Por el correo de Buenos Aires se sabe que Montevideo sufre los extremos del hambre y la miseria; la leña se vende al peso, y se queman puertas, y aún la tablazón de los buques; el riguroso bloqueo le ha cortado toda comunicación y socorro. En los buques apresados se le hicieron 580 prisioneros, incluso 30 oficiales de toda graduación. El Gobernador de la plaza envió dos diputados a Buenos Aires implorando un armisticio, después de haber despreciado las proposiciones de paz que se le hicieron anteriormente; se le contestó que entregue la plaza, y que serán tratados los habitantes con consideración y bondad. El Director Supremo publicó una proclama en que recordando cuánto ha solicitado el restablecimiento de la paz, advierte que ya no pueden imputársele los horrores de una lucha entre hermanos y parientes que estremece a la naturaleza.