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El Monitor Araucano
Tomo II. N° 26. Viernes 11 de Marzo de 1814.
Sin título ["Ciudadanos: al anunciaros que ha..."]. Decreto en que se comunica la muerte del Coronel Carlos Spano y dispone homenaje.

Ciudadanos: al anunciaros que ha muerto el Coronel don Carlos Spano, sé que un triste silencio sobrecogerá a cada uno de vosotros y que penetrados de la desgracia que en esto ha sufrido la patria, lloraréis la pérdida del valiente y distinguido héroe de Talca. Cuando cada uno de vosotros ha sido testigo de las virtudes, servicios y amor a la patria de este benemérito e incomparable ofi­cial, yo solamente os haré presente los últimos sucesos de su vida, para rendir de este modo el homenaje debido a la memoria del primer europeo ciudadano de Chile.

Invadido [invadida] Talca por una respetable división enemiga en circunstancias que se hallaba sin guarnición alguna, el heroico Spano sostuvo la plaza, haciendo una vigorosa defensa por más de dos horas, sin otro auxilio que vein­te fusileros, tres cañones con setenta artilleros y treinta lanceros. Contestó al invasor que sólo después de su muer­te ocuparía la ciudad que estaba encargada a su cuidado; y cuando ya el enemigo era dueño de todas las calles de la ciudad, y de las cuatro entradas de la plaza mayor, cuando el valiente Gamero, único oficial que sostenía todavía el fuego contra el enemigo, quedó muerto al pie de su cañón, otro de los oficiales dijo a nuestro héroe: “ya hemos hecho cuanto pide el honor, huyamos ahora; aún hay una calle descubierta”. Mas este hombre digno por todos títulos de nuestra admiración y gratitud respondió: “Aún no es bastante, yo debo sobrevivir a la desgracia de la patria. Y observando entonces que los enemigos aco­metían a quitar la bandera tricolor que se elevaba en el centro de la misma plaza, corrió presuroso por entre el tropel de los tiranos y abrazándose de ella, cubierto de he­ridas, su voz balbuciente, pronunció por últimas pala­bras: “Muero por mi Patria, por el país que me adoptó en­tre sus hijos”.

Chilenos: yo no os presento a Spano abandonando la opinión de sus protervos paisanos por sostener la libertad de vuestro país; no os le presento vencedor de Chillán el día tres de agosto y ocupando casi toda aquella ciudad; tampoco cuasi abrasado en el incendio del mismo día 3 por defender una de nuestras baterías; no le miréis orga­nizando a instruyendo la fuerza que ha salvado la pa­tria; ni le consideréis como uno de los mejores oficiales que han existido en América y que tal vez no conocía otro superior en su línea; os lo presento solamente en los últimos instantes de su vida defendiendo a Talca, infun­diendo valor al pequeño número de sus defensores y respec­to [sic] a los tiranos, y sé que vuestra gratitud hacia las res­petables cenizas de este ilustre ciudadano no tendrá lími­tes, y que recordaréis su memoria con el más tierno agra­decimiento mientras exista el nombre sagrado de la pa­tria.

En fuerza de todas estas consideraciones, he venido en decretar lo que sigue:

1° Luego que se reconquiste Talca, se levantará en medio de la plaza mayor de aquella ciudad una pirámi­de con esta inscripción: La patria agradecida al Héroe de Talca, Spano.

2° Se grabará también su nombre en la Pirámide de la Fama, con la distinción de que sea inscrito con letras de oro.

3° En todos los cabildos del Estado se registrará este Decreto.

4° Luego que se concluya la guerra, el Estado hará do­nación a su apreciable familia de un fundo cuyos produc­tos sean suficientes para que se sostenga; y en el entre tanto, se asignará a su viuda una pensión de cien pesos mensuales.

5° Se celebrarán en esta capital a costo del Estado, exequias fúnebres por su alma con asistencia mía y de to­dos los cuerpos públicos, y con la mayor pompa y solem­nidad.

Tal es el premio que la patria dispensará a los virtuo­sos ciudadanos que siguiendo los pasos de este benemérito oficial, no dejen a los tiranos esperanzas de subyu­gar al país que ha proclamado su libertad, y que tiene hijos esforzados que morirán antes que ver ultrajados sus derechos, y la gratitud pública será mayor con la preciosa porción de europeos que contrarios a la opinión gene­ral de sus feroces paisanos, miran como su patria el sue­lo que les ha distinguido y colocado en un grado de for­tuna que jamás pudieron esperar.— Santiago, 11 de mar­zo de 1814.— Antonio José de Irisarri.— Mariano de Egaña, Secretario.