“Cuando considerábamos la irresolución, falta de previsión y medidas paliativas, que hacen parte del carácter del ministerio británico, junto todo con las eternas disputas del partido de oposición en el Parlamento, preveemos que el resultado de los preparativos magníficos para la guerra de España darán nueva fuerza a los principios de aquellos que excluyen enteramente toda teoría de la política, y que piensan que ésta debe fundarse en el conocimiento de las circunstancias actualmente existentes, en el testimonio de la historia.
Otra gran dificultad se ocurre en la guerra de España, que no se ha considerado, y es que un gran ejército requiere inmensos fondos para sostenerlo. ¿El Gobierno británico hará todo este gasto inmenso, o serán bastante a cubrirlo las rentas de la España convulsa de un extremo al otro? Es natural suponer que en ella y en la crisis actual no se colecten las rentas con la acostumbrada regularidad, y que muchos individuos emigren con sus caudales. Esto debe producir el robo de las iglesias y el de los nobles; ¡y estos crímenes serán aprobados por los ingleses! Todos preveerán las dificultades que por esta parte han de envolvernos. Vengamos ya a la conducta que deberemos seguir respecto a la forma de gobierno que adoptarán los españoles. Si suponemos que vuelvan a España los príncipes que están presos en Francia, habremos seguido un plan de que el enemigo puede sacar ventajas para sí y en contra nuestra. Si ofrecemos a los españoles el príncipe español que huyó al Brasil con el Príncipe Regente, tendremos que sostener a un usurpador contra los derechos del heredero legítimo de la monarquía. Si los españoles muestran aversión a toda la casa de Borbón, tendremos que sostener una república, o admitir las pretensiones de algún jefe que se ponga al frente de la nación; si se erigen en república, pueden verse en los discursos de Maquiavelo, sobre Livio, libro I, capítulo 16, las dificultades que amenazan a un pueblo en la conservación de su libertad después de haber estado por tan largo tiempo bajo un gobierno absoluto. Aguardar los acontecimientos sin tener un plan fijo de conducta, será probablemente la conducta que adoptarán nuestros ministros; y como esto los excluye enteramente de toda influencia en los sucesos, se limitarán a las acostumbradas medias medidas, mientras los españoles en vista de las futuras calamidades que sólo pueden evitar con la vigilancia, pedirán se aparte el severo amor de la justicia, y aún olvidarán los beneficios que han recibido de la Inglaterra”.
