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Fuentes Bibliográficas
Julio Bañados Espinosa. La Batalla de Rancagua. Sus Antecedentes y sus Consecuencias
Capítulo XIV

CAPÍTULO XIV
O’Higgins hace construir trincheras en Rancagua.- Carrera manda fortificar la Angostura de Paine.- Se envía al capitán Freire y a Cuevas a reconocer al enemigo.- Se unen las dos primeras divisiones del ejército patriota.- Se ocupan los vados principales del Cachapoal.- Marcha de Osorio.- Cruza el ejército realista el río.- Juan José Carrera se encierra en Rancagua.- O’Higgins se encierra tras él.- Derrota y fuga de la caballería de Portus.- Plan de Osorio.- Número exacto de los defensores de Rancagua.

 

En cumplimiento del plan adoptado, O’Higgins ocupó la villa de Rancagua el 20 de setiembre y procedió a construir trincheras de adobe.

José Miguel Carrera, por su parte y en previsión de que en curso de los acontecimientos pudiese adoptarse su proyecto primitivo, dio orden al ingeniero Isidro Pineda de fortificar con dos baterías la Angostura de Paine. El 13 de setiembre dio comienzo a estos trabajos de defensa.

Antes de estos sucesos, O’Higgins había enviado 50 dragones al mando del bravo capitán Ramón Freire a fin de reconocer al enemigo. Este osado oficial cruzó el Cachapoal y a galope tendido llegó hasta San Fernando en cuyo lugar tuvo que detenerse y más tarde replegarse por haber llegado al mismo pueblo la vanguardia realista en su marcha ascendente hacia la capital. Vuelto Freire se unió en Rancagua con 150 milicianos mandados por el teniente coronel Bernardo Cuevas y ambos oficiales siguieron sus osadas exploraciones espiando sin cesar con ojo alerta los movimientos de los realistas, dando aviso de lo que creían de alguna utilidad para los jefes patriotas y acechando hasta los más ocultos pasos del ejército de Osorio.

El 21 de septiembre lo dedicó O’Higgins a estudiar con detención los pasos del Cachapoal, a preparar las circunstancias especiales del terreno y a colocar algunas partidas de caballería en los vados principales.

Una vez que la 2ª división llegó a los alrededores de Rancagua, O’Higgins fue en persona a ver a Juan José Carrera para discutir con él los mejores medios para defender el paso del Cachapoal. Al efecto, ambos jefes hicieron un minucioso reconocimiento en las dos orillas y en el cauce del río, acordaron después de detenido examen que la primera división defendiera el vado de la Ciudad, la segunda el de los Robles y la tercera el de Cortés o las Quiscas.

Mientras mandan comunicar a José Miguel Carrera esta determinación para que ordene a Luis que vaya con sus tropas a ocupar el punto que se le había designado en la defensa del Cachapoal, hacen que el capitán Rafael Anguita se dirija con veinte dragones al vado Cortés para estar de observación y para dar inmediato aviso de cualquiera cosa digna de tomarse en cuenta.

El 30 de octubre en la tarde, O’Higgins y Juan José Carrera estaban con sus divisiones en sus puestos respectivos, y la 3ª permanecía fija y en descanso en los Graneros o Bodegas del Conde, a tres leguas de Rancagua. Muy luego una noche oscura como una tumba cubre con sus negras sombras el horizonte y los campamentos. El silencio que reina por doquier es sólo interrumpido por el veloz correr de las turbias aguas del Cachapoal sobre su cauce pedregoso. No hay una estrella en los cielos ni una fogata en los vivac.

Osorio, que había levantado su campo ese mismo día, se propuso cruzar el río al amanecer para no ser sentido ni molestado por los patriotas. Después de haber conferenciado con los conocedores del terreno y con habitantes de la vecindad, ordenó al ejército que intentase el paso por el vado de Cortés.

Las cuatro divisiones realistas, fuertes de cinco mil hombres, rompieron la marcha en perfecto orden y simetría desplegadas en compactas columnas de ataque y guarnecida por compañías ligeras de caballería. La formación era como en día de parada en un campo de maniobras. A la cabeza de la vanguardia reconocían el camino y servían de batidores 50 granaderos mandados por el capitán Joaquín Magallar; seguían, doscientos pasos más atrás, 25 Zapadores de Talaveras a las órdenes del subteniente Domingo Miranda, y sucesivamente a iguales distancias marchaban los Húsares de la Concordia de Barañao, las cuatro divisiones con sus cañones y municiones, y cerraban la retaguardia del ejército el escuadrón carabineros de Abascal dirigido personalmente por el experto y activo Ildefonso Elorreaga, y además una pequeña partida de Dragones. Los flancos de las columnas en movimiento eran protegidos por grupos de caballería que caminaban a un cuarto de legua de ellas. Era prohibido fumar, hablar en alta voz, prender fuego y abandonar las líneas respectivas.

Quien hubiera mirado a esas horas por el lado sur del Cachapoal no habría divisado en medio de las densas tinieblas de la noche más que negras masas que se agitaban en orden regular y casi matemático, y no habría escuchado otro ruido que el que producen las patas de los caballos, las ruedas de los cañones y los pies de los saldados al chocar con las piedrecillas y guijarros que cubren las riberas de un río.

Reconocido el vado de Cortés o las Quiscas por las avanzadas, el ejército realista cruza el río sin ser sentido por los patriotas i sin obstáculo de ningún género. Sólo al amanecer del 1º de octubre, cuando las primeras luces de la mañana comenzaban a despuntar en el horizonte i cuando las primeras sonrisas de la aurora se dibujaban en el cielo, el capitán Anguita percibe el movimiento efectuado por el enemigo i da aviso inmediato a O’Higgins. Este a escape manda a José Samaniego para que informe de lo sucedido al general en jefe, informe que se dio en estos términos: “el General O’Higgins me encarga diga a Ud. que el enemigo ha pasado el río por el vado de abajo. Que ha mandado salir los Dragones para contenerlo y que se dispone a encontrarlo, para lo que ha avisado al comandante de la 2ª división para que lo sostenga”.

No contento con esto, pocos momentos después, O’Higgins hace decir a Juan José Carrera que se junte a la primera división i manda a su ayudante Juan de Dios Garay para que de nuevo se dirija al general en jefe para darle detalles de lo sucedido (1).

Osorio, al encontrarse a la orilla opuesta, ordenó que su ejército se colocase en dos líneas de batalla apoyando la derecha en el río. Mandó también que una partida de caballería a las órdenes del teniente coronel Pedro Asenjo y otra a las del capitán Leandro Castillo, de cien hombres cada una, fuesen por la izquierda a amagar las líneas patriotas, mientras el grueso de las tropas invasoras tomaba reposo y se preparaba para la gran batalla. Después de corto descanso, en espesas columnas por divisiones rompieron de nuevo la marcha y dieron comienzo a un rápido movimiento de avance con el ánimo preconcebido de envolver a Juan José Carrera, cortarle la retirada e impedirle la unión con su hermano Luis.

Creyendo O’Higgins que el propósito de Osorio era lanzarse contra la 3ª división patriota que tenía su campamento en los Graneros de la hacienda de la Compañía, brilló en su mente como un rayo de esperanza la idea de dejar marchar al enemigo para caer en seguida a fondo sobre su retaguardia y tomarlo así entre dos fuegos. Para que el general en jefe de los insurgentes no fuese sorprendido con estas maniobras, O’Higgins encargó a su ayudante Juan de Dios Garay que le dijera lo que había y le impusiera de los propósitos aparentes de los realistas, para que tomara sus precauciones (2).

Pero los inspiradores de Osorio eran muy experimentados y cautos para envolverse con sus propias manos en una red de fuego. Al hacer el hábil movimiento convergente que confundió al general patriota, se proponían evitar la unión de las dos primeras divisiones con la 3ª y obligarlas a encerrarse en Rancagua. Por eso, arrastrándose como colosal serpiente hacia el norte, el ejército realista que ocupaba vasto espacio de terreno, se apresuró a tomar posesión de los caminos que unían el pueblo mencionado con la capital, impeliendo así a O’Higgins y a Juan José Carrera a replegarse casi en desorden a las trincheras de la ciudad (3).

El despliegue y avance del ejército realista, hecho con una maestría y destreza admirables, fue por demás imponente.

En estos preliminares de la batalla, fue cuando el coronel Portus, jefe de los 1.253 milicianos de Aconcagua pertenecientes a la 2ª división, al replegarse ésta sobre Rancagua con Juan José Carrera, se vio bruscamente separado del resto del ejército y entonces, perseguido de cerca por las avanzadas enemigas, dio grandes rodeos y al fin sus soldados se dispersaron y huyeron en pleno desorden en dirección a la Bodegas del Conde en donde estaba el General en jefe patriota con la 3ª división.

Este era un triste presagio, y entre los antiguos habría sido mirado como un augurio fatal que habría hecho vacilar y ¡quién sabe si huir! a toda una legión romana; pero los defensores de Rancagua sabían que cuando es preciso defender la patria, no hay ni presagios ni augurios, sólo hay fuego en el corazón, coraje en el pecho, fuerza en el brazo y fe inextinguible en el alma.

Hay que restar, pues, del número de defensores de Rancagua, los 1.253 milicianos de Portus. Esta pérdida reducía las divisiones de O’Higgins y de Carrera a sólo 1.903 hombres, que se descomponían así: 168 artilleros al servicio de nueve cañones, 424 soldados de caballería entre dragones y milicianos, y 1.311 infantes entre granaderos i reclutas (4).

Teniendo el enemigo 5.000 plazas, el combate iba a iniciarse a razón de un patriota contra cerca de tres realistas.

 

Notas

1. Estos datos por demás minuciosos los hemos tomado del Diario de Carrera, y de los Apuntes de don Juan Thomas publicados en la Vida del general O’Higgins por el señor Vicuña Mackenna. Pero no ha dejado de llamarnos la atención lo que el mencionado Thomas dice en los siguientes acápites:

“A las nueve de la noche llega al cuartel general de O’Higgins situado en el vado de la ciudad, un espía con la noticia de que Osorio intentaba pasar el río aquella misma noche, pues había dicho a su Estado Mayor: mañana comeremos en Rancagua. En el acto da aviso a Carrera con su ayudante Garay le ruega envíe la división de su hermano Luis al vado de Cortés que está desguarnecido, pues sólo lo ocupa el capitán Anguita con veinte Dragones.

“A las doce de la noche le avisan las avanzadas de aquel vado que el enemigo amaga pasar el río en esa dirección.

“Al amanecer llega otro dragón con la noticia de que el enemigo ha comenzado ya a pasar por aquel vado.

“El general O’Higgins trasmite inmediatamente este aviso al general en jefe, rogándole se acerque a la ribera del río para presentar batalla al enemigo según el plan acordado con Juan José Carrera”.

No hemos encontrado prueba alguna que pueda autorizar lo que sostiene el señor Thomas, que en el fondo es un ataque contra O’Higgins por no haber colocado su división en el vado de Cortés apenas tuvo conocimiento de que Osorio pensaba cruzarlo, y también es un grave cargo contra el general Carrera por no haberse dirigido en el acto con la tercera división a ocupar dicho punto estratégico, que se la había señalado con anticipación por los jefes de la 1ª y 2ª Esto nos faculta a no aceptar dichos cargos y a creer que O’Higgins sólo tuvo al amanecer, y cuando ya los realistas habían pasado el río, conocimiento de esta operación.

2. Carrera en su Diario da cuenta en estos términos de la circunstancia que recordamos: “A poco andar recibí oficio de don Juan de Dios Garay, ayudante de O’Higgins, noticiándome a nombre de su jefe, que todo el ejército enemigo había pasado en la noche. Que la dirección de la columna era como para atacar la tercera división, y que los Dragones y la caballería de Aconcagua les picaban la retaguardia. Por este parte hizo alto la columna, se rompieron cercos, se formó la línea de batalla, se avanzaron guerrillas para reconocer al enemigo y los húsares formaron la vanguardia para sostenerla”.

3. También nos ha llamado la atención en sumo grado lo que Juan Thomas, en sus bellos apuntes sobre la batalla de Rancagua, dice acerca de estos preliminares:

“Día 1º de octubre. Luego que amanece, y descubriendo que a su frente sólo amaga pasar el río una guerrilla destinada a encubrir el movimiento del enemigo sobre el vado del Cortés, el general O’Higgins se pone en movimiento por la ribera a reunirse con Juan José Carrera en su posición de los Robles.

Mas, con gran sorpresa, encuentra que la decisión de aquel se ha retirado. Conjetura que lleva la dirección del pueblo, porque el enemigo, pasando por el vado de Cortés, se ha interpuesto entre esta división y la de las Bodegas (la 3ª). Para cerciorarse se adelanta hacia el vado de Cortés y avista al enemigo formado en batalla, habiendo pasado el río todos sus cuerpos sin la menor resistencia.

Frustrado el plan de defender el río que había sido su objeto favorito, el general O’Higgins vacila sobre si debería replegarse a las divisiones de José Miguel y Luis Carrera, tomando el camino de Chada, o sobre la de Juan José que supone encerrada en la villa. En estos momentos y cuando sus guerrillas comenzaban a empeñarse con las del enemigo, llega a galope tendido el capitán Labbé, ayudante de Juan José Carrera, y le da aviso de que este se encuentra encerrado en el pueblo y le llama en su socorro”.

Estos datos se contradicen con el plan que tenía O’Higgins de encerrarse en Rancagua, para lo cual había levantado trincheras y tomado precauciones desde el 20 de setiembre, y parecen querer probar que la causa del repliegue a dicha ciudad fue Juan José quien, abandonando el vado de Robles, se fue con su división desde temprano a la villa y a la vez había mandado suplicar a O’Higgins que fuese en su socorro.

4. El señor Barros Arana sostiene que “O’Higgins no tenía a sus órdenes más que mil setecientos hombres entre artilleros, dragones e infantes”. Hay que tener presente que este escritor no sigue el número que Carrera da a las divisiones patriotas en su Diario y que nosotros hemos seguido; pero aún así creemos que hay un error de cuentas en su obra. Según él la 1ª división constaba de 1.100 hombres y la 2ª de 1.800 y las caballerías que con Portus huyeron 1.153. Restando de 2.000, suma total de ambas divisiones, los 1.153 milicianos, da un total de 1.747 y no 1.700 como dice el señor Barros.