ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Mariano Egaņa. Cartas a Juan Egaņa. 1824-1829
37. Londres, 22 de Junio de 1825.

LONDRES, 22 DE JUNIO DE 1825.

Mi amadísimo padre,

El 16 del corriente llegó el paquete de Buenos Aires y he recibido las cartas de Ud. de 19, 21 y 28 de febrero y 9 de marzo. He recibido también las comunicaciones del Banco de que Ud. me habla, y un oficio del nuevo Ministro de Estado avisándome su nombramiento de tal. Cosa admirable: los dos únicos negocios sobre que el gobierno en estas circunstancias delicadas en que debía consagrar su principal atención a las relaciones exteriores, ha creído conveniente escribir a su Plenipotenciario, han sido avisarle cuál es la firma de Campino, y quién es el nuevo Ministro de Estado. Añádase a esto que el 24 de febrero, fecha de la última comunicación, ya se habían recibido doce oficios míos, y entre ellos algunos que exigían urgente respuesta, como la renovación de mis credenciales conformes al nuevo estilo de que mandé modelos: la línea de conducta que debía guardarse con Irisarri: la propuesta sobre la venta de unos buques de guerra sobre la cual pende como es regular la contestación que debo dar aquí y los avisos sobre la remisión que hice de unos  fabricantes de loza (este fue encargo expreso del Banco) y de un perito en el cultivo del cáñamo, y un explotador y beneficiador de hierro, exponiendo desde entonces que quedaba tratando de iguales objetos, y que aun podían formarse compañías de minas, etc. Extraño también que U. nada me diga sobre esta remisión, y qué se ha dicho de ella. Es verdad que mi oficio Nº 12 no gustaría mucho al señor Ministro. Es muy largo y reducido a dar una razón circunstanciada del estado actual de Europa y de la política de sus gabinetes en cuanto puede decir relación a América, y hago presente en él los funestos efectos de una revolución, presagiando lo que ha sucedido, y era muy fácil de conocer: cito textualmente las expresiones de Lord Liverpool y Mr. Canning en el Parlamento en que declaran en nombre del rey que Su Majestad no reconocería sino a los Estados que tuviesen una forma regular y asentada de gobierno. Yo desearía mucho que Ud. lo hubiese visto. Semejante falta de contestación me confirma en el concepto de que no se me responderá a lo que consulto a los avisos urgentes que dé. ¿Cómo puede existir un país con este abandono? Ud. supla, mi padre, esta falta comunicándome cuanto sepa por pequeño que le parezca, y muy especialmente qué es lo que dice el gobierno, o qué juicio forma de los negocios sobre que le doy avisos. Sin sus noticias, yo me hallara desesperado. Nadie me escribe; pero lo más particular es que el Director ni Benavente me contestan mis cartas privadas. A ambos he escrito en tres ocasiones, a saber, luego que llegué aquí, en diciembre y en marzo. ¿Quién sabe si no se han entregado al Director mis cartas? Ellas han sido inclusas en los pliegos oficiales.

La salida de [Francisco Antonio] Pinto es de todos modos un bien. No existe en Chile un hombre más criminal si su responsabilidad se ha de medir por los males que ha hecho a la patria. Los mismos Carrera no lo son tanto. El deshonor en que se ve Chile, el no reconocerse su independencia, es obra exclusiva suya, o lo que es lo mismo del movimiento del 19 de julio. Ha coronado la obra de su ministerio con el informe manifiesto que acaba aquí de publicarse en todos los papeles públicos, y que no puede contradecirse porque es pieza oficial, suscrita por el mismo Pinto. Al menos como tal se publica. Dígame Ud. si habrá ya paciencia para ver tranquilamente estos daños y estar uno haciendo aquí el papel ridículo de agente de un país donde cada día hay un nuevo desorden, y pasando por la vergüenza de mentir suponiendo que no hay inquietudes y que todo se hace legal y prudentemente, para ser desmentido en cada correo. Yo no tengo cara con qué presentarme ante las personas con quienes debo tratar, y para las cuales sólo el amor a la patria debe disculparme de tanta inconsecuencia. Me he resuelto a dirigir al gobierno el oficio adjunto. No digo en él todo lo que debía decir; pero siquiera indico que callo mucho. Este oficio debe ser mi defensa para con el público que podría imputarme el poco éxito de las negociaciones. Yo quisiera que circulara de un modo que no comprometiera a Ud. ni a mí, ni se supiera que se hacía público por nuestra mano. Ojalá que de la misma secretaría saliese a luz. Cuando se habían preparado con tanto trabajo los caminos para proponer a este gabinete el reconocimiento de la independencia, llegó aquí la fatal noticia del 19 de julio, y fue preciso suspender y aguardar que se serenase la impresión que ella había causado; es decir: los demás Enviados Americanos continuaron sus negociaciones, y las de Chile tuvieron que parar o retrogradar. Dados nuevos pasos cuando ya pareció que había más serenidad y después de las excusas y demoras estudiadas de Mr. Canning, ya Ud. ha visto el resultado de mi conferencia última. Yo había creído poder obtener algo en este mes y con la llegada del presente paquete. Me parecía que de cualquier modo el Congreso habría formado o estaría formando alguna ley fundamental o constitucional, o lo que fuese, de la cual podría yo valerme para asegurar que el Estado se hallaba ya constituido y pacífico; pero vea Ud. lo que ha salido y el retardo que esto trae, porque ni en el mismo mes que se recibe aquí una noticia de desorden, ni en el siguiente puede verse a Mr. Canning. Es necesario dar tiempo a que se crea que ya se ha variado lo malo. Como los pasos del Gabinete inglés son los que dan la ley en estas materias o indican cual es el verdadero estado de los países de América, la vergüenza de Chile es general en toda Europa.

Si no se ha de adoptar la constitución y restituir las cosas al pie que tenían antes del movimiento del 19, yo soy de opinión que más valía que no se hiciese otra constitución, o por mejor decir que se hiciese una constitución pequeñita o una cosa que podría llamarse ley orgánica, y contener veinte o treinta artículos muy generales, que después podría poco a poco irse restituyendo a retazos la anterior constitución y por medio de leyes separadas. Deseo mucho saber qué efecto ha causado lo que Blanco [1]  ha escrito sobre ella, y qué uso ha hecho Ud. de esto. El Abate Pradt escribirá sobre ella como ya he dicho a Ud.

Aun no he recibido los papeles que debía traer Rosales. Por consiguiente no he visto el Mensaje del Senado, la Memoria de Pinto, el Código Moral, etc. Desde el mes pasado sé que Rosales llegó al Janeiro, pero aun no ha llegado a Francia. Voy a escribir a Gibraltar para cuando llegue Riesco [2]. Estos papeles que deseo tanto ver, habría sido mejor recibidos por el correo.

Mis dos grandes negocios en Santiago son hoy: primero, que las personas de juicio principalmente y en general el público entienda, que no por culpa o negligencia mía no se reconoce aquí la independencia, sino por los movimientos y desorden del país. 2º. Que Ud. me prepare las cosas de modo que yo me pueda ir para diciembre pero cuando más tarde y estar en ésa en abril sin que se me tache por esto, pues Ud. verá que mis instrucciones me autorizan para regresarme tres meses antes de cumplirse los dos años de mi salida, si no se me remitían nuevos auxilios de cuya no remesa estoy seguro. Nada me sería tan grato como el que se me relevase, y así lejos de darme cuidado, tal noticia la deseo.

No ha habido correo en que no haya escrito a Ud. La que recibió Ud. por mano de Barra el de Buenos Aires fue la que escribí en el paquete que salió de aquí en noviembre, y lo que hubo fue que la correspondencia dirigida al gobierno y al Banco por el mismo paquete, marchó en derechura a Santiago, y Barra demoró mi carta hasta el correo siguiente. Por eso no la recibió Ud. cuando llegó a ésa la correspondencia oficial. Con O’Brien no escribí recelando como siempre del descuido de todo pasajero, pero llevó a Ud. una cajita con anteojos, y una instrucción sobre ellos, sobre que espero la contestación de Ud.

Al observar la historia del asesinato de Campino, yo no dudo que ésta haya sido una intriga para disolver el Congreso y obtener las facultades dictatoriales que tanto honor hacen a la patria y que se desempeñan tan dignamente. ¿Qué ha hecho el señor Pinto tan conocido por su adhesión a los principios según Navarro, en los siete meses de su ministerio? Estos ministros que no podían marchar ni dar vuelo a su gran genio por las trabas que les oponía la constitución, ¿qué hicieron en los meses que ejercieron el poder dictatorial? Yo no he visto sino graves daños y desatinos. Recuerde Ud. que verificado el movimiento del 19 y cuando debían salir a luz las sublimes leyes que iban a mejorarlo todo, las primeras cosas que se publicaron en el Boletín fueron “que se diese al quién vive de las centinelas, Chile en lugar de patria; y que no se dijese Ministro de gobierno sino Ministro del Interior”. Pero lo más gracioso es el prolegómeno de los decretos del Boletín. En esta parte son notables el de la casa de huérfanos, y uno sobre los portes de correos que se halla en el Nº 8, t. 2º  [3].

Yo no sé cuál será la política de Vicuña. El fue propuesto a O’Higgins por Irisarri cuando éste se vino a Europa, para el mismo ministerio, y por no haberlo admitido entró Echeverría. Supongo por lo mismo que sean extremadamente cumpas [4]. Una cosa me faltaría que ver, y era a Irisarri otra vez de Plenipotenciario en Londres. Ahora continúa en el ejercicio de negociante. Supongo que por este paquete escribirá muy largamente a Vicuña.

Protesto a Ud. que no sé cómo me avenga con estas cuentas de Irisarri y Hullet. Lo que urgentemente interesaba a Chile, ya lo conseguí, a saber remitir el dinero existente. La liquidación y cancelación de cuentas, no sólo es obra de romanos, sino superior a mis fuerzas, a mi situación actual y a mis deseos de irme; o por mejor decir, yo no soy para éstos. ¿Cree Ud. que Hullet e Irisarri estén dispuestos a devolver lo que hayan utilizado, por que se les formen alcances? El día que se decidieron a aprovecharse del dinero de Chile, ¿no se decidirían también a retenerlo a toda costa? No hay más arbitrio que un pleito cruel y terrible y yo vuelvo a repetir que no soy para esto. Sugiera Ud. la idea de que se comisione a un hombre vivo exclusivamente para la liquidación de las cuentas del empréstito y recaudación de su alcance interesándolo en alguna parte de lo que recaude. Si a esta comisión reúne la de cobrar la parte del empréstito suplida al Perú en caso que para esta cobranza haya necesidad de pleito porque se resista aquel gobierno a pagar llanamente, en este caso repito, la comisión sería excelente, y yo aconsejaría a Pinto o a Campino que la prefiriesen a los honores diplomáticos. Si el Perú se conviene en el pago de la que se le suplió, no hay necesidad de comisionado para esto. Uno de los motivos, y que muy poderosamente concurre a que yo desee tanto mi vuelta es estas cuentas de Irisarri, de que nada, nada ha de sacar el erario si no es en virtud de un pleito.

Mucho celebro que se trabaje en la casita de Peñalolén. En medio cansancio, de mi aburrimiento, esa casita es mi idea consoladora. ¿No le parece a Ud. que hagamos propósito de llevarnos en ella meses enteros? Desde ahora pido a Ud. expresamente que para mí la añada Ud. un gran baño, esto es espacioso. En cuanto a adornos de Europa, la casita tendrá los siguientes.

Estantes con muy buenos libros y entre ellos una colección de economía rural y jardinería. Muy buenos instrumentos ópticos y físicos. El telescopio y microscopio, que ya he comprado son tales que se puede decir de ellos: “Eso no se hizo para Polpaico”. El microscopio singularmente es cosa muy grande, y para toda clase de usos físicos y matemáticos. Globos, instrumentos y mapas geográficos. Juegos artificiales de aguas. Un baño de vapor. Paisajes y retratos de hombres ilustres. Chimenea. Un coche que debe ser como dependencia de la casita para los viajes. Sillas poltronas. Algunos instrumentos rurales, y otras mil menudencias.

Ya debe Ud. preparar los caballos de tiro para el coche. Siempre serán necesarios cuatro para tener de muda. Aquí no importa que no sean parejas. Yo no sé cómo andará aún la moda en Chile. Yo celebraría que estuviesen amansados cuando yo llegase.

Mr. Dolland, primer óptico de Europa y por consiguiente del mundo, me ha vendido y hecho el telescopio, microscopio, barómetro, termómetro, etc., y de quien son los anteojos que he despachado y una colección que tengo aquí para Ud., no ha podido hacerme un Gnomon [5] para la casita por no saberse a punto fijo la latitud de Santiago y haberme dicho Lozier que en todos los autores estaba errada. El la tomó con exactitud, y si Ud. pudiera pedírsela y remitírmela, no nos quedaríamos sin tal Gnomon. Supongo que Ud. en ningún correo me dejará de escribir aun cuando ya me juzgue próximo a volverme y tema que no me alcance aquí la carta, porque yo debo escribir a Fair cuándo se verificará mi partida a fin de que él me dirija la correspondencia, o la retenga en Buenos Aires según el aviso de mi salida. Yo pienso hacer mi viaje por Buenos Aires.

¿Qué se dice en Chile de los proyectos de Banco y Colonización? Sobre el primero aun nada se ha contratado porque se han desanimado los empresarios después de estar convenidos, y sobre todo yo procedo con una timidez que me asusta el considerar que si me comprometo aquí en un trato, o en una promesa, y desaprueban allá, soy hombre fundido. La primera compañía de minas está formando un plan que me ha presentado y me ha parecido de inmensa utilidad al país; y lo he aprobado. El se reduce al establecimiento de catorce ferrerías en otros tantos puntos donde hayan minas de hierro. El objeto es explotar éstas con la abundancia necesaria para surtir a toda la América y elaborarlo en Chile. Se transportarán al país ochenta o más familias vizcaínas de fabricantes, explotadores y trabajadores del hierro en todas las elaboraciones que necesita. El proyecto es igualmente extensible a las minas de azogue. Yo desearía que Ud. pidiese por sí o valiéndose de alguna persona de confianza, las minas de Peldehue y del Torito situada en Colina, o por ahí cerca. Como despobladas no habrá embarazo en que hagan la merced, y teniendo estas minas se puede entrar en negociación o en contrato con la compañía arrendándolas por un número determinado de años y con la condición de que además del canon estipulado del  arrendamiento se dé una parte de la utilidad al dueño como se hace en México. Digo que se pida la mina de Peldehue porque de ella habla Molina en la página 113 del tomo 1º y como aquí se ha hecho una edición de la parte de su historia natural, que trata del reino mineral, es mucha la fama que tiene. Ya dos comerciantes me han venido a hablar para que les permita ir a trabajar la mina de Peldehue si no tuviese dueño. Yo les he respuesto [sic] que no está en mi arbitrio hacer concesiones de minas; que tampoco sé si el gobierno permitirá que los extranjeros puedan trabajarlas en propiedad; y que vayan a Chile a hacer su diligencia y contratarla con su dueño si lo tuviere. Se me ha hablado asimismo de la mina de Torito como de una cosa muy rica.

La explicación sobre el clavecito taquigráfico está algo confusa, y no sabiendo yo hablar, me costará mucho trabajo; pero haré todo lo posible para salir bien. Ud. no me culpe de la demora de la impresión. ¿Ha estado en mi mano no haber todavía recibido el Código Moral?

Ud. tiene noticias que comunicarme y sin las cuales no podría yo estar aquí. De Europa nada hay nuevo, ni nada que decir que no vaya allá en las gacetas.

Como acabo de recibir el correo no sé si alcanzaré a contestar a mi madre, Dolores, Juan y Ríos.

A Dios mi muy amado padre. Soy su

Mariano.

P. D. El adjunto oficio cerrado, es el duplicado del que dirigí a Ud. en el correo pasado para que si tenía a bien lo entregase a los Directores de la Caja.

 

Notas.

1. Se refiere a Blanco White.

2. Manuel Hipólito Riesco.

3. Egaña se refiere al Boletín de las Leyes.

4. Compadres.

5. Instrumento de astronomía, compuesto de un estilo vertical y de un plano o círculo horizontal, con el cual se determinaban el acimut y altura del Sol, observando la dirección y longitud de la sombra proyectada por el estilo sobre el expresado círculo.

6. Especie de máquina de escribir.