PARÍS, 3 DE OCTUBRE DE 1827.

Amadísimo padre,

El señor Durran persona digna de particular aprecio y a quien he conocido en esta capital, hace un viaje para el mar Pacífico, y debe tocar en Valparaíso, y probablemente pasar a Santiago. Yo lo recomiendo a Ud. con mucho empeño para que Ud. se sirva atenderlo y dispensarle los servicios que puedan de su mano. Como extranjero, puede necesitar instrucciones y conocimientos del país u ocurrírsele algún negocio que requiera la ayuda y servicios de las personas que tengan allí algún influjo. En fin: en cuanto se le ocurra espero que Ud. le atenderá, así porque el señor Durran lo merece, como porque ésta es la sincera recomendación de quien es, mi amadísimo padre, su

Mariano.