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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Segunda Parte. Contiene desde el 15 de Octubre de 1810 hasta el 25 de Mayo de 1811.
Octubre de 1810

Octubre de 1810

El 15 de Octubre llegó el correo de Penco con las noticias del reconocimiento y juramento prestado a esta Junta con salva general de la Plaza, y otras muchas demostraciones de júbilo por medio de banquetes y saraos públicos; y que a dicho reconocimiento asistieron las corporaciones y jefes militares sin ninguna contradicción; que el señor Intendente, de sistema contrario, perseguido y vejado con diferentes dicterios y pasquines, tuvo a bien embarcarse para Lima en el Bergantín Europa y que para allanar la oposición que se le hizo había depositado en cajas diez mil pesos para el caso de su residencia.

El 20 llegó el correo de Coquimbo con la noticia del grande desagrado de esta Junta significada a aquel vecindario por haber firmado la protesta o juramento que remitió a este fin por el Vicario Capitular Doctor don José Santiago Rodríguez, sobre cuyo particular fue redargüido, como queda dicho, el 16 de agosto en este Diario. El Oficio de la materia es, a la letra, como sigue:

“La Excelentísima Junta ha extrañado mucho ver un papel remitido por el Vicario Capitular al Párroco de esa ciudad, firmado por U., y otros vecinos de honor. Su asunto contiene una protesta y juramento de vivir siempre bajo de nuestras leyes, respetar las autoridades y ser fieles vasallos de Fernando VII. Las materias gubernativas deben dirigirse por solo el conducto del Gobierno, y el de esa ciudad encargado a U., desconoce otra Superioridad que no sea ésta para dichos casos. U. debió meditar que a quién se le exige una nueva protesta o juramento de fidelidad, cuando no hay mérito de suponer vacilante el que se hizo una vez, se le agravia sobremanera. ¿Quién creerá que un chileno sea capaz de vivir bajo de otras leyes, o constitución que no sea española? ¿Quién, ni el más infeliz intente separarse de la justa causa de Fernando? ¿Qué ha hecho Coquimbo, ni el último rincón del Reino, para que se demande esa nueva des lealtad? Cuando en otros reinos se oiga este procedimiento, dirigidos por aquellos que por su carácter y empleos deben poseer los primeros conocimientos de las gentes, ¿qué conceptos formarán de unos vasallos que han menester ratificar sus protestas de lealtad, y por rumbos extraviados? En otros pueblos, sin comparación menos cultos que Coquimbo, se han resistido a firmar por solo estos principios, y aún ha habido Subdelegado que se queje de que se insulta su Partido y su crédito, pidiendo una demostración que no hay razón de repetir cuando se carece de la de dudar. Hágalo U. entender así a los vecinos que suscribieron, con el desagrado de la Junta, aunque éste no ha disminuido la satisfacción que tiene de que el más miserable perderá la última gota de su sangre para morir con la gloria de Español. Dios guarde a U muchos años.- Santiago, 25 de septiembre de 1810.- El Conde de la Conquista.- Fernando Márquez de la Plata.- Ignacio de Carrera.- Francisco Javier de Reina.- Juan Enrique Rosales.- José Gregorio de Argomedo, Secretario”.

No quiero entrar menudamente a discutir sobre el contenido del oficio: Sólo me asombra que la repetida protesta o juramento de fidelidad esté de más en un vasallo, cuando se trata de instalar un gobierno desconocido, y un gobierno que por previas alianzas, unión de ideas y recíproco interés, está identificado con el de Buenos Aires, cuya conducta, o es realmente de independencia, o a lo menos se trepida sobre su opinión y fidelidad. En estas circunstancias no está de más, ni puede merecer crítica alguna esta protesta generosa de lealtad ganada a sugerimientos de un sabio Prelado, encargado no menos del cuidado de la Diócesis, que de la guarda y custodia de los derechos del Soberano en la parte en que la jurisdicción Eclesiástica los debe proteger del modo que el Soberano lo tiene repetidamente encargado.

El 21 llegó don José Antonio Rojas de regreso de la capital del Perú a la chacra que llaman de la Merced, distante una legua de la ciudad, a donde se le hizo su casa de campo, su magnífico convite, cena, refresco, música y una reunión general de sus compatriotas. El 22 fue la entrada pública como en triunfo, con el acompañamiento de los personajes en ciento y más coches y calesas, fuera de una numerosa multitud de a caballo, que con la armonía de la música y las aclamaciones, le conducían en medio del populacho como a otro César coronado de laureles en premio de su victoria. Consiguiente a todo fue la iluminación de su casa, el sarao, refresco y cena con que se agasajó a los que se reunieron a felicitarle después de su tragedia. No hizo más Roma por el gran Pompeyo, que Chile por su Patriota Rojas. ¡Ah! que feliz culpa, que le hizo gustar las delicias de un premio tan incomparable, transfigurándose con la más noble, y más realzada virtud.

El 25 llegó el correo de Buenos Aires con la noticia de la expedición de 150 Blandengues, que reunidos a los soldados que le esperaban en Santa Fe, constituían el ejército de 400 y más destinados a la subyugación de la Provincia del Paraguay, que llevando a la frente a don  Manuel Belgrano, vocal de aquella Junta, iba a marchas ligeras a su destino. Se supo igualmente la absoluta negativa del inglés a todo auxilio y protección a la Junta.

El 29 se le intimó a don Diego Padilla, Alférez de Dragones de la Frontera, su pronta reposición a su Cuerpo por ciertas expresiones indicativas de poca adhesión a la Junta; y aunque hizo en el propio día la renuncia de su empleo, no se le admitió, antes por el contrario, se le apercibió a cumplir la orden dentro de 3º día, sin excusa ni pretexto alguno. El mismo día 29 llegó el Doctor don  Antonio Álvarez Jonte, emisario nombrado por la Junta de Buenos Aires para facilitar la instalación de otra igual en esta capital, por cuanto al tiempo de su salida se ignoraba su realización. Parece que por premeditados y uniformes proyectos este Cabildo estaba de acuerdo con aquella Junta para igual sistema, y que el emisario vino a influir arbitrios para vencer los tropiezos. Su facultad, destino y representación, lo expresa la credencial del tenor siguiente:

“La Junta Provincial Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del señor don  Fernando VII, etc. Por cuanto el interés general de la América exige que reunidos fraternalmente todos sus Pueblos, se concentren y afirmen en el justo empeño de sostener esta parte de la Monarquía, libre de los riesgos a que la próxima ruina de España debe exponerla: habiéndose manifestado el criminal complot de algunos empleados y mandones que prefiriendo la absoluta seguridad de sus empleos, a toda resolución capaz de poner a los pueblos en el pleno goce de sus derechos, acechan por mil caminos la opinión pública, tratando de entorpecer toda manifestación de la voluntad general, que únicamente puede en el día proveer al Estado de una autoridad legítima que supla la representación del Monarca ausente. Por tanto, y para lograr en el Reino de Chile una franca y sincera comunicación que descubra los verdaderos principios y fines de la instalación de esta Junta, y desvaneciendo las calumnias con que se ha denigrado su fidelidad, allane y apresure la unión estrecha a que la naturaleza y todas las relaciones más sagradas convidan a ambos pueblos; ha nombrado la Junta por su comisionado con todas las facultades y representación que corresponden, al Doctor don  Antonio Álvarez Jonte, Abogado de esta Real Audiencia, para que pasando al expresado Reino de Chile, se acerque al Ilustre Cabildo de aquella capital y confiriendo con los señores que lo componen, les manifieste el verdadero estado de la Monarquía y el de nuestros negocios, interpelándoles a nombre del Rey y de la Patria, a que tomen aquellas medidas legales, que apoyadas en el voto general del Reino liberten a éste de las convulsiones y esclavitud a que se veía expuesto en los críticos momentos de la pérdida total de España. Para todo lo cual se le hizo expedir este Despacho firmado por la Junta, refrendado por su Secretario y sellado con el sello de las Armas Reales. Dado en Buenos Aires, a 18 de septiembre de 1810. Cornelio de Saavedra.- Manuel Belgrano.- Miguel de Azcuénaga.- Don Manuel Alberti.- Domingo Matheu.- Juan Larrea.- Doctor Mariano Moreno, Secretario”.

El 30, esquela de convite del Cabildo bajo la expresión de ser para que el 31 siguiente a las 10 del día concurran al Cabildo a tratar de la defensa y seguridad de este Reino. Los que se convidaron son los siguientes: don  José Santiago Portales, el Oficial Real don  Manuel Fernández, don José Antonio Rojas, don Manuel Salas, don Juan de Dios Vial, don Juan Mackenna, don Juan Miguel de Benavente, don  Mariano Encalada, don  Manuel Manso, don  Agustín Olavarrieta, don  Juan Egaña, don José Samaniego y Córdoba, y el señor don  Manuel Olaguer Feliú.

Habiendo llegado a noticia de la Junta la resolución y convite, le dirigió un oficio bastante acre e increpatorio por haber tomado aquella deliberación sin su previo permiso, intimándole que suspenda aquella diligencia por inútil e inoportuna.