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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
José Victorino Lastarria. Diario Político. 1849-1852
Año 1852

Enero 1º.
¡Terminó este año de desgracias para mí; princiélo en el destierro y lo acabo sufriendo persecuciones y escondido! Ya hace nueve días que Bulnes está en Santiago y nada se sabe acerca de lo que haya hecho para cumplir su promesa de recabar una amnistía. El Gobierno calla sobre la capitulación de Loncomilla; su prensa y sus amigos la dan por nula y contraria a la Constitución; los liberales corren todos los días nuevas voces de esperanzas, sobre nuevos levantamientos y nuevos elementos de resistencia. De La Serena nada se sabe, pues no ha vuelto el vapor que llevó los pliegos de Cruz para que se rindieran. Con motivos o sin ellos, creo que el Ministerio no concederá amnistía, no sólo porque no hay en él grandeza de alma para concebir un acto de generosidad como éste y emplearlo con habilidad en provecho de su permanencia en el poder, sino porque Montt y los principales de su pandilla sólo hallan salvación en el empleo del terror. Ya se ve que si ellos aflojan, estarán a pique de ser víctimas de la reacción que obraría el espíritu público comprimido, pues no tienen ni prestigio ni respetabilidad para mantenerse arriba sin el empleo de la arbitrariedad.

He visto una carta de Saavedra [1], el bravo jefe del batallón Guías, que sostuvo el honor del ejército de Cruz el 8 de diciembre y que después de la capitulación del 16 no ha querido rendirse si no que ha marchado a Concepción a depositar sus armas allí donde las tomó; en ella dice que triunfaron el 8 sobre Bulnes y que maldades e intrigas los han hecho perder su triunfo. Esto confirma las voces que señalan a Zañartu [2], Comandante del Carampangue, como el traidor. Dicen que el Gobierno lo ha comprado con dinero. ¡Ah Montt!, se eleva a la presidencia por la corrupción y la violencia del sufragio popular; conquista su puesto a sangre y fuego, a costa de 3 mil víctimas que quedan en los campos de batalla y de un sitio desastroso, en que una de nuestras primeras ciudades, la bella Serena, es presa de las llamas. Y luego añade la inmoralidad, la corrupción y la alevosía; no bastaba asesinar e incendiar para conquistar el poder, era necesario corromper a los adversarios y hacerlos traicionar su causa a fuerza de oro... Bajo estos auspicios principia Chile el año de 1852.

[Enero] 8.
Los diarios ministeriales nos dan detalles de los varios banquetes que se han celebrado en Santiago y Valparaíso por el triunfo de los retrógrados. Parece que este partido, desde que Montt dio a conocer su programa político en un brindis, única obra suya en toda su vida, ha adoptado el brindis como la expresión de su literatura y de su política. En brindis se ha dicho ahora que Montt es el Cristo republicano y en brindis se han entonado elogios y dicho los más estupendos desatinos. No hay duda, el partido que se eleva con Montt es el vulgo del partido pelucón, y como todos los vulgos es apasionado, ignorante, temerario y soberbio.

Otra noticia tomada de estos diarios es la de una revolución en Copiapó ocurrida el 16 de diciembre último. Dice El Diario, de Valparaíso, que un joven Barahona de Coquimbo ha realizado una revolución completa en Copiapó con ocho hombres, ha puesto en fuga al intendente Fontanes, a multitud de vecinos, que tuvieron que huir en el vapor que pasaba para Iquique, y se ha constituido en gobierno de aquel pueblo. La revolución será completa, como lo anuncian los ministeriales, pero sus elementos no deben ser tan escasos. Por otra parte los boletines del Ministerio dan por concluida la revolución de La Serena suponiendo dispersas las tropas de Carrera. El Mercurio ataca de innobles y bribones a Carrera, Arteaga y Munizaga porque huyeron, dice, de la plaza, dejando a la población en poder de la soldadesca alzada. El Gobierno de Santiago está haciendo salir tropas para Valparaíso.

El 3 de enero se reunieron las Cámaras, para aprobar que no para discutir dos proyectos del Ejecutivo, el uno para abrir nuevo término, al arbitrio del Presidente, para que se califiquen los ciudadanos activos de Concepción, Ñuble y de los departamentos del Maule, donde no han podido hacerlo por causa de la guerra, trasladando a mayo las elecciones de Diputados que allí debían hacerse en marzo, como en toda la República; y el otro para que se nombrasen suplentes a los Senadores, eligiendo nueve desde este año. Benavente, en la de Senadores, e Infante, en la de Diputados, hicieron objeción al primero por no dejarse al arbitrio del Presidente el nuevo término de calificaciones, pero el proyecto fue aprobado por unanimidad en el Senado y con un voto en contra en la de Diputados. El 2º proyecto no tuvo oposición, sin embargo de que en él se modifica la organización política establecida por la Constitución, sin observar las reglas de una reforma. Montt y los suyos, que tanto se opusieron a nuestra moción de reforma, modifican hoy la Constitución sin respetar sus mismas prescripciones. Con la misma lógica pueden mañana variar la organización política, estableciendo una tercera Cámara, eligiendo un vicepresidente o haciendo cualquiera otra cosa que la Constitución no prohíba expresamente, sin embargo de que se subentienda la prohibición.

[Enero] 12.
De un diario de Vicuña que leo consta: 1º que el 9 de diciembre, creyéndose Cruz victorioso y hablando de su victoria, el Coronel Zañartu le instó para que propusiera tratados a Bulnes, que se había retirado con poca gente y al cual iban a atacar de nuevo. Para el efecto, rehacía Cruz su caballería y contaba con 180 caballos que había reunido Puga, y con 90 de Lara. En la noche que llegó Puga, denunció éste al asistente de Zañartu, que marchaba para el sur con una partida de 12 hombres diciendo que estaba derrotado Cruz. Este no tomó providencia alguna y se dispuso a proponer tratados sobre la base de que saliese Montt de la Presidencia. 2º que el 10 mandó Cruz sus proposiciones con el prisionero Álamos y que a las 11 fue Tocornal al campo de Cruz a responder verbalmente que no podían tratar sobre aquella base y que antes se someterían a una derrota nueva. Cruz entró en consejo con sus jefes y determinó continuar la guerra. Zañartu se opuso, diciendo que se acababan de desertar el Mayor Funtealba, del Alcázar, y el Capitán González, del Carampangue. Cruz se dispuso a perseguirlos para castigarlos y Zañartu se opuso. A la sazón llegó Molina, Comandante del Alcázar, y tratando de vindicarse de chismes que lo comprometían, probó su fidelidad diciendo que hacía tiempo que tenía despachos de Teniente Coronel mandados por Bulnes y que no había hecho uso de ellos, y reveló sus comunicaciones con éste. Luego avisaron que se había desertado el Mayor Labarca, sindicado antes por sus comunicaciones con Bulnes, arrastrando al Mayor Rioseco, y en seguida se anunció la retirada de Puga para el sur, llevándose su caballería y la de Lara. A esto sigue la relación de las defecciones de oficiales y soldados. Estos entendían de que se trataba de entregarlos y juraban morir antes que someterse. Cruz se presentaba a ellos y obtenía una ovación cada vez que lo hacía. El 10, al frente del ejército, que lo recibió con entusiasmo, pudo castigar a los traidores o, a lo menos, aprisionarlos. No lo hizo y la traición siguió su desarrollo, hasta que lo puso en el caso de rendirse. Sin embargo, el 14, en retirada como iba para Chillán, podía todavía disponer de 2.180 hombres, reuniendo las diversas divisiones que tenía, mientras que Bulnes con todos los suyos no formaba más que 1.300. El 15 se presentó Alemparte con los tratados, salvando sólo a los militares. Zañartu los halló buenos y Cruz los arrojó diciendo que se haría matar si no se salvaba a los paisanos. Alemparte volvió a Bulnes y allí agregaron las cláusulas últimas. El ejército estuvo a punto de sublevarse, pero les faltó jefe. Puga se retiraba a medida que marchaba Cruz y el otro Zañartu disolvía las fuerzas de caballería que tenían en Chillán. El 16 se ratificó la capitulación y el 19 salieron a Concepción los 3 batallones de Cruz con sus propios jefes, porque Bulnes conocía que no podía reemplazarlos sin exponerse.

[Enero] 14.
Los diarios de hoy publican una nota del Ministro de Guerra a Bulnes, fecha 27 de diciembre pasado, anunciándole que “el Presidente ha prestado su entera aprobación, en cuanto está en las facultades del Gobierno, al convenio celebrado con el General Cruz, y que, en consecuencia, se daban a los intendentes las órdenes necesarias para su cumplimiento”.

Publican también los diarios varios detalles de una sublevación de la guarnición y presidio de Magallanes, capitaneada por un tal Cambiaso y ocurrida el 17 de noviembre próximo pasado. Los sublevados han fusilado al comandante B. Muñoz [3], Gobernador de la colonia, al cura y a otro más. Esta noticia ha producido una mala impresión en todos, principalmente a causa de la muerte de Muñoz. No creo que tenga carácter político este movimiento, por más que se diga que los desterrados que de Valparaíso llevó para aquella colonia la Florida, lo secundaron, en el momento de llegar el 22 de noviembre. El vapor Lima, que trae la noticia, ha pasado por la colonia al principio de enero y todavía estaban allí los sublevados.

[Enero] 16.
El Mercurio, diario ministerial, no se retrae de publicar una correspondencia de Santa Rosa, en la cual, entre otros asuntos, se habla de lo grato que sería a la provincia de Aconcagua la separación de su Intendente Fuenzalida. ¡Cuál será el odio que este mandón inspira y cuál [cuáles] serán de justas las quejas de aquel pueblo cuando los papeles ministeriales mismos nos lo revelan!

Con fecha 12 de éste, el Gobierno ha librado un decreto premiando a los jefes y oficiales que se hallaron en Loncomilla, defendiendo su causa, con un grado más de los que el Gobierno puede conceder, a los que hubiesen perdido algún miembro con dos, y a las clases y tropas de los cuerpos cívicos que hubieran vuelto a su pueblos en las filas, con una vaca con cría. ¡Digna simpleza del Ministro Vidal!

[Enero] 18.
El Cazador ha traído la noticia de la pacificación de Copiapó. Al mes de haberse asesinado inútilmente los dos ejércitos en Loncomilla, cuya desgracia hacen [sic] recordar a cada paso los periódicos ministeriales, llamando a Bulnes el héroe de Loncomilla, ha triunfado el español Garrido de las fuerzas liberales de Copiapó en los linderos de Ramadillas. ¡Baldón, infamia que llenan de amargura el corazón! Todos los españoles residentes ahora en Chile, han abrazado la causa del partido retrógrado y han combatido al partido liberal como si pretendieran vengar la ofensa que su patria recibió con la independencia de Chile. Hay más todavía: un García Haro [4], padre de García Reyes, que peleó contra la independencia en Chile y Perú, ha sido el jefe de las fuerzas que el Gobierno ha opuesto en Colchagua a las montoneras que allí defendían la causa de la libertad. El español Garrido describe así su triunfo en Copiapó: “El primero de ellos (acontecimientos) ha provenido de la audacia que tuvo el enemigo de buscarme en mi propio campo con triples fuerzas de las de mi mando, en consecuencia de lo cual se trabó un reñido combate que duró desde las 5:30 de la tarde hasta las 7:30 de la noche del día 8, dando por resultado el triunfo de esta división sobre los rebeldes, que sufrieron la pérdida de más de 40 muertos, bastantes heridos y un número de prisioneros que no baja de 60, dejando en su retirada una pieza de artillería, armamento, municiones y Caballos.” Luego refiere que tomó posesión al día siguiente, sin dificultad, de la ciudad de Copiapó, adonde habían quedado guarneciéndola desde el día anterior fuerzas que se aumentaron con los derrotados en Linderos. Y para dar más realce a esta ocupación dice que con ella ha evitado a Copiapó las calamidades que habría sufrido si los rebeldes desenfrenados se hubieran mantenido allí por más tiempo. Si confiesa que a pesar de existir fuerzas en ese pueblo lo tomó sin dificultad, claro está que no es él, Garrido, quien ha evitado aquellas calamidades, sino los mismos rebeldes, que consintieron en cederle el pueblo y no resistir. El Mercurio refiere que un testigo presencial de los acontecimientos asegura que Barahona no pudo cumplir el convenio celebrado con Garrido (no sé cuál sea) porque la tropa no quiso obedecerle, diciéndole que se había vendido. Barahona preguntó a sus soldados qué era lo cine querían y todos respondieron que pelear.

Inmediatamente Barahona se dispuso a acompañarlos en la pelea, avisando a Garrido que se preparase al ataque. Esta relación, dada con un candor que reprobará mucho el Ministerio, prueba que aquella revolución era popular y que el denuedo del pueblo ha sido inútil porque le ha faltado quien lo comprenda y lo dirija. El Mercurio agrega también que Garrido ha sido recibido en Copiapó con gran entusiasmo y que los vecinos han levantado una suscripción por más de $ 20.000 para los vencedores. Este hecho, unido al equipo que Copiapó hizo de su cuenta: de la división que mandó contra la revolución de La Serena; a la conducción en birlochos de las tropas que mandó contra la sublevación de Chañarcillo y a la conducción en los trenes del ferrocarril de las tropas de Garrido, los presenta El Mercurio como hechos que revelan a un pueblo lleno de espíritu público; ¡Pero se equivoca! Esos hechos no son obras del pueblo, ni manifestaciones de su espíritu, sino que son obra de los comerciantes y mineros y puras manifestaciones del espíritu retrógrado que los anima. En Copiapó sucede como en Valparaíso, que son extranjeros la mayor parte de los que se ocupan en explotar sus riquezas, y por consiguiente enemigos de todo movimiento que venga a paralizar sus negocios o a quitarles el tiempo de ganar. ¿Qué les importa a ellos la causa de la libertad de la República de Chile?, ¿qué la moralidad?, ¿qué el alivio del pueblo, qué el desarrollo de mayores elementos de prosperidad? Del orden actual sacan ellos su riqueza, y de él esperan más. Ese orden es el que sostienen, y a ello son animados por el ejemplo y las invitaciones de unos cuantos chilenos retrógrados que hay en ambas ciudades y que tienen los mismos intereses que los extranjeros y, por consiguiente, los mismos motivos de apoyar al Gobierno. Tal es la explicación natural y desapasionada que tienen aquellos hechos.

¡Y sin embargo, esa causa execrable, que simboliza la ruina de la República, ha vencido y ha hundido para siempre a la causa de la libertad! La República y la libertad son vencidas por el oro, por la corrupción, por el egoísmo, por la traición, por la fuerza bruta, y éstos son los elementos que constituyen al poder vencedor. Sus triunfos cuestan más de 3.500 muertos que han quedado en los nueve ataques y batallas de Santiago (20 de abril), Illapel, Parral, Petorca, San Felipe, Valparaíso (28 del actual), Los Guindos, Loncomilla, Linderos de Ramadilla y en el prolongado sitio de La Serena. A éstos se han de agregar más de 500 desterrados o proscriptos, otros tanto fugitivos y 6.000 personas que sufren por consecuencia de aquellos asesinatos, de aquellos destierros y de aquellas persecuciones.

[Enero] 21.
Dando cuenta El Mercurio del banquete dado por suscripciones a Bulnes el 18 en el palacio, dice que la testera del salón estaba adornada con dos pabellones riquísimos, el español y el de la República “como para completar el pensamiento de la manifestación y darle mayor brillo y realce a los ojos de la América”. ¿Cuál era ese pensamiento? El del orden. ¿Por qué se escoge el pabellón español para significar este pensamiento? Porque, según el prospecto de un periódico retrógrado, que se reprodujo por todos los diarios retrógrados, el partido que se llama conservador tiene por principal misión la de restablecer en la civilización y en la sociedad de Chile el espíritu español para combatir el espíritu socialista de la revolución francesa. ¡Raro capricho! Pretender españolizar más a Chile, es lo mismo que abjurar la independencia con todas sus consecuencias y pretender que la sociedad no obedezca la ley natural del progreso humano. El partido retrógrado de Chile va en esto a parejas con la Revista de Lima, que parece ser el órgano de un círculo también español por su espíritu y sus tendencias. Ese papel se esmera en presentar a las repúblicas americanas en un estado deplorable y como víctima del socialismo: él llama socialismo todo lo que huele a reformas liberales en cualquier sentido.

Marzo 11, en Lima.
Me hallo en esta ciudad desde el 20 de febrero próximo pasado, habiendo salido de Chile con el ánimo de establecer un colegio y quedarme por acá. No espero que varíe la política de Montt ni que el Gobierno chileno deje de perseguir jamás a los que fueron sus adversarios. Durante mi viaje supe que Valenzuela, fiel instrumento de Montt, se hallaba de Intendente en Coquimbo, formando un proceso criminal contra los comprendidos en la revolución de La Serena, es decir, contra toda la población. Tenía las cárceles llenas y dominaba allí tan arbitrariamente, que hasta había derogado, en sus dominios, la ley que abolió el pasaporte, exigiéndolo a todos los que salían o entraban. Con la misma arbitrariedad había exigido otro tanto Garrido en Copiapó, bien que se decía allí que éste había llegado a ser el ángel tutelar de los copiapinos, porque los había salvado de la furia de los argentinos. Tejedor, Oro y Rodríguez, argentinos, eran los que habían dirigido, en los últimos sucesos, al intendente Fontanes, sugestionándole toda clase de tropelías y ejecutando ellos, por su parte, cuantas pudieron, pues llegaron a punto de usurparse la jurisdicción de juez letrado para castigar con azotes a los presos políticos que tenían en la cárcel. Varios vecinos de Copiapó me aseguraron que pasaba de 300 el número de los muertos en la batalla de Ramadilla y en los demás choques que tuvieron lugar en Copiapó. Además, me declararon que los 14 fusilados de que antes hablé, lo habían sido por orden de un joven Montt, hijo de don José, y subdelegado, quien mandó a un oficial argentino que persiguiese a los que fugaban después de la batalla de Ramadilla y los fusilase. El oficial cumplió de tal modo que hasta pretendió fusilar a los dueños de la casa de campo donde tomaron asilo aquellos infelices.

En Lima he hallado la agitación producida por la expedición que prepara Flores contra el Ecuador. Ya en Cobija me había mostrado Arteaga una carta en que C. Vicuña, a nombre de Flores, lo invita para esta expedición, haciéndole muchas ofertas y asegurándole que tiene 500 chilenos enganchados y que el Gobierno del Perú protege la empresa. Aquí se habla y se escribe mucho en pro y en contra de esta empresa, pero es un hecho indiscutible el de que el Gobierno tolera que se hagan los preparativos y los protege secretamente. Osma, Ministro del Interior, me ha dicho a mí que aunque él tenga en su conciencia la certidumbre del hecho, como gobernante no puede aceptarlo porque no se presentan pruebas. “Ud. sabe, agregó, que yo soy muy amigo de Flores, yo le he dicho a Flores que gobernará en el Ecuador, pero ¿cómo podría yo hacer que el Gobierno apareciese protegiendo públicamente la empresa?” Estas palabras y otras me dieron a entender que lo que desea el Gohierno peruano es sólo guardar las apariencias de imparcial. Pero el del Ecuador y el de Nueva Granada, que favorecen a éste, no se engañaron sobre la verdad. Flores ha conquistado algunos chilenos de los emigrados.

 

 

Notas.

1. Cornelio Saavedra.

2. Coronel Manuel Zañartu.

3. Benjamín Muñoz Gamero.

4. Antonio García Haro.