundo los sucesos marcados con la desolación, y la sangre, entren a ocupar este lóbrego vacío los deliciosos días de la paz, de la unión, y la fortuna. Habitantes: reposad tranquilos en el seno de vuestras familias inocentes. Volved al centro de vuestras relaciones. Las tropas del ejército de mi mando os recibirán en sus brazos con la más estrecha fraternidad. Nadie será osado de perturbar vuestro sosiego injustamente. Su disciplina, y su carácter de humanidad, tantas veces acreditado, no darán margen al menor disgusto. Yo espero que la comportación de este noble vecindario sea análoga a mis deseos.— Fortaleza de Montevideo, junio 23 de 1814.— Alvear.