El pueblo de Buenos Aires, para dar más rapidez a los negocios y en consideración de las actuales circunstancias, ha concentrado la Suprema autoridad Ejecutiva colocándola en uno solo con el nombre de Supremo Director del Estado; recayó el nombramiento en el ciudadano Gervasio Posadas, que publicó la siguiente proclama:
El Director Supremo del Estado a los Pueblos de las Provincias Unidas
El sufragio de vuestros representantes me ha confiado la Suprema Magistratura. Esta carga tan pesada para mí, será útil para vuestro sosiego y felicidad, si vuestra unión corresponde a mis deseos, y vuestros esfuerzos a mis disposiciones. Mucho habéis hecho por la gloria de la patria; pero ella tiene derecho a esperar aún mucho más. La fortuna que presidía a nuestras empresas, ha mostrado su inconstancia. Se presentan grandes peligros que vencer: es preciso conquistar una paz gloriosa, por el camino de la victoria.
La sangre preciosa de tantos ilustres ciudadanos derramada en el campo de batalla, demanda nuevos sacrificios. Todo debe posponerse a la conservación de nuestros derechos, y a la necesidad de evitar que hombres enfurecidos por el fanatismo, o ciegos por el deseo de invadir nuestra inocente libertad, hollen con pies sacrílegos las cenizas sagradas de los vencedores de Tucumán, Salta y Montevideo. Compatriotas: venceremos si vuestros esfuerzos se apoyan en la unión; si no olvidáis que la vida de un ciudadano pertenece a su patria, y que es un peso insoportable, cuando no se vive sino para sufrir. Venceremos, si sabemos vencernos; y si sofocando el espíritu de ambición y de partido os sometéis a la dirección de vuestros magistrados. Jamás puede establecerse la libertad sobre bases de anarquía. Sin la obediencia de los pueblos, la autoridad es una quimera, un fantasma ridículo; sin subordinación no hay orden; sin orden la administración es un caos que con la fortuna del Estado absorbe las fortunas particulares.
Aceptando la suprema magistratura yo he jurado en la presencia augusta de vuestros representantes, el desempeño fiel de mis deberes: a vosotros toca cumplir los vuestros. Tendréis un Gobierno justo, que si en la recompensa no verá más que el verdadero mérito, será inflexible contra el crimen. Sin la justicia, no hay en la sociedad más que partidos opresores, y víctimas. Tendréis un Gobierno moderado, pero no débil. La energía es el fundamento del orden, y la fiel conservadora de los Estados. Se protegerá la libertad, pero se enfrenará la licencia. Tendréis, en fin, un Gobierno más celoso de vuestro sosiego y felicidad, que de su gloria personal.
Ciudadanos: yo reclamo en mi personal situación el socorro de vuestras luces, y de vuestros esfuerzos, y lo espero de vuestras virtudes y de vuestros sentimientos. Si lo exigieren la inminencia de los riesgos, todos correremos a las armas para acabar esta larga lucha, que llena de sangre el continente. Las Provincias Unidas serán libres, y felices; gozarán del beneficio inapreciable de la paz. Todo será obra de vuestro patriotismo y la más digna recompensa de nuestras fatigas.— Buenos Aires, 31 de enero de 1814.— Gervasio Antonio de Posadas.
