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El Monitor Araucano
Tomo II. N° 52. Martes 14 de Junio de 1814.
Continúa el asunto del Nº 49. Noticias europeas. (Véanse los números 49, 50 y 51).

Sabemos de mejor origen el disgusto que existía entre Lord Wellington y el Mariscal de Campo don Francisco Espoz y Mina, el jefe de guerrilla más célebre, intrépido y feliz de la guerra de España; mas los lectores verán si puede ser de consecuencia el arresto de Mina por haber quebrantado las justas y bien pensadas órdenes del generalísimo, que prohibían hacer saqueos y depredaciones en los pueblos de la otra parte de los Pirineos. Examinemos ya por qué lado puede romperse la amistad entre España e Inglaterra. Parece que no puede hacerse esto por parte de la España: 1.° porque, prescindiendo de sus obligaciones para con la Inglaterra, ésta tiene hacia los Pirineos como 80.000 hombres entre ingleses y portugueses, y su fuerza marítima es tal, que ninguna potencia que tenga provincias ultramarinas, puede hacerle la guerra impunemente. Ya vemos a la Francia sin sus bellas colonias; al contrario Portugal, aunque débil, conservó sus posesiones ultramarinas. 2.° porque la España jamás confiará en las palabras de Napoleón.

No puede influir en esta ruptura la Austria, porque en el actual estado de las cosas no puede declararse contra la Rusia, Prusia, Suecia e Inglaterra, ni hacer una paz particular sin exponerse a los mayores riesgos. La Rusia tiene fuera de sus fronteras una fuerza formidable; puede decirse que desde el Báltico hasta el Rhin los pueblos están armados en masa por sí mismos contra Napoleón, y todo anuncia que la influencia de éste en Alemania se acabó para siempre. Resta ver si será probable que falte la amistad entre España e Inglaterra por parte de esta última. Bien sé que algunos opinan que  la obstinada negación del libre comercio con las Américas puede terminar en hostilidades. Era pues, necesario que examinemos si es probable que continúe esta negativa de parte de la España. Yo creo que no es probable, principalmente desde que salió de Cádiz el Gobierno español, y porque estoy persuadido de que por muchos años ha de tener el gabinete británico en el de España una influencia poderosa. Pues que por las leyes constitucionales las Américas no son colonias, sino partes integrantes y provincias de un cuerpo político, lo mismo, por ejemplo, que las Andalucías; se viene a los ojos que si las Andalu­cías gozan de comercio libre, deben por la misma razón las Américas gozar de comercio libre. Este raciocinio me parece de gran fuerza, y que será sostenido fácilmente.