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El Monitor Araucano
Tomo I. N° 92. Jueves, 11 de Noviembre de 1813.
"Articulo comunicado por M. M.". Relativo a las tendencias de la revolución americana.

La revolución americana, siempre se manifestará por uno de los sucesos más dignos y memorables en la historia de las naciones. Ella no ha sido meditada por la ambición y orgullo de los tiranos, cuyos triunfos precedidos de la desolación, los horrores, y la muerte, eran por consiguiente la más dura opresión e infelicidad, el preciso resultado, o mas bien el fruto de las perversas ideas de un sólo hombre. Todos los demás prosternados, ante él supersticiosamente lo veneraban corno un Semi Dios, y aún recibían, por beneficios; las plagas más terribles, porque venían de su mano.

Cuan distinto y laudable es el objeto que se propone el nuevo continente en su convulsión política. Restituir a su primitiva libertad inmensos pueblos para posesionarlos en el goce de sus derechos; dictarse leyes suaves y benéficas para su conservación, utilidad y régimen interior; adelantar su ilustración por medio do las ciencias y las artes; fomentar los ramos de su industria nacional y todos los manantiales de la felicidad pública; y en fin, acreditar de verdaderos hombres a los que la arrogancia europea tuvo el descaro de dudar si lo eran. Tales son los fines que promueve; no el mero capricho o particular conveniencia de un individuo, sino la misma razón sancionada por el voto general y uniforme de millones de infelices, que han jurado exhalar los últimos alientos en las aras de su patria, por mejorar su suerte y la de sus descendientes. ¡Qué contienda tan noble y tan heroica en obsequio de la misma humanidad! Ella, cuando en sí es un lauro eterno para el nombre americano; es de perpetuo oprobio, excecración a ignominia a sus enemigos, como opuestos a la causa más natural y justa que emprendieron los mortales. Ah, la posteridad más remota escasamente creerá, hubo hombres tan impíos, tan débiles y tan insensatos.

Convencido el pueblo chileno de estas verdades, tiempo es ya despliegue de una vez su energía y entusiasmo; no sea sólo el ínclito Buenos Aires quién ocupó las páginas de la historia y arrebate la admiración de los siglos: tomemos una parte activa en la obra en más grande que hasta ahora presentan los fastos del universo. Compatriotas, no creo que la influencia del clima por la aproximación de los helados Andes sea motivo de este desmayo, o falta de electricidad: la memoria de nuestros ilustres progenitores, sus timbres, y sus glorias, alto honor del belicoso Arauco, anuncian lo contrario. ¡Preciosos manes, vosotros calmáis desde la morada umbrosa por una justo satisfacción, y los generosos chilenos no podrán menos que aplacaros! En tal caso, nuestro nombre será cuan grato y recomendable a las edades futuras sobre las frías cenizas y al borde de los sepulcros, cuando ya no existamos, parece veo acercarse a nuestros caros nietos, y entre los torrentes de lágrimas que tributaran agradecidos a la tierna memoria de sus libertadores, colmar de bendiciones y encomendar sus espíritus al Eterno.