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El Monitor Araucano
Tomo II. N° 12.- Martes 18 de Enero de 1814.
Comunicación interceptada de Montevideo. Situación de esa plaza.

Por esta correspondencia se sabe lo siguiente:

El gran número de habitantes acumulados en la plaza, el calor de la estación, alguna escasez, y la falta de comodidad, y vigilancia del Gobierno, tenían en los hospitales 700 enfermos. Se recelaba que en el estío se agrava­sen los males. Por la última revista se hallaban en la pla­za seis mil hombres de armas, de los cuales cuatro mil eran veteranos. Se esperaba nuevo refuerzo de tropas de Cádiz y Vigo, de modo que la expedición de ultramar as­cendiese hasta cuatro mil hombres. La escasez de nume­rario era ya extrema, aunque por la fragata Aurora, te­nían dinero para dos meses, lo que les impedía empren­der operaciones militares. No querían exponer acción al­guna, y sabían que sin caudales no podían ejecutar un desembarco en las vecindades de Buenos Aires. Medita­ban atacar a los sitiadores por la espalda en llegando to­do el refuerzo, pero carecían de caballería, sin la cual serían cortados. Por esto ansiaban y solicitaban la cooperación del Brasil, donde habían enviado emisarios. No tenían certeza del auxilio del Brasil, aunque se aseguraba que habían preparativos en Río Grande [do Sul]. Aunque el sitio traía tantos males a la plaza, se deseaba en ella que no se destacase para el Perú, alguna parte de la fuerza sitiado­ra. Esta fuerza ascendía según ellos a cinco mil hombres, llenos de osadía y entusiasmo; habían tirado y fortificado con regularidad una paralela a la muralla de la plaza. Lo más interesante de esta comunicación es que el enviado de la Gran Bretaña, cerca del Gobierno español, se opu­so muy vivamente a la remisión de tropas de Cádiz, has­ta el punto de pedir sus despachos; ellos le fueron otor­gados; se mandó partir para el ejército las tropas ingle­sas residentes en Cádiz e Isla, y se realizó la primera ex­pedición. Según esto, y como las miras del Brasil están siempre unidas a las de la Inglaterra, no parece que de­ben esperar los de Montevideo, la cooperación activa del Brasil. Y, sin embargo, la fuerza de Montevideo, sea cual fuere, no puede obrar contra Buenos Aires, sin que suce­da una de dos cosas; o que el Brasil obre activamente con sus tropas, o que Buenos Aires levante el sitio.