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El Monitor Araucano
Tomo II. N° 50. Martes 7 de Junio de 1814.
Continúa el asunto del N.° 49. Noticias europeas. (Véanse Nº 48 y 49. Continúa en el Nº 51).

Es notorio que en estos casos no deben contrariarse disposiciones ni los sentimientos de los habitantes; y según esto los austríacos hallarán muchas dificultades en la conquista de Italia. Todos saben que en 1799 los austríacos ejercieron todo género de persecución contra los que se habían declarado allí por los franceses: ellos confiscaron sus bienes, talaron sus haciendas, aprisionaron y condenaron a muerte a muchos... en fin, el pue­blo se armó contra los austríacos puesto en desesperación. El resentimiento está aún vivo no menos que el de­seo de independencia; lo que persuade que los italianos servirán a los que se la prometan, y se declararán contra la Francia, pero que jamás ayudarán a la Austria para que los divida y subdivida. Añadamos que después de los grandes movimientos de nuestros días el voto de los pueblos es de gran consecuencia. La dominación france­sa en Italia ha habituado al pueblo a una vida militar. ¿Cómo ha de contrariarse la voluntad de un pueblo que tiene 100.000 hombres bien armados y disciplinados?

Mala política es disgustar a una población de 16.000.000. Los reveses de la Francia, las conmociones y trastornos anteriores ofrecen la oportunidad de que todos los pueblos vengan a gozar de una igual medida de libertad. Este es el prospecto que la coalición ha de proponer a los italianos, si quiere tenerlos por amigos; mas si quiere dar a la Francia un aliado poderoso, signifique a Eugenio y a ­Murat que van a ser arruinados y destronados, y a los italianos que la Italia va a ser dividida en provincias para el extranjero.

La condición de la Polonia no es como la de Italia. Sus nobles están siempre divididos entre sí, y viven envidiosos los unos de los otros. Rodeada la Polonia de podero­sos estados, unida la fuerza de estos a la de las facciones interiores, ofrecía dificultades para restablecerla al or­den antiguo. Es infeliz e irremediable la suerte de los pueblos que no saben usar de la libertad; ellos serán esclavos para siempre.

Resta exponer algunas conjeturas acerca de la duración de la amistad entre España e Inglaterra. Como los cálculos políticos no son proféticos fundándose en la actual apariencia y orden de las cosas, y no es posible predecir lo que sucederá en el discurso [decurso] de los tiempos, siendo indefinido el número de las combinaciones posibles; es claro que estas conjeturas sólo han de comprender una corta extensión de tiempo. Los papeles franceses, que se insertan en los de Londres, hablan a las veces de divisiones y resentimientos entre españoles, ingleses y portugueses, así como han publicado discordias, disenterías y otras epidemias existentes entre los aliados del Norte de Alemania antes que pasasen el Rhin. Son pues dudosas las noticias de semejante origen, así como lo es una carta de Cádiz de noviembre en que se inserta un artículo de una carta del general Ballesteros; porque dicha carta de Cá­diz se ha sacado del diario de París de 7 de diciembre último.

 

(Se continuará).