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El Monitor Araucano
Tomo I. N° 85. Martes, 26 de Octubre de 1813.
Sin título ["Es una prueba de insigne sabiduría..."]. Características de la revolución. (Continúa en Tomo I, Nº 86. Jueves 28 de Octubre de 1813).

Es una prueba de insigne sabiduría conducir felizmente una revolución. Toda revolución trae grandes innovaciones; y ¿qué cosa hay más peligrosa y delicada que las innovaciones? Chocar contra costumbres anticuadas, contra preocupaciones y hábitos envejecidos; confundir intereses personales siempre en guerra con la causa pública; combatir contra las pasiones y valerse de las mismas pasiones; preparar de lejos la ruina de los errores y de ciertas vanidades, y valerse de los mismos errores y vanidades. Todo esto exige prudencia, carácter un sistema seguido y bien combinado de operaciones.

Siempre que nos versamos en inminentes peligros, todo se pierde por la irresolución y la lentitud. En tales casos la fría meditación y la demora son como la medicina expectativa y los remedios paliativos en las grandes enfermedades que sólo sirven para precipitar al sepulcro. En las crisis de los Estados se necesita una resolución pronta, vigorosa y firme. Descubiertas las miras de la prudencia, deben ponerse en planta a todo riesgo; el riesgo mayor es el de la irresolución. En tales casos la falta de resolución es falta de ánimo, es vender la causa pública, y se muestra un espíritu abyecto, cobarde a infeliz. El que acepta una comisión que pide ánimo esforzado y sublime, promete arrostrar los peligros; y su cobardía es una verdadera traición. ¿Para qué tomó a su cargo la dirección de una nave, que no podía conducir entre tempestades y escollos?

Entrar en una revolución es fácil, conducirla felizmente es difícil; pero perderla después que ha durado cierto tiempo, es obra de la necedad y siempre el fruto de las pasiones y de los delitos. Porque es cierto que de mil revoluciones que abortan, una se perderá por los esfuerzos y maquinalmente de los liberticidas, y todas las restantes caen bajo el peso de la desunión, de la ambición, del interés, y de la cobardía.

La falta de talento y de economía política tiene una gran parte en estas desgracias, cuando los que están, o han estado al frente de los negocios, no han sabido hacer amable la causa que sostienen y no han procurado inspirar entusiasmo.

Millares de hombres valientes, encastillados en Sierras, y a quienes sólo falta para ser invencibles la voluntad de serlo y el ardor de la imaginación, vencerán si quieren vencer. Lo qué debe hacerse para lograr este objeto importantísimo? Dos cosas fáciles: la primera, que conozcan que venciendo se ha de mejorar su suerte; la segunda, que se inflame su fantasía tomando un vivo interés, y concibiendo un ardiente celo por la causa de la Patria. Examinaremos separadamente artículos tan interesantes.