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El Monitor Araucano
Tomo I. N° 51. Martes, 3 de Agosto de 1813.
"Breves reflexiones sobre la guerra de Europa, y la de América". Situación militar de Europa. (Continúa en Tomo I, Nº 52. Jueves, 5 de Agosto de 1813).

El pabellón de la libertad e independencia está elevado en ambos mundos, pero el aparato de las cosas no les pronostica iguales esperanzas ni sucesos. Sólo un enemigo tiene la América, y él está tan débil que no puede defenderse, a sí mismo; tan incapaz de gobernarse por sus propios consejos que una potencia aliada suya cree que para libertarlo es necesario que deposite el poder militar y civil en sus manos; esto es, que obedezca y no mande. ¿Dónde están los ejércitos de la Península, el 4.°, 5.°, el 6.°, etc., de que tanto hablan los papeles de Cádiz? ¿Cuántas tropas se han incorporado a las de L. Wellington, General en Jefe de todas las fuerzas? Se esperaba últimamente reforzar el ejército inglés con reclutas de Galicia, y Asturias; triste recurso si hubieren existido los brillantes cuerpos regulares de que se hablaba. La venida de rusos a la Península no ha sido más que un rumor vago. Esta medida casi imposible se le ocurrió al Almirante Grey, Embajador Ruso en Sicilia, pero no ha merecido la atención del Ministerio Británico.

Todos convienen en que la suerte de la Península depende de la campaña actual: veamos, pues cuáles son las fuerzas de los combatientes. En Enero, según las noticias más autenticas, el ejército inglés constaba de 30.000 ingleses, 20.000 portugueses, 5.000 anglo sicilianos y de un nuevo refuerzo de 5.000 ingleses. Todo monta a 60.000. La Inglaterra habría omitido sus dispendiosos refuerzos de que tanto necesita en otros puntos, si pudiese contar con fuerzas efectivas de la Península de suficiente disciplina y confianza. Los franceses tienen en España las fuerzas siguientes, sin contar con las guarniciones de las plazas: Drouet tiene 45.000; José tenia 20.000; y Soult tenia igualmente 20.000 sobre el Tajo. Todo asciende a 85.000. En la anterior campaña los franceses con 70.000 obligaron al G. Wellington a levantar el sitio de los Burgos y retirarse a sus líneas de Portugal, donde aún se hallaban en Abril ultimo.

Napoleón ha dicho en sus posteriores proclamaciones: "La España pertenece a la dinastía de Francia, y ningún poder humano la apartara de este designio". Por esto no ha sacado tropas de la Península aun después de los últimos sucesos del Norte. En Londres se tenia en Abril por demasiado falso cuanto habían publicado acerca de este regreso de tropas francesas los papeles de la Coruña Y Lisboa: se atribuía esta equivocación a los movimientos de las divisiones francesas en todas direcciones con el solo motivo de proveerse de víveres y de tener buenos cuarteles de invierno. Con todo, se tenia por probable que Napoleón hubiese sacado oficiales del ejército del España, que según cartas de la Coruña, fueron 20 coroneles, 40 comandantes de batallón, y 39 ó subalternos. Si por los varios sucesos de la guerra prosperasen los aliados en la actual campaña, se cree en Londres que los franceses se redujeran a la defensiva conservando el departamento de las bocas del Ebro, del cual, aun los que piensan más lisonjeramente, no juzgan probable que puedan ser expelidos. En aquel caso de inesperada fortuna, la integridad o desmembramiento de la España dependería del ultimo resultado de las operaciones militares del Norte, cuyo prospecto grande y magnifico tiene en espectación al mundo, y convida a la reflexión.

El Rey de Prusia, que ha celebrado alianza ofensiva y defensiva con el Emperador Alexandro, dice en una proclama a sus pueblos: "Nuestro plan es grande, pero no es menor el número y los recursos de nuestros enemigos".

Napoleón conservaba en Abril en Alemania 160.000 hombres. La línea principal de aquellas fuerzas se extendía de Mayenza a Bamberg, siguiendo el curso del, Mayne; las tropas al mando del Duque de Traviso estaban en Franefort con los G. G. Sebastiani y Lefebre; Souham se hallaba en Aschaffenberg; y los Bávaros y el contingente de Wirtemburg se acampaban en Bamberg. Estas fuerzas de Napoleón, a la banda izquierda del Rhin, esperaban que les llegasen caballos para ponerse en acción. Hasta aquel periodo el interior del imperio francés gozaba de perfecta tranquilidad; la subordinación y el silencio reinaba en Holanda y en Italia; sus guarniciones eran ejércitos. Las obras públicas seguían su curso; florecía la industria y la ciencia; y mientras de todos los puntos se. veían llegar cuerpos de tropas, se establecía en París una sociedad de la Biblia por orden del Emperador, a imitación de la Inglaterra, como si todo estuviese en perfecta paz. Entre tanto, la Francia, que por sí sola triunfo otras veces de todas las fuerzas reunidas del Norte, se apresuraba a hacer en la próxima campaña alarde de todos sus recursos, confederada con los poderes de Sajonia, Wesphalia, Baviera, y la Confederación del Rhin, que congregaban tropas para aparecer respetables en el teatro de la guerra. Dinamarca aún no se declaraba por la Rusia, la Austria, demasiado íntimamente unida a la Francia, y según se decía, lisonjeada por Napoleón con la cesión de Venecia y otros puntos; apenas podrá conservarse en la neutralidad armada que últimamente ha proclamado. Napoleón ha dicho que el aparato imponente de su fuerza afirmará la amistad de sus aliados. Mientras se encaminan al campo del horror las formidables masas de tantos cuerpos de tropas, se pone en acción toda la habilidad de los gabinetes; nada se omite para causarse diversiones reciprocas, y para inflamar, inquietar, e inspirar interés a los pueblos acerca de una causa que no ha de mudar su triste condición, y que ha de decidirse con su sangre y sus lagrimas. Tales son las guerras de los Reyes.

(Se continuara).