ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

El Monitor Araucano
Tomo II. N° 39. Viernes 29 de Abril de 1814.
Sin título ["El siguiente artículo es..."]. Transcribe "Discurso del Príncipe Regente de Inglaterra al Parlamento el 4 de noviembre último", relativo a la situación de Europa. (Concluye en el Nº 40.)

El siguiente artículo es, entre otros respectos, intere­sante por su relación con los sucesos actuales de Europa y de trascendencia general.

Discurso del Príncipe Regente de Inglaterra al Parlamento
el 4 de noviembre último

Señores y Caballeros:

Con el más profundo dolor os anuncio de nuevo que continúa la lamentable indisposición de Su Majestad.

Los grandes y espléndidos sucesos con que se ha dig­nado la Divina Providencia bendecir las armas de Su Majestad y las de sus aliados, en el curso de la presente campaña, ha sido productiva de las consecuencias más importan­tes pare Europa.

En España, la gloriosa y decisiva victoria de Victoria, fue seguida del avance de las fuerzas aliadas hacia los Pirineos, --de la repulsa del enemigo en los ataques que hizo para recuperar el país que fue compelido a abandonar,-- ­de la reducción de San Sebastián, __y finalmente de haber­se colocado el ejército aliado en las fronteras de Francia.

En esta serie de brillantes operaciones habréis obser­vado con la mayor satisfacción la consumada prudencia y habilidad del Mariscal Wellington, y el invencible espíritu de las tropas de las tres naciones unidas bajo sus órdenes.

La terminación del armisticio en el norte de Europa, y la declaración de guerra de Alemania a la Francia han sido felizmente acompañadas de un sistema de cordial unión entre las potencias aliadas.

Los efectos de esta unión han sido superiores a cuan­to se esperaba.

Por las insignes victorias obtenidas sobre los ejércitos franceses en Silicia, Culm, Denevitz, los esfuerzos del enemigo para penetrar hasta el centro del Austria y Pru­sia fueron completamente frustrados.

Estos sucesos fueron seguidos de operaciones combi­nadas con tal juicio, y ejecutadas con tal consumada prudencia, vigor y habilidad, que no sólo desconcertaron to­dos aquellos proyectos enunciados tan presuntuosamente por el Gobernador de la Francia al renovarse la contien­da, sino que apresaron y destruyeron la mayor parte del ejército que él mandaba por sí mismo.

Los anales de Europa no ofrecen ejemplos de más bri­llantes y decisivas victorias que las que acabamos de ob­tener en Sajonia.

Mientras la constancia y gallardía de los aliados ele­van a la cumbre de la gloria su carácter militar, me per­suado que convendréis conmigo en rendir el merecido tributo de aplauso a los soberanos y príncipes que, en la sagrada causa de la independencia nacional, se han dis­tinguido tan eminentemente mandando en persona los ejércitos de sus naciones respectivas.

Teniendo esta gran perspectiva a los ojos, confío con toda seguridad que me pondréis en estado con vuestra asistencia de dar los necesarios auxilios para sostener un sistema de alianza, que originado principalmente de las miras magnánimas y desinteresadas de la Rusia y segui­do con energía por los otros aliados, ha variado todos los negocios del continente.

Se os presentarán copias de las varias convenciones, que he celebrado con los poderes del norte, luego que se concluyan sus debidas ratificaciones.

Pongo en vuestra noticia que he concluido un tratado de alianza y concordia con el Emperador de Austria, y que la poderosa liga ha recibido nueva fuerza con la de­claración de Baviera contra la Francia.

Confío que veréis con particular satisfacción renovar­se nuestra amistad con el Gobierno austríaco, y que apreciando justamente el valor de la adhesión a la causa común de aquella gran potencia, os preparareis en cuanto podáis, a ponerme en estado de sostener a su Imperial Majestad en la vigorosa prosecución de la guerra.

La guerra entre este país y los Estados Unidos de América, continua aún; pero tengo la satisfacción de informaros que los esfuerzos de aquel Gobierno para conquistar al Canadá se han frustrado por el valor de las tropas de Su Majestad y el celo de sus vasallos de América.

Mientras la Gran Bretaña se une con los aliados, ha­ciendo los u1timos esfuerzos contra el enemigo común de las naciones independientes, es muy doloroso haber ha­llado un enemigo en el Gobierno de un país cuyos verdaderos intereses están ligados con los nuestros, y han de resultar del éxito de la coalición actual.

El mundo sabe que este país no fue el agresor en la guerra de América.

Hasta ahora no he visto en aquel Gobierno disposicio­nes para terminar la guerra, de las cuales me había aprovechado para el bien de los vasallos de Su Majestad.

Siempre estoy pronto a entrar en discusiones con aquel Gobierno para terminar las diferencias existentes por una conciliación sobre principios de perfecta reciproci­dad y sobre las máximas establecidas de la ley pública, y derechos marítimos del imperio británico.

Caballeros de la Cámara de los Comunes:

He mandado que se os presente el cálculo de lo que ha de gastarse el año entrante.

Yo lamento la necesidad de tan extensos gastos, pero confío que juzgareis que son inevitables considerando la magnitud y naturaleza de nuestros militares esfuerzos.

Yo os congratulo por las mejoras y estado floreciente de vuestro comercio, y espero firmemente que la abundancia de bendiciones que hemos recibido de la bonda­dosa mano de la Divina Providencia el año presente, aliviará al pueblo de Su Majestad y producirá un aumento con­siderable en muchos ramos de la renta publica.

(Se continuará).