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El Monitor Araucano
Tomo II. Extraordinario.- Sábado 5 de Marzo de 1814.
Noticias del Ejercito del Sud. Parte de Juan Mackenna sobre el combate de Membrillar.

Excelentísimo Señor:

Con esta fecha, digo al señor General en Jefe lo que copio:

Teniendo distintos avisos que el enemigo estaba reuniendo sus fuerzas para rodear y atacar esta división, determiné batirle en detalle, o parte de sus fuerzas, así para impedir la indicada reunión, como para llamar la atención del enemigo y favorecer las operaciones de V.S. contra la frontera conforme me lo tiene prevenido.

En Caimaco, al otro lado de [río] Itata, y a la distancia de tres leguas de este campamento, se halla situada la división de Urrejola, cuya verdadera fuerza no he podido averiguar, así por la variedad de las partes, como por la ignorancia de los espías. En Cuchacucha, hacienda del citado Urrejola, distante tres leguas de este punto y cerca del río Ñuble, tuve aviso fidedigno de estarse reunien­do fuerzas considerables al enemigo. Determiné atacar este punto con preferencia al de Caymaco, no sólo por no haber río que atravesar, sino porque lo escabroso del te­rreno era más a propósito para las maniobras de infantería, que se puede decir es la única fuerza de esta división por la falta de caballos, al paso que los enemigos tienen muchos y en el mejor estado.

A las doce de la noche de ayer 22, dejando al mando del campamento al Coronel y jefe del Estado Mayor don Marcos Balcarce, y llevando por segundo al de igual clase don Andrés de Alcázar, me puse en marcha con la división de ataque compuesta de 300 fusileros, 40 dragones, 2 piezas de artillería y varios oficiales de milicias. Poco después de amanecer llegó la división a Cuchacucha, cu­yas casas halló desiertas y que el enemigo había repasa­do el [río] Ñuble, ínterin descansaba y tomaba algún refresco la tropa se dispuso que dos piquetes saliesen a recorrer el campo y recoger el ganado perteneciente a Urrejola. Este movimiento siendo observado por el enemigo desde la orilla opuesta del Ñuble, repasó este río en mínimo de 150 hombres aproximadamente; pero atacada por la gue­rrilla del Teniente Coronel Bueras, se retiró a las alturas inmediatas desde donde destacaba pequeñas partidas a tirotear, las que fueron perseguidas por dicha guerrilla, y un piquete de voluntarios al mando del Alférez Allende (quien fue contuso) cuya intrepidez y ardor de su tropa les hizo avanzar tanto que costó repetidas órdenes y la pérdida de mucho tiempo en hacerlas reunirse a la división.

Viendo, a las diez del día, que el enemigo ni atacaba, ni se le podía alcanzar por la bondad de sus caballos, la división se puso en retirada para restituirse al cam­po, lo que hizo sin novedad hasta la mitad del camino cuando el enemigo habiendo recibido fuerzas considera­bles de la división de Urrejola (y creo también de Chillán, que sólo dista de cuatro a cinco leguas de Cuchacu­cha) intentó cortar la guerrilla del Teniente Coronel Bue­ras; pero éste, con su acostumbrada intrepidez, hizo frente por todas partes hasta que fue auxiliado por las demás tropas, en particular por el valeroso Sargento Mayor de Auxiliadores de Buenos Aires don Juan Gregorio de las Heras, quien con 100 hombres de su cuerpo, y bien sostenido por el Capitán Vargas del mismo, avanzó en el mayor orden sobre el enemigo y le obligó con pérdidas considerables a replegarse a una altura inmediata, que dominaba la posición que ocupaba nuestra tropa, por cuyo motivo y por haberse inutilizado las dos piezas de artillería, habiéndose roto el eje de la cureña de una y que­dado atascada la lanada en el ánima cónica de la otra, determiné variar de posición y tomar una altura que franqueaba la del enemigo. La maniobra se hizo en el mayor orden, y desde el nuevo punto se desafiaba al enemigo que sin embargo de tener 500 a 600 hombres, sólo trató de recoger sus muertos y heridos y retirarse; lo que veri­ficó en orden, no siéndonos a nosotros posible atacarlos por la falta de caballería.

Después de haber acomodado en parigüelas los dos únicos heridos que no se hallaban en estado de retirarse por sí, se puso en marcha la división para el campamento, donde entró a las cinco de la tarde en medio de las aclamaciones de sus compañeros y llevando adelante el gana­do referido, algunos caballos ensillados y fusiles (cuyo número aún se ignora) quitado a los enemigos.

Nuestra pérdida de sólo tres muertos, ningún prisionero, y ocho heridos, los más levemente, parecerá increíble a cualquiera que hubiera presenciado la viveza del fuego, que fue por algún tiempo a tiro de pistola. Como los enemigos estaban formados en pelotón, casi no se perdía tiro y se veían claramente caer a muchos, en particular en­ tres balas de cañón que sólo alcanzó a tirar el Capitán García. El siguiente rasgo de valor personal no debe se­pultarse en olvido. Un cabo del Cuerpo de Auxiliadores de Buenos Aires, Manuel Araya, viendo a un oficial enemigo que con suma intrepidez animaba sus tropas, mar­chó sobre él, mátalo y vuelve montado en su caballo a su formación. Otro oficial fue muerto por la partida de Gra­naderos mandada por el Capitán graduado don Bernardo Cáceres.

Como el enemigo tiene la invariable costumbre  de retirar sus muertos y heridos en el momento que caen, no es posible decir con certeza su perdida, pero sí aseguro que ha sido muy considerable.

Los jefes de los cuerpos, oficialidad y tropa se porta­ron con la mayor intrepidez, y mi segundo el Coronel Al­cázar, me auxilió infinito, particularmente durante la de­cidida maniobra de mudar de posición bajo el fuego del enemigo.

La transcribo a V.E. para su satisfacción y para evitar la demora que su comunicación había de resultar viniendo por el conducto del señor General en Jefe.

Dios guarde a V.E. muchos años.— Membrillar, 23 de febrero de 1814.— Excelentísimo Señor Juan Mackenna.— Excelentísimo Supremo Gobierno del Estado Chileno.

***

Mackenna, a las 9 de la noche dice lo que sigue:

Una gue­rrilla enemiga robó la noche del 24 unas cargas de víveres que de Talca se remitían al Membrillar. Salió a buscar­las el valeroso Coronel don Andrés de Alcázar, la encontró, quitó dichas cargas, hizo doce prisioneros y quitó bastante ganado. Por dichos prisioneros se sabe que Olate está en el Portezuelo de Durán, con 200 fusileros, para pasar esta noche de hoy 25 a Quirihue; por lo que US. se reunirá a esta división auxiliadora con los solda­dos y víveres que tenga en esa villa. Consta igualmente que la fuerza enemiga se reúne para atacar a nuestra división. Urrejola con la suya está en su hacienda de Cu­chacucha. Elorriaga, con las divisiones de Rere, está en el Roble.

Se avisarán estos riesgos al Teniente de artillería don Pedro Trujillo, que viene de Concepción con fusiles inútiles, para que siga su camino por la costa. Igual parte se dará al Comandante de Cauquenes para que se repliegue a Talca con tropa, caballos y caudales. El General en Jefe con las noticias antecedentes, dice con fecha 22, que si se reúne la fuerza enemiga para atacar nuestra división ocurrirá a auxiliarla. Parecen estos los últimos esfuerzos enemigos, y exigen que la división de Talca sal­ga contra Cauquenes y Quirihue a auxiliar también esta división, cuyos individuos están resueltos al ultimo sa­crificio que exija su defensa.