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El Monitor Araucano
Tomo II. Extraordinario. Miércoles 9 de Marzo de 1814.
Sin título ["Está bajo la prensa..."]. Consideraciones sobre un manifiesto del Cabildo, de 7 de Marzo, relativo al reciente cambio de Gobierno.

Está bajo la prensa el manifiesto mandado publicar por la Municipalidad y el soberano pueblo: aquel papel sublime llena su objeto plenamente, y nada hay que aña­dir a su exposición acerca de los sólidos y urgentes moti­vos que mandaron imperiosamente hacer la deseada con­centración de la autoridad suprema. El acto fue digno de un pueblo libre, celoso de sus derechos y seguridad; y todas las circunstancias que lo acompañaron anuncia­ron su virtud y moderación. Es satisfactorio para el ob­servador reflexivo ver un pueblo numeroso reunirse sin sombra de desorden anárquico, adoptar medidas sabias recomendadas por los mayores políticos del mundo, y aprobadas por la historia de las naciones cultas, y siem­pre coronadas por el suceso; exponer sus deseos y pensa­mientos al cuerpo municipal, que es el padre y consejero del pueblo, y aún esto por el órgano de un representante para evitar la confusión. ¡Ojalá tuviesen una exacta no­ticia de este acto los sofísticos cómplices de los tiranuelos, y venales seductores de la plebe, que afectan creer que la actual revolución es sostenida por cuatro ambiciosos! Esto mismo debe confundir a los que opinan que los pue­blos no son capaces de dar un paso con acierto, y que deben ser tiranizados por necesidad. La acta siguiente es un documento de todo lo expuesto. Es circunstancia digna de atenderse que la fuerza armada no hizo más papel en el acto presente que como parte del pueblo: los beneméritos y bravos Blanco y Cotapos, comandantes de artillería y Voluntarios, dijeron en la junta que ellos profesaban obedecer a la autoridad formada y reconocida por el soberano pueblo. Igualmente vivirán en la memoria de sus conciudadanos los que en aquella junta sostuvieron los derechos populares con tanta libertad, moderación y desinterés. El pueblo está, pues, satisfecho, y debe plegarse su entusiasmo y ardor teniendo a su frente a un Lastra[1], y en las corporaciones a hombres de bien, firmes, patriotas, y prontos a sacrificarse por él. Entre tanto, todo se actúa vivamente.

 

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[1] Francisco de la  Lastra (N. del E).