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El Monitor Araucano
Tomo I. N° 90. Sábado, 6 de Noviembre de 1813.
"Proclama del Gobierno". Dirigida a la provincia de Concepción. Objetivos perseguidos por los realistas en la guerra presente.

Provincia de Concepción: Habéis sufrido todos los males consiguientes a una guerra inopinada, y en que el Gobierno no pudo preparar todas las providencias que os salvasen de los desórdenes de algunos subalternos, que abusando de la confianza de los superiores, tratan de satisfacer su codicia, y demás pasiones criminales. Pero contad con la primera de nuestras satisfacciones, la paternal resolución con que vuestro Gobierno, abandonando todos los cuidados del Estado, ha volado al teatro de la guerra, para oír vuestros clamores, vengaros de los ultrajes padecidos e indemnizaros en cuanto se halla a sus alcances, y a las facultades del Erario. Marchad presurosos a consolaros y exponer vuestros males a unos hombres, que acompañándoos en el dolor de vuestras desgracias, sólo aspiran a remediarlas. No olvidéis tampoco que el origen de estos males ha provenido de la agresión más injusta y del abuso más escandaloso de la amistad, la confianza y la inocencia. Preguntadles a esos tiranos, que hoy hipócritamente, proclaman la religión, y la humanidad, si acaso hallaron alguna vez que estos divinos principios les dictasen la invasión inopinada de unos pueblos inocentes y religiosos. Preguntadles cuáles son los bienes que os convidan. Hasta ahora sólo visteis un buque cargado de obstinados y despreciables europeos, todos graduados de oficiales para venir a mandar vuestras tropas, sin confiarse ni aun en los partidarios que mantenían en este reino. Hasta ahora sólo sabéis que se tentaba de formar tan numeroso ejército de vuestros hijos para pasarlos a las Provincias del Río de la Plata a pelear con vuestros hermanos, para destruirnos mutuamente y en donde vuestros males pudiesen ser consolados siquiera con las lagrimas de vuestras madres y esposas. Hasta ahora no os han dicho si os dejarán en el libre comercio que gozabais: en la posesión de ver llamados a los empleos vuestros hermanos y paisanos; de libertaros de remitir a España cuantos caudales producía vuestro precioso suelo y el sudor de vuestra frente; si podréis trabajar y vender las obras de vuestra agricultura eindustria a todos los hombres, o solamente a los comerciantes de Cádiz; si invadidos por algún extranjero tendrán ellos fuerzas, marina y amor para defendernos; lo que jamás hicieron en tres siglos; si ya vuestros sacrificios, y los servicios que les hagáis merecerán que un americano sea apreciado, o siquiera correspondido de los europeos; si componiendo la América la mitad de la tierra, y su población española 17 millones, le han concedido una voz igual para tratar de los beneficios públicos, a la que tiene el pequeño y conquistado rincón de España; si os ha dicho quién es ese Abascal que pretende el Imperio de Chile; dónde están sus poderes, y las órdenes de Fernando que proclama.

Si en el momento en que deben lisonjearos para seduciros, nada de esto os han dicho, y sí por el contrario sabéis que su Constitución y las Cortes os han prohibido casi todos estos bienes, por leyes expresas y constitucionales; si la experiencia os enseña que a los americanos que les entregaron a Caracas los envenenaron; que Goyeneche y Tristán, esos infelices americanos quo vendieron su patria y su sangre por servirlos marchan prófugos y esperando la muerte a cada momento; que la ciudad de Méjico no ha recibido hasta ahora otro premio de su resistencia a los patriotas que los insultos públicos con que aquel Consulado los ultrajó en las mismas Cortes; que en Buenos Aires proyectaron pasar a cuchillo a los americanos; si todo esto es lo que os manifiesta la experiencia de vuestros ojos, decidles: que es lo que entienden por el camino del orden, de la justicia y de las leyes, a que según dicen os van a conducir. Pérfidos. Ellos pudieron sostener la causa de España si hubieran correspondido a los inauditos sacrificios que hizo la América el día quo nos llamaron sus hermanos, y nos prometieron igualdad de derechos. Pero en el acto que recibieron nuestros caudales, nos negaron hasta la esperanza de su compasión. No son, pues, ellos de los que recibiréis los consuelos de los males que primeramente os han originado. Infelices de vosotros, si aniquilados ya enteramente sus ejércitos del Perú por el virtuoso y valiente Belgrano les quedara el único arbitrio de volver a formar tropas do vuestros hijos y hermanos y conducirlos a los helados desiertos del Potosí. Entre tanto, pues, que el Congreso general que acaba de convocarse para fines de Enero, dictáis por vosotros mismos el remedio seguro y permanente de todos vuestros males, obrad con firmeza en vuestra defensa, y ocurrid al Gobierno por el desagravio de vuestros daños.

Provincias ocupadas por el enemigo: Dentro de muy pocos días vais a ser libres; pero vuestro honor, y vuestra gloria exigen que pongáis de vuestra parte cuanto conviene a la común felicidad, y al lustre de vuestra opinión. Corred a las banderas de vuestros hermanos que tenéis al frente; participad de sus laureles, y sed los restauradores de vuestra patria: nueva organización, nuevo arreglo y nuevos cuidados sobre el ejército aseguran a todos los ciudadanos que ya no se experimentaron los males y las pasadas vejaciones.

Sala del Gobierno en el Cuartel General de Talca y Noviembre 8 de 1813 - José Miguel Infante- Agustín de Eyzaguirre - José Ignacio Cienfuegos - Mariano Egaña.