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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Primera Parte. Contiene desde el 25 de Mayo hasta el 15 de Octubre de 1810.
Octubre de 1810.

Octubre de 1810

El 2 de Octubre se concedió la gracia o privilegio del fuero militar al Regimiento de Caballería de San Fernando con el título de Milicias disciplinadas, su Coronel don Manuel Fernández de Valdivieso.

El día 7 llegó el correo de Buenos Aires, y por él supieron las noticias siguientes:

Primera. Que dicha capital estaba bloqueada por los de Montevideo con 7 buques de guerra entre fragatas [y] bergantines.

Segunda. Que los montevideanos tenían su cuartel general en la Colonia, donde esperaban por dato positivo al señor Marqués de Casa Irujo [1], que venía con 3 mil paulistas a unirse con ellos.

Tercera. Que el señor Brigadier don Bernardo de Velasco, Gobernador Intendente del Paraguay, había salido a la mayor brevedad con 600 y más hombres; que venía por el río de Uruguay, se sospecha que a unirse en la Colonia con el ejército de Montevideo.

Cuarta. Que los señores de la Junta de Buenos Aires acogidos al fuerte, estaban acopiando víveres con aceleración.

Quinta. Que toda la juventud y algunas compañías enteras se habían pasado improvisamente al partido de los de Montevideo.

Sexta. Que la Junta, hostigada con el riguroso bloqueo que sufría, había llamado a Eltit, Comandante inglés, y le había requerido por aquella generosa protección y alianza con que auxiliaba su nación la causa de Fernando VII, cuya fidelidad animaba al pueblo de Buenos Aires; que después de dos largas conferencias habidas con la misma Junta, y la resistencia que opuso el Comandante inglés, haciendo ver que no era lo mismo lidiar los hermanos que la nación española con la Francia, que a esta lid era prometida la protección, y que a otro caso no podía contribuir con su auxilio sin orden expresa de su Gabinete, la Junta le dirigió un oficio exigiéndole sobre lo mismo y haciéndole responsable de los perjuicios del comercio de su nación, y de los de la capital. No consta que por esto se haya vencido de su primer propósito, y por lo mismo está falsificada esa gran garantía de los ingleses con que contaba la Junta de Buenos Aires, y prometía partir generosamente con sus nuevos aliados, los chilenos, que reconociendo entre sí la misma causa, las mismas ideas, el mismo identificado interés, se comprometen prestarse recíprocamente auxilios.

Séptima. Últimamente que la Junta había tomado el desesperado partido de expatriar a Córdoba a más de 30 defensores de nuestro Rey y de la patria, entre ellos los más señalados eran don Francisco Telechea, don Francisco Almandos de la Peña, don Miguel Escuti, todos tres yernos del Alcalde de primer voto, don Juan José Lesica, el Doctor Priesca, Secretario del Obispo, el Presbítero don José Antonio Picazarri, don Luis Bañal, don Santiago Esperón, don Andrés Lazcano, don José Lagos, don Carlos Santa María, don F. Gaona, yerno de Alzaga, y otros más.

También se dice que la mayor parte de la capital de Buenos Aires estaba en una clase de insurrección por la violenta muerte dada sin audiencia y defensión natural a los dignos reconquistadores, caudillos y héroes Liniers, Concha, Allende, Moreno y Rodríguez [2]. Al primero le pusieron el himno fúnebre que apareció fijado en las puertas de todas las iglesias de Buenos Aires y es como sigue:

Himno

“Buenos Aires, ¡llegó el día fatal! ¡La maldición del mundo, la cólera del cielo  el grito de la naturaleza! dicen que Liniers es muerto... Concha, Allende, Rodríguez y Moreno ¿Qué ocupa más vuestro corazón? ¿El dolor o la venganza? ¿Qué imagen los despedaza? ¿Las de las víctimas o las de los asesinos? ¡Liniers es muerto...! Arcabuceado y taladrado del plomo ardiente: doce balas dieron salida a su digna alma para presentarse ante su Juez, y el de sus verdugos. Ya les implora el perdón. El dijo con majestuosa serenidad: yo respiré victorioso en este suelo; él recibirá mi último afrentoso suspiro. Su cuerpo helado y sangriento yace en la Cruz Alta, y desde allí os pide una triste y religiosa memoria: la huella de los bestias holla su sangre y fue lamida de los perros. Junta de monstruos ¿por qué no disteis más pompa a vuestra ferocidad? ¿Por qué no presentasteis a ese pueblo a esos ilustres caudillos? Ellos os hubieran saludado desde el patíbulo, como al emperador Claudio en el cerco los condenados a despedazarse: Ave Cesar, morituri te salutant. ¡Asesinos!, ya le visteis expirar ¿os queda todavía otra satisfacción más duradera? Veréis su duelo, y oiréis el lamentable alarido de los humanos: ¡Ah! el pecho gime, el ojo llora, pero la lengua está petrificada. ¡Pueblo de Buenos Aires!, ¿cómo no se estremece hasta la yerba de vuestros cementerios, que tantas veces pulverizaron el estruendo de sus victorias? Plazas y calles magníficas en que resonaron sus vivas, ¿cómo en su muerte no guardáis un silencio reprimido? y ¿cómo no esparcir sobre su suelo la tierra de los sepulcros? ¡Sexo tierno y sensible, deponed vuestras galas y tended el cabello sobre el rostro por divisa del dolor! Arrojad por vuestras puertas y balcones suspiros de expiación en recompensa de sus decentes cortesías... Asesinos... feroces, fanáticos, el cielo os cubre y os va a reducir a la escoria de vuestro principio. Temblad, ya sois más aborrecidos que temidos. Una baja nube, formada de los vapores de la sangre inocente, se eleva sobre vuestras cabezas para inundaros en sus venganzas; entretanto, sufrid el suplicio lento y desesperado del remordimiento, si sois capaces de tenerlo.

Vosotros, valientes guerreros, en señal de vuestra gratitud a los pórticos inmensos de la eternidad y sobre un túmulo de enlutados tambores, ofreced a vuestro caudillo un De profundis, ya que tantas veces oyó entonar el Te Deum. En el mundo premió vuestras injurias, en el cielo os librará del castigo. Señor Dios de la América, los que no hemos manchado nuestros corazones, os presentamos al héroe que nos disteis coronado de las glorias de este mundo: recibid su alma sobre las aras de vuestra misericordia, para que entre en vuestro cielo infinito. Así feliz descanse”.

Dos copias vinieron de este himno, una a la Junta Gubernativa, otra al señor Provisor, que es la que se ha publicado en diferentes copias, pues la primera apenas se leyó y se conoció el lastimado espíritu de la humanidad llorosa por el asesinato de su inmortal héroe, reconquistador de Buenos Aires y reparador de estas Américas, libertándolas de la subyugación general del inglés, cuando con la expresión de no convenir la publicación de aquel papel, le rompió el primer vocal señor don Fernando Márquez de 15 Plata. He aquí la consonancia de ideas con Buenos Aires.

El día 9 se pasó oficio por los Ministros de Real Hacienda de orden de la Excelentísima Junta, al Subastador de Propios don Julián Díaz para que entregue en cajas reales la mitad de los mil pesos que tiene de asignación el asesor propietario de gobierno de dicho ramo, para que sirvan de auxilio a la dotación de los 2 mil pesos señalados a los secretarios, respecto de haberse extinguido aquel empleo de asesor general del Reino el día de la instalación. Debe advertirse que esto se ha ejecutado después de estar instruido el Superior Gobierno y la misma Junta, de haberse expedido por el Supremo Consejo de Regencia los despachos de tal asesor a favor del Doctor don Antonio Garfias, y después también de estar reconocido aquel Supremo Tribunal de la Nación en la misma acta de la Junta. Repito la reflexión 12ª puesta al pie de dicha acta.

El día 11 se cantó la misa de acción de gracias por la instalación de la Junta en esta Santa Iglesia Catedral, a que asistió el nuevo Tribunal, precediendo a la Real Audiencia todos sus vocales. A todos ellos, bajó el evangelio el Subdiácono para besar el misal; a todos se les turificó y dio la paz, acciones propias a solos los señores Virreyes, Presidentes y Vice Patronos Reales. El Padre Fray Fernando Guerrero fue el de la oración en acción de gracias, y con el texto de David por tema: factum est istud a Domingo, quod est mirable in oculis nostris. Después del exordio de ser la Junta obra de Dios, en la primera parte probó ser necesaria en la segunda ser útil; valiéndose para la prueba le las mismas razones en que se funda la [sic] acta de la Junta corriente al folio. ¡Cosa extraña!, ¡Prevaricato inaudito! ¡Prostitución declarada de la cátedra de la verdad! Este mismo religioso en su convento grande de Predicadores, el domingo 12 de agosto, en la misión que se hizo por la aflicción en que se hallaba este pueblo, el Reino todo, por estos movimientos, seducciones, y declarado partido de elegir Junta, vino a probar “que semejante solicitud era una traición al soberano; que sus inventores eran unos traidores; que no había necesidad ni la había habido, que los que la intentaban era por codicia y fines particulares”. Por fin, no dijo más el Padre Romo que el Padre Guerrero contra la Junta en aquel sermón. Pues este es el mismo que ha formado el elogio de necesaria y justa. Uno de los dos sermones forzosamente ha de ser verdadero. Dejo el escrutinio de este problema a quien mejor que yo pueda decidir este punto.

En ese mismo día se hicieron tres salvas de artillería. Se colocó sobre las armas el Regimiento del Rey, ocupando el oriente la plaza mayor, el de Caballería de la Princesa al sur; frente de los portales, el del Príncipe al norte, frente de las Cajas Reales, la compañía de Dragones de la Frontera y la Compañía de Infantería veterana ocupaban la acera occidental de la plaza, frente de la Catedral, las que marcharon a la retaguardia del Tribunal de la Junta, Real Audiencia, Jefes, Cabildo y demás ilustre acompañamiento. A la entrada de la Catedral, hicieron una salva general todas las tropas de infantería, otra al tiempo de alzar y otra al Te Deum.

El día 13 la Religión Dominicana en su convento Grande de esta ciudad, hizo a la Junta de Gobierno el mismo obsequio, y acatamiento con su misa cantada en acción de gracias, con sermón, mucho acompañamiento y concurso, de modo que la iglesia donde más se declamó contra la innovación del Gobierno y su instalación, ha venido a ser la cátedra de aprobación, porque se quiere, sin duda, autorizar el hecho con la verdad evangélica, que es la que debe publicarse en aquel lugar tan sagrado. Esto, y mucho más, trae consigo la necesidad y la adulación cuando se reúne a un mismo sacrificio.

Los empleos conferidos por la Junta desde su instalación se comprenden en el estado que va agregado y se advierte que el Gobierno de Valparaíso se dio a don Juan Mackenna, porque se trató de persuadir y se venció al Gobernador el señor don Joaquín de Alós [que] pidiera su retiro. Sabedor éste que Mackenna era s sucesor, que con este motivo se le entró el vecindario resistiendo la dimisión del mando, principalmente por recaer en Mackenna, una de las primeras cabezas de la convulsión, irlandés de nación, de la corta graduación, y de que no era regular que el gobierno de Valdivia y éste, tan interesantes, estuvieran en manos de dos extranjeros y paisanos [3], en circunstancias tan críticas, desde luego retractó su consentimiento y de ello dio cuenta a la Junta y a Mackenna; con lo que quedó burlado del premio prometido a sus fatigas, principalmente por el plan de defensa del Reino presentado a la Junta en 8 pliegos útiles y de letra metida.

La multitud de pretendientes a empleos de nuevo establecimiento, es incalculable. Bien se deja entender que los partidarios que activamente cooperaron a la instalación de la Junta, fue con la esperanza de algún premio, y de mejorar de fortuna. Este personal interés, que hoy se llama patriotismo, es el que los hace atropellarse por los destinos y me aseguran que es la materia más numerosa que se trata en la Junta. Para la defensa de ésta se ha intentado levantar un batallón de nobles patriotas, a imitación de las Reales Guardias Walonas, a su costa y mención, y aún sobre quienes deben ser los oficiales y jefes, han ocurrido mil disputas, sin haberse en el día formalizado cosa alguna, pero se realizará por la necesidad en que se supone de esta defensa.

El meditado sistema de la Junta, el plan de gobierno interior y exterior con anticipación a su instalación, lo detalla la Memoria con que obsequió el Doctor [Juan] Egaña a este Muy Ilustre señor Presidente, que a la letra es como sigue:

“Muy Ilustre Señor Presidente: Nuestras graves necesidades, y la parálisis en que se halla la monarquía, exigen los más prontos remedios para defendernos, y tener como subsistir. Vuestra Señoría es un chileno y está obligado más que ningún jefe a mirar por su Patria.  Si soy difuso, nadie me leerá; diré cosas muy ligeras, obligándome a explanarlas si alguna vez se me pide razón.

Ejércitos. Nos bastan pocas más tropas veteranas en actual servicio, y éstas para conservar el orden político. Este país difícilmente será acometido por tierra. La tropa inutiliza las manos industriosas, corrompe las costumbres, impide la propagación, y aumenta el despotismo.

Debe sí crear Vuestra Señoría un cuerpo de Oficiales y Sargentos, que se repartan en cuatro divisiones, dos al Sur y dos al Norte, que incesantemente disciplinen las milicias de cada lugar, hasta ponerlas en clase de veteranas, aprovechando las horas y días que hagan el menor perjuicio a sus labores, y sin congregarlos a largas distancias de sus posesiones.

Pago de armas y tropas. Debe Vuestra Señoría tomar 70 mil pesos de la Casa de Moneda para armas de fuego: no harán mucha falta en el buen pie en que se hallan sus labores.

Debe franquearse el comercio libre, porque en el supuesto que Chile compra a los extranjeros que venden en Buenos Aires, es mejor que les compre directamente, y queden en esta caja los derechos del círculo que aprovecha aquella capital, logrando este pueblo de la baratura que se goza en Buenos Aires. Todo lo que se compre a cambio de efectos del país, rendirá muchos menos derechos que el del círculo. Este comercio trayéndolo todo de fuera, ha de impedir la industria nacional, y aunque casi ninguna tenemos, debemos procurarla de todos modos. Por consiguiente, debe quedarnos expedita la industria de las primeras materias de nuestro país. A este fin debe Vuestra Señoría proponer a una fuerte compañía extranjera, que siempre que forme fábricas y traiga operarios e instrumentos para trabajar todo género de tejidos de lino, se le darán 30 mil pesos graciosos para ayuda de costa, y que en la hora que avisen que ya pueden surtir al reino de lienzos, se les concederá un privilegio exclusivo por diez años, para que absolutamente no se pueda traer liencería a Chile, sino la que ellos vendan de sus fábricas, y puedan exportar con tal que han de hacer uso de la gente del país para el servicio de las fábricas y permitir todos los aprendices que quieran aplicarse a cualquiera operación, sin misterio, y empleándolos después de oficiales. Lo mismo debe hacerse con las lanas para bayetas finas (si ellos convienen). Las ordinarias son industria ya plantificada en el país, y no deben ni traerse ni permitirse sobre ellas exclusión. En los paños no hay como suplir la falta, o la carestía que amenazan los privilegios; al contrario el lienzo, que puede suplirse con el algodón, nunca subirá, aunque haya privilegio. En las demás cosas se admitirán y promoverán fábricas; ínterin se establece el comercio libre, puede Vuestra Señoría cargar derechos sobre yerba, azúcar, tabaco, etc., pero por corto tiempo, porque ya se han hecho, consumos de necesidad, y los derechos sobre productos de una misma Nación paralizan el comercio.

Otro fondo debe salir de las chichas y todo licor inmaturo, y de los aguardientes de consumo interior. Por las chichas no se hace vino en Chile, capaz de extracción; los vicios, infecundidad y corta vida de nuestra plebe, resultan de las chichas; deben impedirse, como también el aguardiente, que es muy insalubre en Chile, cargándole derechos; pero para sostener este gran ramo de agricultura debe dejarse casi libre de todo derecho su exportación, y cargar poco el consumo interior.

Debe organizarse la Administración de Real Hacienda en algunos ramos, simplificando su manejo, pero sin perjudicar a los empleados que han consagrado su vida a estos destinos.  La extinción de las vacantes inútiles, y el preferir a los empleados superfluos en las nuevas creaciones es bastante.

Comercio. Este se forma con la población, las necesidades y, sobre todo con una marina propia. El Consulado debe destinarse únicamente a esto, para lo cual debe Vuestra Señoría aumentar de todos modos sus ingresos, devolviéndole los derechos que antes tenía por Cordillera, etc., pero estos ingresos deben tener el absoluto, único y sagrado destino de fomentar la marina mercantil. Todo el que quiera comprar barco para destinarlo a este comercio, debe contar seguramente con una tercia o cuarta parte que pongan los fondos del Consulado, percibiendo un 6 por ciento de su capital por utilidades, que tendrán el uso siguiente:

Educación industrial y científica. La obra de Chile debe ser un gran Colegio de Artes y Ciencias, y sobre todo, de una educación civil y moral capaz de darnos costumbres y carácter. Ahí debe haber talleres y maestros de todas las artes principales, inclusa la agricultura; catedráticos, máquinas y libros de todas las ciencias y facultades desde las primeras letras, magistrados y superiores que dirijan las costumbres. A más de los pupilos de artes y ciencias sostenidos por el colegio, habrá enseñanza pública para todos los ciudadanos que concurran, dando de comer al mediodía a los menestrales. Todas las villas y ciudades deben tener derecho a cierto número de pupilos.

Este colegio necesita grandes fondos; deben sacrificársele si pensamos ser hombres. Pudieran sacarse: 1º. De todos los productos de las compañías marítimas del Consulado; 2º. Se le aplicarán todos los Pueblos de Indios vendidos a censo, y en cortas porciones para labradores honrados. Los indios serán reducidos a dos o tres villas formadas de sus pueblos. Deben desnaturalizarse, porque no convienen castas, y en Chile no pagan tributo formal; 3º. De todas las dotaciones de los colegios actuales, Universidad, academias, escuelas reales, y venta a censo de sus edificios; 4º. De una pensión que cargue sobre la masa total de diezmos, suprimiendo otros desfalcos que tienen, que no son necesarios, y aunque sufra algo de lo partible en el estado eclesiástico, se tendrá presente que de este colegio deben salir los ministros del Altar; 5º. De algún ramo de ciudad bastante pingüe, porque a la ciudad toca la educación pública; 6º. De una pensión sobre la Tesorería de Ejército, que en cualquier circunstancia debería costear colegios militares pues de aquí deben salir ministros y oficiales en todos sus ramos facultativos, y aun prácticos; 7º. De una contribución del Banco de Minería correspondiente al colegio que le manda su ordenanza.  El colegio debe darle mineralogistas, y prácticos facultativos; 8º. Del pupilaje de los ciudadanos pudientes, de las condecoraciones científicas, examen de artesanos. Aun todavía son aplicables otros ramos si faltaren fondos para su gran destino.

Agricultura. Este país es agricultor, el comercio le facilitaría la extracción y la población el consumo interior.  Basta por ahora: 1º. Concluir el Canal de Maipo; 2º. Imponer una doble o triple Alcabala a las compras que hicieren los poseedores de tierras para aumentar sus terrenos, a lo menos hasta cierta extensión para evitar que grandes masas queden incultas en pocas manos; 3º. Componer los caminos para facilitar las conducciones de frutos; 4º. Una exacta policía sobre las aguas.

Arreglo y beneficencia interior. Los gobiernos, con actividad, buen corazón y buenos consejos, tienen mil modos de hacerse amar y hacer felices [a] sus pueblos, sin necesidad de grandes gastos; sin contar con la ignorancia y falta de industria, los principales males de Chile que pueden remediarse a poca costa son:

Muchos pleitos: Fórmese un Tribunal de Árbitros, que costearán los litigantes con menos de la 6ª parte de lo que vale un proceso; no se admita pleito civil en los tribunales sin que primero hayan ocurrido a éste y sea condenando infaliblemente en costar al que pierda en los otros tribunales, y no quiso avenirse.

Dilación de los pleitos: Pónganse en práctica las leyes y esto basta para su aceleración; que un Alcalde Ordinario, y otro de Corte no tengan más comisión (salvo el despacho de Audiencia de este último) que acelerar las causas de los reos; que en las cárceles haya algún ramo de industria; que los Alguaciles de Corte y Ciudad las visiten alternativamente todos los días para ver su orden y aseo.

Vileza y corrupción de la plebe: Para esto debe Vuestra Señoría prohibir la introducción de negros para quedarse en Chile y desnaturalizar de todos modos las castas. Hombres que tienen la infamia vinculada a su color y que por ello deben vivir sin esperanza de alguna consideración, no pueden tener costumbres, ni honor, gozan lo que pueden, que es el placer de los vicios; ellos se unen a la restante plebe, y la hacen igualmente vil. En Chile no hay ramo de industria que ejerciten los negros ni los indios, conque no son necesarios; pero este artículo tiene muchos puntos, no es para el presente papel.

Política interior del Gobierno. Convendrá en las críticas circunstancias del día costear una imprenta, aunque sea del fondo más sagrado, para uniformar la opinión pública a los principios del gobierno.  Un pueblo sin mayores luces, y sin arbitrio de imponerse en las razones de orden, puede seducirlo el que tenga más verbosidad y arrojo. Fomentar diversiones honestas que disipen el prurito de hablar todos y a toda hora de materias públicas. Conservar una noble popularidad, y una prudente franqueza que nos llene de confianza en el gobierno, y sobre todo, una exacta justicia en los premios y los derechos. Cuidar de que ningún empleado público manifieste miras personales. Hacer dos o tres castigos prontos y ejemplares en quien fomente o verifique disensiones entre europeos y patricios. Aquí no hay motivos de división, todos estamos íntimamente relacionados y sobre todo, sostenga Usía con el mayor decoro y cuidado las ideas religiosas, que son la más fuerte barrera para el buen orden. Finalmente, Señor, Usía que no ha pretendido ser Presidente, ni anhela a dignidades, no puede temer opiniones de sistema, y en todas circunstancias debe obrar de tal modo, que sus principios sean francos, imparciales y parezcan honrados delante de las leyes, del pueblo a quien gobierna y de las naciones que nos juzgan.

Política exterior. Convendría que Vuestra Señoría escribiese inmediatamente a los demás gobiernos de América (aunque sea del Sud) para que estén prontos los diputados de las Cortes, a fin de que si sobreviene alguna desgracia en España, formen en la hora y en la parte acordada un Congreso Provisional, donde se establezca el orden de unión y régimen exterior que debe guardarse entre las provincias de América hasta las Cortes Generales. De otro modo la América se disuelve, hay mil disensiones civiles, y vienen a parar en ser presa de los extranjeros. En tal caso pudiera Usía de acuerdo general, arreglar el régimen interior hasta las Cortes.

Si se dice que algunos de estos pensamientos no son tan urgentes y otros exceden las facultades de un Gobernador, considere Usía que en el día falta absolutamente la educación; que si es tan urgente hacer fondos por el comercio libre, no puede ejecutarse sin asegurar la industria nacional so pena de quedar ociosas todas las manos; que unos hombres sin ocupación, cargados de necesidades, sin tener que pensar ni aun esperar, es difícil que conserven su patria, su gobierno, ni tengan gusto al orden. ¿Y dónde vamos a parar con estas consecuencias en tiempos tan críticos, y con la seducción que padeceremos de los extranjeros, y en especial de los franceses?

Cuanto se ha expuesto puede comenzarse en el día y concluirse pronto, pero abandonando el sistema judiciario y de expedientes. Debe formarse una comisión de tres o cinco hombres sabios, cuya concurrencia sea diaria desde las 8 horas hasta las 12 y desde las 4 hasta las 8 de la noche.  El Secretario y Asesor de Usía asistirán una hora a la mañana y otra a la tarde, y Usía por lo menos una hora en el día. No admitir escritos (que no faltarán) sobre intereses particulares, proceder verbalmente en todo, y hacer cuanto más procesos verbales.

Notas. 1ª. No he tocado la marina militar por que juzgo que Chile en mucho tiempo no proporcionará fondos para ella, y porque ésta debe ser una defensa y un costo general de toda la América. 2ª. Es pensamiento y obra del Doctor don Juan Egaña que la escribió en el mes de agosto de 1810”.

 

Notas.

1. Carlos Martínez de Irujo (1763-1824), ministro español en la corte portuguesa, que a la sazón residía en Río de Janeiro. (C. Guerrero L).

2. El apelativo de “reconquistadores” obedece a la actuación de estos personajes en contra de la ocupación inglesa de Buenos Aires en 1806, en la que Liniers fue nombrado Virrey ante la ausencia del titular, Rafael de Sobremonte. (C. Guerrero L).

3. Gobernador de Valdivia era Alejandro Eagar. (C. Guerrero L).