Prólogo
Me acriminaría a mí mismo de falta de tesón y energía, si suspendiera la pluma en la fugaz carrera de tantos sucesos y ruidosos acontecimientos de las revoluciones de este Reino. Se expone al ludibrio el que comienza la obra y no la perfecciona. Este solo pensamiento bastaba en mí para formar nuevas resoluciones a seguir la empresa; pero no es aquel el móvil que me anima: otro interés superior me impele; otro noble fin me desvela a describir sucesivamente los hechos hasta llegar al término.