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El Semanario Republicano
Número 1. Sábado 30 de Octubre de 1813
Sin título ["La conmoción que causaron en los espíritus..."]. Valoracion de la libertad de imprenta. Prepotencia militar. Firmado por C.H. (Camilo Henriquez).

La conmoción que causaron en los espíritus los últimos Semanarios, y las ocurrencias de los días anteriores, manifiestan la verdad de aquella máxima tan repetida: los hombres extrañan la libertad, cuando no están acostumbrados a ella. ¡Rara fuerza la de la costumbre, radicada por la esclavitud! ¡Se hace dura la libertad, el bien más precioso de los de los mortales; y el más acompañado de celestiales dulzuras! Si aspiramos a ser libres, si queremos dar la libertad a nuestros conciudadanos, acostumbrémonos a sufrir los efectos de la libertad. La de la prensa es en los países libres el gran baluarte de la libertad pública. Los hombres que han obtenido la confianza general, deben sufrir que sus hechos y actuaciones se expongan a la vista de todos, para que reciban o la censura o la alabanza, y para que los pueblos no se equivoquen en sus elecciones, y en fin, para que conozcan si son esclavos, o si son libres. Los políticos aseguran que la Gran Bretaña y los Estados Unidos son libres, por que gozan de la libertad de la prensa. Igualmente saben todos que por esta libertad de escribir, florecieron con la gloria de la literatura Atenas, Roma, París, Londres... Las cadenas abaten al genio, las águilas han de estar libres para que se eleven y den gloria a los pueblos.

Los periódicos de Estados Unidos han contenido cosas bien amargas contra Jaime Madison, Presidente de aquellos Estados. Yo me acuerdo haber leído en uno de ellos que mister Madison gastaba anualmente seis mil pesos del erario público en gratificar a los periodistas para que le diesen elogios con el fin de ser reelecto Presidente. Se dice que aquel buen ciudadano lee con paciencia estos escritos, y se aprovecha de lo bueno que contienen. Ello es que en Inglaterra y Estados Unidos apenas hay medida saludable adoptada por el gobierno, que no haya sido sugerida por los escritores. Todos saben cuánto se escribió desde 1801 contra el Presidente Jefferson. Se dice en uno de aquellos papeles: "Es un deber sagrado, que todo hombre debe a su patria, exponer a sus conciudadanos la conducta de aquellos que presiden a los negocios públicos, y nunca mejor que ahora cuando los amigos del Presidente nada perdonan para ensalzarlo, y a quien llaman con énfasis el hombre del pueblo".

Por lo que hace al deseo que se ha manifestado por la cesación de la prepotencia militar, este no es más que reclamar por la libertad civil, siendo máxima inconcusa que las armas deben estar sujetas al gobierno, y no el gobierno a las armas.

Estas reclamaciones no han sido intempestivas; los que respiran libertad, deben en todos los momentos clamar y hacer solicitudes por el restablecimiento de la libertad. Se nos habría creído atacados del general letargo si no hubiésemos presentido el dolor de ver a la dulce patria pasar a mayor servidumbre, y remacharse sus grillos, después de tan laudables esfuerzos, sacrificios y pérdidas. Confunde la idea de pelear, y comprometerse para ser esclavos.

Triste era la situación de Norteamérica el año de 1774, y con todo, el Congreso Provincial de Nueva York dice al inmortal General Jorge Washington, después de aprobar su elevación al Generalato, así; "Tenemos la más plena seguridad, de que luego que se concluya esta importante contienda, renunciaréis el empleo que se os ha confiado, y volveréis a ser nuestro más digno conciudadano". La grande alma de Washington le responde: "Aunque no dejo de ser un ciudadano cuando me encargo, como soldado vuestro, de las fatales, pero necesarias operaciones de la guerra, me juntaré con vos en aquel momento dichoso en que restablecida la libertad americana sobre firmes y sólidas bases, pueda yo volver a mi privada condición, para vivir en el seno de una patria libre, pacífica y feliz". Así hablaba el grande hombre que sólo conoció la noble ambición de conquistar los derechos del genero humano, y de dejar a su patria en libertad, seguridad y prosperidad. Así hablaba, y cumplió sus promesas, el hombre eminente, que después de haber arrostrado todos los peligros, y devorado todos los disgustos por lograr sus altos designios, volvió, a su parecer, a la pacífica oscuridad; como si pudiesen permanecer en oscuridad las virtudes heroicas, y un nombre brillante, guardado por el voto público en el templo de la fama.

Tiempo es de que los ánimos se ocupen únicamente del sublime y arduo objeto de la libertad y seguridad públicas. En su presencia deben enmudecer los resentimientos y animosidades. Los hombres útiles deben colocarse, sea cuales fueren sus particulares afectos. Sostenemos la causa de la patria, no los intereses de algún partido. Los talentos y la virtud deben buscarse, y ponerse en acción, en cualquiera parte donde se encuentren. Una conducta semejante ha salvado en todo tiempo a las repúblicas, les ha dado consistencia, triunfos y gloria. Sólo la unión, el valor, la honradez, y los talentos pueden salvarnos. Estas cualidades son tan necesarias en las armas como en las magistraturas. Tenemos enemigos, y la libertad está siempre amenazada. Si observamos la revolución actual en todos sus puntos, sin exceptuar uno sólo, sea en Quito, Caracas, etc., veremos que el enemigo se ha presentado siempre con fuerzas débiles, y que éstas han crecido por los defectos interiores, en que han tenido la mayor parte unos magistrados sin resolución, facciosos, y sin luces. Cuando proclamamos libertad, es necesario hacer gustar a nuestros conciudadanos las dulzuras de la libertad para que la amen y peleen por ella.

En fin, yo repito las palabras de Lucio Junio Bruto: "Concluyo observando que ha llegado el tiempo, en que todo hombre virtuoso y bien intencionado debe olvidar las consideraciones privadas y de partido, y formar una unión más grande y más duradera. Sea que haya estado en oposición con Jefferson, o que haya aprobado la política contemplativa, e infeliz de Adams o haya admirado las miras justas y brillantes talentos de Hamilton, es ya el propio tiempo de que los verdaderos amigos de su patria hagan una causa común en favor del bien público contra el enemigo de todos".

Camilo Henríquez.