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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Capítulo XII. Rivalidades de Influencia entre Santiago y Concepción. 1812
Texto

1. DESAVENENCIAS DE LA JUNTA DE GOBIERNO PRESIDIDA POR CARRERA CON LAS AUTORIDADES DE LA PROVINCIA DE CONCEPCIÓN. Expiró el año anterior de, 1811, quedando en principio las desavenencias de este Gobierno con la provincia de Concepción, cuya Junta dirigida y animada por el Doctor Martínez de Rozas, ofendida de los despóticos procedimientos de los Carrera en las tres últimas contrarrevoluciones de 4 de septiembre, 15 de noviembre y 2 de diciembre último, pretendía separarse de la capital, y aun amenazaba castigar y dar la ley a los muchos usurpadores del Gobierno.

Según estos principios, se tomaron medidas casi abiertamente hostiles por las dos partes, y se cerró la comunicación ordinaria de las dos provincias, colocando guardias y tropas a las dos orillas del río Maule que las divide.

El enviado don Bernardo O' Higgins para tratar de convenio, residía en Concepción; y don Ignacio Carrera, padre de los tres Carrera, dueños de esta capital, fue enviado a Talca, sita a las orillas del río Maule, para observar desde aquella inmediación los intentos de los disidentes, llevando al mismo tiempo poderes para tratar de concordia y fuerzas para oponerse a cualquiera violencia, que de pronto pudiera ocurrir. El oficio que con fecha 31 de diciembre de 1811 le remitió el Gobierno, indica la poca esperanza de composición sin recurrir a las armas, y es el siguiente:

2. AISLAMIENTO DE LOS ENEMIGOS DE LA CAUSA. Procuraba el Gobierno en medio de los afanes a que le obligaban los sucesos de Concepción, deshacerse de los contrarios de su sistema, y he aquí una muestra de los arbitrios que empleaba como lo muestra el siguiente oficio de la Junta a don Juan Manuel Gómez. Es del tenor siguiente:

3. PREPARATIVOS MARCIALES. A proporción del temor, se veían los preparativos marciales en esta capital, reclutando soldados para más completar los cuerpos, disciplinando a éstos con toda actividad, y poniendo los regimientos de milicias en el estado de disciplina, de que son susceptibles, para que sirvieran en la campaña primera que se disponía para sujetar a Concepción.

4. LOS REALISTAS JUZGAN FAVORABLE A SU CAUSA LAS DESAVENENCIAS. Esta contienda, que ocupaba todas las atenciones del Gobierno, era considerada de todos con varias críticas y con diferentes aspectos.

Los realistas o amantes del buen orden, en su mayor parte la miraban como favorable a su causa y deseaban interiormente la guerra civil para que (decían) los revolucionarios se debiliten, en cuyo estado será más fácil reducirlos a su deber.

Pero mi parecer siempre fue contrario, y lo fundaba en muchas razones.

Primeramente, la religión, la caridad y el natural amor a nuestros hermanos, abominado tales deseos aun entre nuestros mayores enemigos.

En segundo lugar, si se atendía por el aspecto político, tampoco resultaba ventaja alguna a la buena causa; porque para la guerra se habían de levantar muchas tropas de una y otra parte, las que con el uso de las armas y de la pelea se harían aguerridas y servirían para el caso y tiempo en que se pudiera reconquistar el reino con la fuerza, pues el que prevaleciera cualquiera de las dos partes era indiferente para el Rey, estando ambas igualmente distantes de someterse a la nación, y en caso de ser atacado el reino por las armas del Rey, se unirían las dos partes disidentes, según lo expresan repetidas veces en sus contestaciones de avenencia.

5. LOS CARRERA Y MARTÍNEZ DE ROZAS DECIDIDOS POR LA INDEPENDENCIA. Si los Carrera, que es decir la capital, estaban decididos por la independencia, no lo estaba menos el Doctor Martínez de Rozas, que es decir la provincia de Concepción, según se manifiesta en los tratados o artículos de paz y convenio que con fecha 12 de enero se firmaron en Concepción y son los siguientes:

6. IDEAS Y CARÁCTER DEL SISTEMA DE CHILE, SEGÚN LA CONVENCIÓN. Los anteriores artículos de convenio declaran bien las ideas y carácter del sistema de Chile, que ellos llaman causa general de la América, los que no fueron ratificados en Santiago, porque los Carrera no podían consentir en que Rozas, auxiliado de la provincia, les igualase en poder, y aun les impusiese la ley.

7. AMENAZAS Y PREPARATIVOS DE GUERRA. INCAUTACIÓN DE FONDOS. Por este motivo se aumentaron las llamas del incendio de la discordia, y prosiguieron las amenazas y preparativos de guerra.

Para este nuevo empeño, era preciso buscar plata y se tomaron muchos arbitrios extraordinarios, apropiándose el Gobierno el depósito de la Redención de Cautivos, parte de los fondos de la Casa de Moneda, y cien mil pesos que en este Consulado se hallaban pertenecientes al de Cádiz.

No faltaban en esta ciudad enemigos de los Carrera y partidarios de Rozas y de Concepción; pero también sobraban arbitrios a éstos para atraerse la voluntad general del pueblo, tan inclinado naturalmente al desorden y al libertinaje.

8. DIVERSIONES. LIBERTAD Y CORRUPCIÓN DE COSTUMBRES. Desde el primero de enero costeaba el Gobierno una buena música de muchos instrumentos, y se convidaba generalmente a todos los que quisieran asistir en el paseo o Alameda de los Tajamares, desde el anochecer hasta la media noche, asistiendo a dicha diversión los principales mandones, y casi toda la juventud y oficiales militares con tal multitud de mujeres de todas clases, que parecía despoblarse la ciudad de todos sus moradores.

En aquellos concursos nada se tenía que desear en orden a la libertad y corrupción de costumbres: hurtos, torpezas, embriaguez, escándalos y toda especie de delitos gozaban salvoconducto.

La oscuridad de la noche, la disposición del lugar, la ocasión tan oportuna y el mal ejemplo de los principales del Gobierno eran los mayores incitativos que las pasiones humanas podían apetecer.

Con este depravado arbitrio tomó tal exaltación el entusiasmo de la plebe y de toda la juventud en general, que no se veía ni oía otro clamor que ¡Viva la patria! y ¡Vivan los Carrera!, a quienes todos se ofrecían gustosos a sostener y defender atraídos de la licenciosa libertad, que gozaban tan a medida de la corrupción humana.

9. EL CÓNSUL NORTEAMERICANO JOEL ROBERTS POINSETT. OBJETO DE SU MISIÓN. INFLUENCIA SOBRE LOS CARRERA. No fue menos eficaz para aumentar el partido de los Carrera la admisión del Cónsul norteamericano Joel Roberts Poinsett, el cual después de muchos debates y oposición por parte del Tribunal del Consulado, fue reconocido y admitido del Gobierno y tomó tal ascendiente y amistad con Carrera, que verdaderamente hacía los oficios de Primer Ministro de Estado, siendo el director y maestro de todas las providencias del Gobierno.

10. ARGUMENTOS FALACES DEL MINISTERIO FISCAL FAVORABLES AL CÓNSUL. El lector sin prejuicios debe conocer los argumentos falaces de que se valió el Ministerio Fiscal en lo Civil para admitir al Cónsul bostonés, Mr. Joel Roberts Poinsett. Dice de esta manera este curioso documento:

11. PERSONALIDAD DE POINSETT: AGENTE REVOLUCIONARIO, SUS SECUACES. Nadie ignoraba que Poinsett era un emisario de Bonaparte, destinado a sublevar estos países, y como tal instruido y dotado de todas las artes propias para trasponer todo orden y toda justicia; sin religión, sin moralidad y sin respeto a Dios ni a los hombres; y así instigaba y producía los principios del más escandaloso libertinaje, impunidad de delitos en materias de religión y de Estado; y, en fin, traía el modelo de la libertad e independencia de los Estados Unidos Americanos, con el cual se debía conformar enteramente el sistema chileno.

Este misionero de la iniquidad, favorecido y apoyado de toda la autoridad del Gobierno, tenía por auxiliares y compañeros [a] un número considerable de angloamericanos que por diferentes rumbos habían llegado a esta ciudad, en donde eran tratados con una distinción y aprecio que a ellos mismos admiraba, pues exceptuando el Cónsul y el Vice Cónsul[1], que manifestaban medianos principios de ilustración, eran los restantes meros artesanos de los más bajos oficios, sin principios de religión ni crianza; pero el solo nombre de americanos e introduce y protectores de la independencia y libertad, bastaba para que sus palabras fuesen oráculos.

Con estos medios y por estos pasos, iba caminando y engrosando el sistema revolucionario, pervirtiéndose cada día más el orden y sofocando casi enteramente la lealtad y alguna esperanza de remedio, que oculta, se conservaba en los corazones de los buenos cuyo número era menor por momentos, por no tener éstos tanta constancia, cuanta era necesaria para sufrir y sobrellevar los desprecios y persecuciones, que sin cesar padecían. La materia principal de las conversaciones de toda clase de gentes era la tiranía y despotismo de los reyes de España con las Américas, la justicia y razón con que los americanos trabajaban por su independencia y libertad y la felicidad de que este sistema les había de resultar.

12. EXTENSIÓN Y VIOLENCIA DE LA PROPAGANDA REVOLUCIONARIA. Estas máximas resonaban en los púlpitos, en los confesonarios, en toda especie de escritos, aunque fueran dirigidos a particulares asuntos.

Para probar y confirmar estos errores, se decantaban las ventajas y felicidades de los Estados Unidos, su poder, sus riquezas, su población, su comercio, su libertad; se publicaban como artículo de fe las máximas y sentencias de Juan Jacobo Rousseau, especialmente las de El Pacto Social, y se trataba también a la religión católica como introducida por los tiranos en los tiempos de ignorancia con la fuerza de las armas, llena de viciosas supersticiones y sujeta también a las cadenas de la tiranía.

No digo de la libertad con que se perseguía al Santo Tribunal de la Inquisición, afirmando que era conforme a la doctrina del Evangelio la tolerancia religiosa y libertad de conciencia. Las dudas sobre la inmortalidad del alma, sobre la certidumbre del infierno, sobre la licitud de la simple fornicación, con otras muchas máximas escandalosas, porque esto no consta de documentos auténticos, ni estaba autorizado por el Gobierno, pero se iba introduciendo en muchos particulares por medio de la comunicación de los angloamericanos, de la lección de libros impíos introducidos por éstos y tolerados por el Gobierno, estando debilitado y perseguido el estado eclesiástico en su mayor parte incorrupto, y por esta causa sin libertad, ni fortaleza para oponerse al torrente de la iniquidad.

13. IMPETU PRECIPITADO DEL DÉSPOTA JOSÉ MIGUEL CARRERA. Estos males y esta anarquía tan completas repugnaban aún a los mismos insurgentes, especialmente a los menos malos y trabajaban por contener algún tanto el ímpetu precipitado del déspota don José Miguel Carrera, aunque en vano, pues era tan absoluto e inflexible en sus disposiciones, que ni consultaba ni toleraba se le hiciese la menor reflexión a sus providencias, obligando a sus dos compañeros a firmarlas con insultos y amenazas.

Por esta razón era sumo el disgusto y continua la guerra entre los tres vocales, procurando los dos retirarse, dejando solo a Carrera.

14. NUEVOS VOCALES DE LA JUNTA: MANSO Y PORTALES. El día 10 de enero, después de admitirle la renuncia al Doctor Marín, fue subrogado y electo por el Cabildo y algunos comandantes militares don Manuel Manso, Administrador de la Real Aduana, no obstante que todos lo tenían en concepto realista declarado, y les constaba que el día de la instalación de la Junta había declamado y perorado enérgicamente contra la revolución.

Este sujeto, conociendo el malicioso proceder de los electores, admitió el empleo después de muchas protestas y renuncias, pero viendo que no podía remediar cosa alguna, según se había propuesto, abandonó el mando a los quince días de su elección. Don José Santiago Portales, Superintendente de la Real Casa de Moneda, fue elegido en lugar de Manso, y en esta forma siguió el despacho por algún tiempo.

15. LA IMPRENTA, AGENTE DE LAS IDEAS REVOLUCIONARIAS. En este estado de cosas caminaba el sistema revolucionario viento en popa, y a todas velas, extendiendo su conquista por todo el reino con los arbitrios hasta aquí insinuados, y buscando cada instante otros nuevos con que generalizarlo y afirmarlo más bien.

Los infinitos papeles sediciosos que se esparcían llenos de errores y principios falsos; las Gacetas de Buenos Aires, las de Filadelfia y Baltimore; los escritos de Caracas, de Quito y de todos los lugares revolucionados se acumulaban, y se recibían con tal aplauso y entusiasmo, que ya todos eran sabios en los medios de sostener una revolución. Sólo faltaba poner en ejercicio la nueva imprenta, para saciar de algún modo la extremada curiosidad, y esto se realizó el día 13 de febrero, saliendo al público la primera gaceta con el título de Aurora de Chile, Periódico Ministerial y Político.

16. APARICIÓN DEL PRIMER PERIÓDICO NACIONAL. No se puede encarecer con palabras el gozo que causó este establecimiento: corrían los hombres por las calles con una Aurora en las manos, y deteniendo a cuantos encontraban leían, y volvían a leer su contenido, dándose los parabienes de tanta felicidad, y prometiéndose que por este medio pronto se desterraría la ignorancia y ceguedad en que hasta ahora habían vivido, sucediendo a éstas la ilustración y la cultura que transformaría a Chile en un reino de sabios.

17. EDITOR DE LA AURORA DE CHILE: CAMILO HENRÍQUEZ. Para editor y maestro que debía cimentar y formar la opinión del público fue elegido por el Gobierno un fraile de la Buena Muerte, natural de Valdivia, el cual por haber sido declaradamente secuaz de Voltaire, Rousseau, y otros herejes de esta clase, había sido castigado por la Inquisición de Lima, y después de haber tenido buena parte en la revolución de Quito, se hallaba fugitivo en este reino, activando cuanto podía las llamas de esta insurrección.

Estas calidades y delincuente conducta que debían hacerlo despreciable en cualquier país arreglado, eran precisamente sus recomendaciones principales, sin las que sería inútil para el destino.

Efectivamente, no padecieron engaño en la elección, porque desde la primera página de sus periódicos, empezó a difundir muchos errores políticos y morales, de los que han dejado estampados los impíos filósofos Voltaire y Rousseau, aunque en la doctrina del segundo estaba más iniciado, pues traslada por lo común literalmente los fragmentos de sus tratados.

Todo el afán es probar que la soberanía reside en los pueblos, que los reyes reciben su autoridad de éstos mediante el contrato social, y que son amovibles por la voluntad del pueblo; que la filosofía ha sido desatendida por espacio de dieciocho siglos, pero que ya amanece la aurora de sus triunfos, y empieza a levantar su frente luminosa y triunfante: que es decir que la impiedad y el error prevalecen sobre la religión de Jesucristo.

18. IMPULSOS MATERIALES EN FAVOR DE LA REVOLUCIÓN. En cuanto a publicar noticias, se observaba más puntualmente que en los anteriores tiempos, aumentar y fingir las que convencen la total ruina de la Península, las ventajas de las provincias revolucionadas de América, y la ninguna esperanza ni posibilidad de recobrar su antiguo trono Fernando Séptimo.

Pero conociendo que no eran suficientes las palabras ni la opinión especulativa, para sostener los planes de la revolución, ponían al mismo tiempo todo esfuerzo en las obras conducentes a este fin.

Se propusieron grandes premios a los artistas y a cualesquiera otros particulares que fabricasen armas de fuego, con cuyo aliciente se hicieron muchos ensayes todos infelices, hasta que un aventurero americano consiguió sorprender la ignorancia de los comisionados, haciéndoles creer que dos cañones de fusiles antiguos bien limados, eran obra de su ingenio en cuya persuasión se erigió una grande fábrica de fusiles bajo la dirección del impostor, que después de invertir en ella más de veinticinco mil pesos, reconoció el engaño y desperdicio enteramente infructuoso.

No sólo en esta especie de artificio se experimentó este engaño, sino en otros muchos, que por no pertenecer a nuestro asunto omitimos.

Dio lugar a muchos hechos de esta clase la providencia del Gobierno que, con fecha 7 de febrero, se publicó y fijó, convidando a todo individuo para que tomase parte en los adelantamientos y felicidad de la patria, concebida en los términos siguientes:

19. ERRORES Y CONTRADICCIONES DEL GOBIERNO. FERNANDO SÉPTIMO. Nada me admira tanto como la necia combinación de principios tan opuestos entre sí, adoptados y publicados con tanto énfasis por el Gobierno insurgente.

Este declara, confiesa, publica, y repite que rige y gobierna a nombre de su amado, suspirado, reconocido y jurado Rey Fernando Séptimo; pero al mismo tiempo no se cansa de repetir que ya se sepultó felizmente el horroroso despotismo que por el espacio de más de trescientos años, los tenía amarrados al capricho de un solo gobernante extraño; que ya se rompieron las amarras de la antigua opresión, que ya el pueblo reasumió, y es árbitro de la soberanía, con otras mil semejantes a estas.

Pues decidme, ¿a un tirano déspota, opresor, descendiente de otros muchos igualmente delincuentes, sin autoridad ni soberanía alguna, pues que de ella lo ha despojado el pueblo, os sujetáis, le reconocéis por vuestro Rey, le amáis, le deseáis, le suspiráis?

¡Extraño proceder!

¡Heroico vasallaje!

¡Amor mal correspondido!

Pero las obras manifiestan la malignidad de vuestro corazón, y el error no puede producir más que errores, que contradicciones en obras y palabras. Hacéis grande injuria a vuestros conciudadanos y compatriotas, proponiéndoles tales absurdos, dándoles a entender que es tal su ignorancia y ceguedad, que no pueden advertir la perversidad de vuestros encontrados principios.

20. ARBITRARIEDADES DEL GOBIERNO DE BUENOS AIRES. MANUEL ANICETO PADILLA. En el mes de febrero de este año de 1812, la Junta en la que mandaba Carrera conoció los designios y procedimientos de su colega de Buenos Aires y de los atroces atentados contra la libertad que allí se hacían, atentados que jamás conoció el viejo sistema maldecido. Informaba de todo el Diputado de Chile ante Buenos Aires y las Cortes de Europa, el abogado don Francisco Antonio Fernández Pinto. La comunicación dice:

21. CARRERA ACEPTA A PADILLA. Carrera respondió al oficio de Fernández Pinto con el que sigue, instándole a que apurase la venida al país del demagogo Manuel Aniceto Padilla, y conminándole a contratar los elementos de una imprenta. Ese oficio está escrito como sigue:

Pero sigamos nuestra narrativa.

22. LA ADQUISICIÓN DE ARMAMENTOS. Uno de los principales cuidados del Gobierno era la adquisición de un buen armamento, según hasta aquí hemos manifestado con las muchas diligencias practicadas a este fin; pero no surtiendo éstas el efecto deseado, se solicita ahora de nuevo por medio de la contrata siguiente:

Al día siguiente de haberse firmado la contrata de armas precedente, es decir, el 11 de marzo de 1812, el Gobierno dictó un Decreto para proporcionarse armamento ya que la experiencia de los siglos demostraba que la fuerza hace la seguridad de los Estados. El tenor de este documento es como sigue:

23. NINGÚN ADELANTAMIENTO EN EL TRATADO DE UNIÓN DE LAS PROVINCIAS DE SANTIAGO Y CONCEPCIÓN. Quedó suspenso el tratado de unión entre las dos provincias de Santiago y Concepción, según dejamos dicho desde primero de este año; y aunque O'Higgins, enviado, y don Ignacio Carrera desde Talca, agitaban los tratados de composición, se adelantaba muy poco, obstinado el doctor Rozas en sostener aquella provincia independiente y separada de ésta, o por lo menos insubordinada, y con iguales derechos a la independencia.

Son muchas las contestaciones y propuestas que mutuamente se interpretaban, y eludían de ambas partes, exasperándose cada día más la competencia, por cuyo motivo recurrieron las dos a poner en movimiento activo las armas, saliendo de esta capital para el Maule el 9 de marzo, el cuerpo de Granaderos que constaba de 900 hombres, al mando de su comandante Brigadier don Juan José Carrera, con 200 caballos.

Se anunció al público esta marcha en los términos siguientes:

24. RAZÓN DE LAS DILIGENCIAS DE ARMAS DE CARRERA. Todas estas diligencias para procurarse almas las hacía Carrera con el objeto de sobreponerse a Martínez de Rozas y derribarlo en Concepción. No descuidaba un momento en preparar su ejército a fin de disponerlo contra su rival.

25. ENCUENTRO DE LOS DOS EJÉRCITOS. ENTREVISTA DE J. M. CARRERA Y JUAN MARTÍNEZ DE ROZAS. Pero no estaban descuidados los de Concepción y ya tenían muchas milicias a las inmediaciones de Maule y algunas compañías de Dragones; pero, sabida la marcha de las tropas de la capital, salió el Doctor y Brigadier don Juan Martínez de Rozas con su ejército veterano, compuesto del batallón de Infantería de la Frontera, y lo restante del Cuerpo de Dragones de la misma nombrado General de la expedición.

Acercáronse los dos ejércitos a las dos riberas del Maule, y guarneciendo todos los pasos por donde era transitable permanecieron así hasta la venida de don José Miguel Carrera, que a principios de mayo recibió los plenos poderes para reconciliar las diferencias que los separaban.

A principios de mayo se personó [apersonó] en Maule, y supo disponer desde luego que se retiraran las tropas a cuarteles, ofreciendo una amistosa conferencia con el General Rozas, en la que se daría fin a tan ruidosa contienda.

Verificóse efectivamente la entrevista.

Pasó Rozas a esta banda de Maule acompañado de algunos oficiales; y después, y antes de un suntuoso banquete con que le obsequió don José Miguel Carrera, se convinieron en las condiciones de amistad y paz, las que fueron enteramente ocultas, sin que ninguno de los dos gobiernos haya sabido hasta ahora el contenido de los tratados; y con razón, pues no habiendo más gobierno ni autoridad en esta capital que la voluntad y arbitrariedad de Carrera, y en la provincia de Concepción igualmente la de Martínez de Rozas, no tenían éstos necesidad ninguna de comunicar sus disposiciones, ni por consiguiente habían partes interesadas que pudieran pedirles cuenta de su conducta.

Retiráronse luego ambos ejércitos a sus capitales, y se celebró con regocijos públicos la unión del reino. La causa de la discordia nunca fue otra que la ambición de los corifeos Carrera y Martínez de Rozas. El primero, no podía sufrir competidor que le disputase la absoluta dominación del reino; y el segundo, vencido y excluido del Gobierno de la capital, se había refugiado a Concepción, en donde auxiliado de las familias de Mendiburu, Benavente y Manzanos, que comprenden y predominan lo más principal de aquella provincia, intentaba obtener igual dominio que Carrera.

Los que se precian de investigar y saber las cosas ocultas dijeron por entonces que el joven Carrera había engañado al anciano Martínez de Rozas, condescendiendo en su convenio que consistía en que el primero gobernaría la provincia de Santiago, y el segundo la de Concepción, fiando cada uno de los dos contratantes en que el tiempo les proporcionaría mejor ocasión para derribar a su contrario.

Regresó Carrera a Santiago, laureado con el título honorífico de Pacificador del Reino, y fue recibido con los mayores aplausos, admirando todos la prontitud y destreza con que había perfeccionado tan importante comisión. Es notable el testimonio de gratitud que recibió, entre otros muchos, el Gobierno y se publicó en la Aurora número 25, concebido en los términos siguientes:

26. CELEBRACIÓN DEL ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS. 4 DE JULIO DE 1812. El 4 de este mes fue permitido al Cónsul bostonés la celebración del aniversario acostumbrado por la independencia de aquella república. Destinóse el edificio del Consulado para esta magnífica función, a la que asistieron el Cónsul, el Vicecónsul y todos los individuos que de aquellos Estados residían en esta ciudad.

Asistieron también convidados todos los jefes del Gobierno y demás corporaciones con los principales vecinos, siendo el concurso de ambos sexos innumerable.

Los bostoneses, como autores de tal convite, atendían al recibimiento y acomodo de los convidados, pero siendo aquéllos unos meros artesanos y de grosera crianza, no podían ser tolerables a las principales señoras chilenas dichos servicios, ni la compañía de gente tan ordinaria.

Añádese a esto que los muchos brindis en que habían ocupado el día, los tenían bastante descompuestos, molestando a la gente decente con importunidad y descortesía.

Advertida del Cónsul esta incomodidad, fue preciso intimarles se retirasen, cuyo desaire les irritó de tal modo que salieron amenazando de tomar armas para vengarse de aquel agravio. El oficial que estaba de guardia en la puerta destacó una patrulla de seis fusileros, con un subalterno, que siguiese y contuviese a los descompuestos americanos hasta dejarlos en su posada.

En esta forma, marchando por la calle el oficial de la patrulla, mandó hacer fuego sobre los bostoneses, movido de algunas palabras insultantes que éstos pronunciaron.

El resultado fue quedar ocho hombres mortalmente heridos y tendidos en la calle, y entre ellos dos oficiales chilenos que caminaban mezclados con los extranjeros.

De éstos murieron dos, y los restantes se vieron en cercano peligro de morir, quedando estropeados después de largas curaciones.

27. PLAN PARA DECLARAR LA INDEPENDENCIA DEL REINO. Turbóse así el convite con esta novedad, y aunque siguió el baile y la cena hasta el amanecer, parece se contuvieron en el principal designio, que según voz general se decía iban a publicar la independencia en aquella noche.

Don Juan José Carrera, dicen, se opuso a este proyecto por estar enemistado aquellos días con su hermano José Miguel, pero sea lo que fuere, la fiesta se solemnizó como un modelo de las que preparaban para declarar la Independencia de Chile.

28. ODIO CONTRA TODO LO DE ORIGEN ESPAÑOL. LA ESCARAPELA TRICOLOR. Entusiasmado el pueblo y especialmente la licenciosa juventud con las frecuentes proclamas del Gobierno, con los sediciosos escritos que el Editor publicaba en la Aurora, con las abultadas noticias de la inevitable pérdida total de la España, con la general revolución que se aseguraba en todas las provincias y posesiones de América, las innumerables ventajas y victorias de los países revolucionados, y particularmente de los más cercanos y vecinos, Quito, Cochabamba y Buenos Aires; con el odio implacable que todos respiraban contra los Reyes de España, y contra todos los desgraciados europeos que aquí habían sido destinados por su fatal suerte; era tal el furor contra todo lo que tenía conexión o relación con el Gobierno antiguo, que no podían tolerar el menor indicio o señal que de él procediese. Las inscripciones que en los edificios públicos y oficinas reales se conservaban, eran el blanco del escarnio y desprecio de los revolucionarios, tiznándolas o arrancándolas de sus lugares, para borrar si pudieran la memoria, según decían, de los tiranos. Para conseguir más completamente este destino, dispuso el Gobierno que cesando todo distintivo anterior, en adelante todos los ciudadanos se distinguieran con la insignia y timbre de una escarapela tricolor, y al efecto se mandó y publicó por bando en los siguientes términos:

29. USO DE LA ESCARAPELA POR EL ESTADO ECLESIÁSTICO. Aunque el Edicto del Gobierno prescindía de obligar al estado eclesiástico, cuya mayor y principal parte era adicta a la justa causa, fue solicitado el Gobierno por los malos eclesiásticos para que se extendiera el mandato a todos, y condescendiendo a sus instancias se publicó a pocos días el decreto siguiente permisivo.

30. LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS SUBALTERNOS Y LA ESCARAPELA TRICOLOR. Un mes antes, el Gobierno había dictado un Decreto para obligar a los funcionarios públicos subalternos a usar la escarapela tricolor, lo que no hacían por no ser desleales con el antiguo sistema al cual temerosamente del nuevo respetaban. Dice así el Decreto:

31. LOS REALISTAS Y LA ESCARAPELA TRICOLOR. No fue pequeña esta tentación para los realistas, pues ya no era en adelante lícito ocultar su opinión, y su sistema bajo una conducta ambigua, sino que era preciso llevar escrito en la frente el carácter de la bestia, o servir de blanco al odio y persecución de todo el reino.

Suscitóse entre ellos, con este motivo, la disputa de acceder o resistirse al uso de dicha insignia, defendiendo unos que era declararse revolucionario el que la admitiera, y persuadiendo otros que el hábito no hace al monje, y por consiguiente que en nada perjudicaba a la fidelidad esta señal externa.

El segundo partido fue abrazado generalmente por los europeos sin excepción de los eclesiásticos, tanto seculares como regulares, pero en vano porque tal diligencia sólo sirvió para hacerlos irrisibles y aumentar la desconfianza que en ellos se tenía; pues el Gobierno y cada uno de los insurgentes tenía bien conocidos y notados a sus enemigos, aunque fueran disfrazados con la piel de ovejas.

Buen testimonio de lo dicho es el grosero papel que a pocos días permitió publicar el Gobierno en el periódico ministerial o Aurora de Chile, número 27, con el título Artículo comunicado, en el cual, después de ultrajar con los epítetos más denigrativos a todos los españoles europeos, incitan al Gobierno y al pueblo para que armándose ellos sean exterminados a hierro y fuego.

Esta idea cruel y sanguinaria, que se ha practicado en casi todas las provincias revolucionadas de América, se meditaba hasta aquí ocultamente, entre los más infames y ruines insurgentes, y para explorar la opinión del público se presentó por la primera vez en anónimo apoyada del Gobierno, pues éste tenía tomada las providencias de que el Editor le presentase los escritos antes de darlos a la imprenta, y por consiguiente éste se imprimió con su conocimiento y aprobación.

No se debe negar, en honor de los buenos chilenos, que fue desaprobado tan infame papel, y que sólo fue del agrado de la hez de los insurgentes, de cuya pésima clase era el autor, muy conocido de antemano por árbol que no podía producir otro fruto.

Contribuyó a la exacerbación de los ánimos agitados por el Gobierno, la noticia de haberse descubierto en Buenos Aires una atroz conspiración encabezada por Martín de Alzaga, de la cual da testimonio el oficio que en seguida se leerá:

32. DESPÓTICO GOBIERNO DE CARRERA, APOYADO POR SUS DOS HERMANOS. DISCORDIAS ENTRE ELLOS. Giraban los negocios de la capital bajo el despótico antojo de don José Miguel Carrera en dura forma, auxiliado y sostenido de sus dos hermanos, Comandante el uno del cuerpo de Granaderos, y otro de Artillería; pero receloso aun de estos mismos, porque obtenían el principal mando de las tropas, había creado un nuevo cuerpo que se intitulaba la Guardia Nacional o Húsares de la Patria, del cual era jefe.

Este cuerpo, protegido con las mejores distinciones, era el favorito a quien se fomentaba y procuraba completar en un pie de fuerza que sobrepujara a todos, lo que advertido por el Comandante de Granaderos, le tenía poco adicto a las disposiciones de su hermano, y tuvo que trabajar en componer las discordias que de esto se originaron, el padre de ambos, don Ignacio de la Carrera.

33. TALENTO POLÍTICO Y REVOLUCIONARIO DE JOSÉ MIGUEL CARRERA. ACTUACIÓN EN ESPAÑA. Es innegable que el Comandante de Húsares tenía más talento político y revolucionario que cuantos individuos se habían declarado en Chile por la revolución, y por consiguiente, sus ideas y medidas prevalecían forzosamente contra todas las maquinaciones de sus contrarios, siendo más fecundo en arbitrios y más diestro y activo en combinar y manejar los resortes y medios más proporcionados a sus fines.

Gozaba la ventaja de haberse hallado en la revolución y guerra de la Península, en donde había obtenido el empleo de Sargento Mayor de Húsares y combatido muchas veces con los ejércitos de Napoleón, y en aquella escuela había aprendido lo que sus paisanos ignoraban, pudiendo ser rey en la tierra de los ciegos.

En efecto, sabía ser ambicioso y vencer las dificultades que embarazaban sus designios.

34. CARRERA DERRIBA A J. MARTÍNEZ DE ROZAS. 8 DE JULIO DE 1812. En estos, días añadió una nueva prueba de esta verdad, derribando a su mayor rival y enemigo el Doctor Martínez de Rozas, con quien dejamos ya dicho había ajustado tratados de paz, quedando aquél con el gobierno de la provincia de Concepción, y éste con la de Santiago.

Desde dicho ajuste estaban las dos provincias acordes y en amistosa unión y correspondencia, de cuya ocasión se valió Carrera para intrigar con algunos oficiales del batallón de Concepción, persuadiéndoles formasen allí una contrarrevolución, deponiendo a Martínez de Rozas y a toda la Junta, y remitiéndolos reos a esta capital.

Algunos afirman que no tuvo parte en esta mudanza, y que el hecho se originó del descontento de los oficiales.

Sea lo uno o lo otro, así se verificó la noche antecedente al día 8 de julio, en la que distribuyendo el Gobernador don Pedro José Benavente fuertes partidas de tropas en los lugares principales de la ciudad, fueron asegurados en diferentes puntos el Doctor Martínez de Rozas, los restantes vocales de la Junta, el Comandante del Batallón don Francisco Calderón, que era el principal defensor del partido de Martínez de Rozas, el Procurador de Ciudad Garay y don Antonio Mendiburu, con algunos otros de menos nota.

Sustituyóse inmediatamente un nuevo gobierno, que consistía en un Consejo de Guerra compuesto de cinco oficiales a saber: Don Pedro José Benavente, Presidente; don Juan Miguel Benavente, don Ramón Jiménez Navia, don José María Artigas y don Luis Garretón, Secretario.

35. PARTIDARIOS DE MARTÍNEZ DE ROZAS EN SANTIAGO. De todo se dio parte con un expreso a la capital pidiendo determinasen el destino que se debía dar a los reos y el modo con que debían ser conducidos.

El efecto que causó en la capital esta novedad, fue correspondiente a los diferentes afectos de los revolucionarios.

Existía en ella un grande partido adicto al doctor Martínez de Rozas, y aunque vencido y abatido, no carecía de influjo en el Gobierno, conservando en su ínterin algunas esperanzas afianzadas en las variaciones de los tiempos.

Por esta razón se respondió al Consejo de Guerra de Concepción aprobando su conducta, con un oficio más pomposo y afectado, y se dispuso la pronta conducción de los reos, advirtiendo al Consejo de Guerra que en sólo el Presidente reside la facultad gubernativa ordinaria, y que para los casos graves y extraordinarios procederá con consulta del Consejo.

36. ANTECEDENTES DE LA CONTRARREVOLUCIÓN DE CONCEPCIÓN QUE OCASIONÓ LA CAÍDA DE MARTÍNEZ DE ROZAS. Convendrá ilustrar al lector desprevenido con la presentación de algunos documentos que le permitan formar juicio acerca de las maquinaciones de Carrera y de Martínez de Rozas. Léase la contestación oficial del primero, de 27 de abril, sobre sus amistosas intenciones respecto de Concepción y del Doctor Martínez de Rozas. Dice:

Véase ahora la contestación a una carta particular dirigida al parecer al propio Martínez de Rozas, la cual está llena de seducciones. Se encuentra concebida en la forma siguiente:

Las opiniones del doctor Martínez de Rozas en toda esta larga disputa, se coligen del oficio que es del tenor siguiente.

Es de este mismo tiempo la siguiente Proclama:

Por último, he aquí una relación de las novedades ocurridas en Concepción del 8 al 23 de julio de 1812.

37. POSIBLES CONSECUENCIAS DE LA CAÍDA DE MARTÍNEZ DE ROZAS. Mucho campo perdía el sistema de la revolución de la Independencia con la caída de su primitivo y principal fundador, aunque tanto adelantaba en su plan ambicioso Carrera. Conocían bien este atraso los insurgentes, y tomaron mayor empeño en sostener al caído como columna tan fuerte para mantener el edificio de la libertad. Martínez de Rozas, desde su prisión no se descuidó en persuadir a Carrera y al Gobierno, que el trastorno ejecutado en aquella provincia tenía por objeto la ruina del sistema, y que el nuevo Consejo de Concepción, acorde con aquel ilustrísimo Obispo, disponían pedir auxilio al Virrey de Lima para restablecer el antiguo Gobierno.

Nada había más inverosímil ni más imposible que este pensamiento; pero esto no obstante, se procuraba animar esta idea con los colores más vivos, hasta que o se afectó creíble, o se concibieron sospechas y desconfianzas con aquel Gobierno.

38.DESTINO DE MARTÍNEZ DE ROZAS Y DE SUS COMPAÑEROS. Los reos de la extinguida Junta fueron conducidos a esta capital, y desde ella confinados a diferentes destierros, pero con el doctor Martínez de Rozas se tuvo la consideración de que viniera sin más escolta que la de un oficial, con toda la comodidad y libertad posible, hasta que llegando a distancia de seis leguas de la capital sufrió el inesperado desaire de intimársele un oficio del Gobierno mandándole fuese confinado a la estancia de San Vicente, nueve leguas al oeste de la ciudad.

39. LA POLÍTICA DEL GOBIERNO EN LA PROCLAMA DIRIGIDA A LOS HABITANTES DE CONCEPCIÓN. La proclama que se despachó a Concepción para calmar los movimientos ocurridos con este motivo, es documento que me parece debe ocupar este lugar, pues desde sus primeros rasgos declara los intentos del Gobierno.

40. INTRIGAS CERCA DE MARTÍNEZ DE ROZAS. ES DESTERRADO A MENDOZA. La corta distancia del lugar en que residía el Doctor Martínez de Rozas, daba ocasión para que le visitasen muchos sujetos de la capital, que como a Oráculo acudían al apóstol de la nueva subversiva doctrina.

Entre otros muchos, fue honrado con el trato del fingido Cónsul bostonés, y verdadero espía y emisario de Napoleón Monsieur Brefon, quien admirado de hallar tanta conformidad en los proyectos revolucionarios se dijo haber convencido a Carrera para que le diese parte en el gobierno.

Divulgose misteriosamente esta noticia, y notándose mucha repugnancia en el común de las gentes, y en especial del Comandante de Granaderos que ofrecía resistirla con toda sus fuerzas, se tuvo por necesario intimar a Martínez de Rozas saliese del reino, lo que ejecutó pasando la cordillera, y retirándose a Mendoza su natural patria.

Este fin tuvo la intrincada y ruidosa competencia de los dos principales aspirantes, que con facilidad fue vencida por el astuto Carrera, y sólo nos dejó el juicio pendiente acerca de cual de los dos fue peor.

41. JUICIO SOBRE CARRERA Y MARTÍNEZ DE ROZAS. Mi parecer apoyado de la parte más sana y numerosa del reino, está en favor de Carrera, pues aunque éste en lo sucesivo ha dejado tan mala memoria a la posteridad, no tiene duda que el otro descubría ideas más crueles y sanguinarias, que aunque las deseó poner en ejecución nunca pudo por menos hábil en combinarlas, y lo principal, porque Dios no le permitió la facultad.

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Notas

[1] Vice cónsules fueron Mateo Arnaldo Hoevel y Remigio Blanco (N. del E). Volver .