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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Quinta y Última Parte. Contiene desde el 18 de septiembre de 1811 hasta el 20 de noviembre del mismo año, y una descripción del baile en la Casa de Moneda, a modo de apéndice.
Prólogo.

Prólogo

Ni los riesgos ni los peligros pueden abatir a un corazón que sostenido sobre principios sólidos de fidelidad, rompe esforzadamente los poderosos obstáculos que la tiranía traza en medio de las revoluciones para traer a todos a la escuela de Pitágoras, sellando sus labios con un perpetuo silencio. Mi vida aunque agitada de cuidados y con una salud demasiadamente quebrantada, no puede sufrir aquella dura ley impuesta para sofocar la semilla del amor a nuestro soberano en una época en que la tumultuaria rebelión pretende sacudir el yugo de su imperio. Levantaré mi voz a esfuerzos de mi pluma y la transmitiré a la distancia de más de 3 mil leguas. Hablaré a la inmediación del trono, entretejiendo allí los ruidosos movimientos que ha tanto tiempo tienen a este Reino en la mayor agitación. Reunidos con los antecedentes, formarán su historia verdadera. Ojala que el tiempo no fuera tan conciso y que la narración fuese más meditada; mas, la verdad sólo necesita el realce de la sencillez; los matices regularmente la desfiguran, y quiero ser reprendido gustosamente por aquel defecto y no por el delito de haber faltado a la sinceridad y buena fe de los hechos; a bien que si la fortuna muda de semblante y la Providencia me conserva la vida, cumpliré mis deseos y protestas de escribir esta historia con inserción de otros documentos que acrediten los hechos que se hayan permitido por falta de noticia, dando a todo la última mano con nuevas reflexiones de un verdadero patriotismo.

Antes de entrar al deslinde específico de los hechos acaecidos sucesivamente después del 14 de septiembre de este propio año, voy a dar una breve idea de algunos que quedaron pendientes del señor Ballesteros y el señor [García] Carrasco, este Presidente que fue y aquél Regente de esta Real Audiencia. Expusimos varias providencias tomadas por este Gobierno para su confinación; pero habiendo uno y otro señor solicitado pasar a Lima, por nuevos decretos que se dictaron, se les concedió y se hallan en aquel destino, como igualmente los señores oidores Irigoyen y Baso. A imitación, el señor don José de Santiago Concha ha establecido la misma solicitud con ocasión de hallarse en esta ciudad, donde llegó enfermo. Hasta la fecha no se le ha otorgado licencia alguna, antes bien ha sido reprendido por haber venido sin ella de la Ligua, donde se hallaba confinado. Yo creo se le concederá, respecto a que el nombre de Oidor es odioso al nuevo sistema. El fin es que no quede una sola persona que haya obtenido legítima autoridad, para que la anarquía se extienda ilimitadamente y que el trastorno sea universal, como podrá colegirse de los acontecimientos sucesivos que voy a referir.