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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Guillermo Tupper. Diario de Campaña. 1823-1828
IV. Levantamiento O'Higginista de Chiloé en 1826.

IV. Levantamiento O’Higginista de Chiloé en 1816.

El 27 de mayo de 1826 llegó a Valparaíso, viniendo de Chiloé, el mayor Jerónimo Valenzuela del batallón Nº 4, con la noticia de haberse verificado en la isla una revolución a favor del ex Director O’Higgins. Entiendo que don Pedro Aldunate, hermano del Gobernador de Chiloé, el coronel don Santiago, llegó a San Carlos el 25 de abril, comisionado para realizar un levantamiento de tropas. Este objeto se llevó a cabo el 3 de mayo a las dos de la mañana. El comandante de Artillería, teniente coronel Manuel Fuentes, encabezó el motín y el capitán Olivares fue nombrado comandante del batallón Nº 4.

El coronel Aldunate fue hecho prisionero el mismo 3 de mayo, y, obligado a embarcarse en la Livonia, llegó a Valparaíso en los primeros días de junio.

Era evidente la necesidad de destruir la semilla de la disolución y de poner punto final a esta revolución con mano fuerte. El Gobierno indicó el 6 de junio al graduado teniente coronel Tupper que se embarcara hacia Chiloé, a objeto de cumplir ese designio. Este dejó Santiago el 9 de junio y llegó a Valparaíso el 14, al mando de sus tropas, compuestas por las compañías de granaderos de los batallones Nº 1, Nº 7 y Nº 8, de ochenta y cinco hombres cada una, y de una compañía regular Nº 1, a, con sesenta hombres más. Debían viajar a bordo del bergantín de guerra Aquiles y del transporte Resolución. El coronel Aldunate fue nombrado Comandante en Jefe de la expedición y el coronel Picarte, Gobernador de Valdivia, segundo en el mando.

En el trayecto a Valparaíso tuvimos como quince desertores, pero las tropas estaban dotadas en general con excelente ánimo, el mejor de todos para efectuar las intenciones del Gobierno.

Por cierto, se tienen muchas esperanzas en la oposición del pueblo de Chiloé a los sublevados del Nº 4, pues sin la convicción de controlar un gran partido en el Archipiélago sería una locura intentar la pacificación de este levantamiento con tan pocas fuerzas.

Dejamos a Valparaíso el domingo 25 de junio de 1826. A bordo del bergantín Aquiles, comandante Wooster, se embarcaron el coronel Aldunate y coronel Picarte, con las compañías de granaderos del Nº 7, unos ochenta hombres, y seis u ocho artilleros. A bordo de la Resolución se embarcó el graduado teniente coronel Tupper, con tres compañías:

Granaderos del batallón Nº 1, 71 hombres.
Granaderos del batallón Nº 8, 97 hombres.
2ª compañía del batallón Nº 1, 55 hombres.
Artillería, 9 hombres.
Total: 232 hombres.

En la mañana del 27 se había perdido de vista el Aquiles y nuestra Resolución prosiguió su viaje con rumbo al sur.

El 28 de junio en alta mar, el señor Huddlison, especie de oficial de señales que había sido puesto a bordo de la Resolución por el comodoro Wooster, dio a conocer las instrucciones que le habían impartido. Según ellas, en caso de separación de ambos buques, debíamos dirigirnos con rapidez hacia el Morro González, punta prominente a la entrada sur de la bahía de Valdivia, cruzar allí durante cinco días en busca del Aquiles y si nada sabíamos de él dirigirnos a Chiloé. Mis propias instrucciones me señalaban lo mismo y que, si no encontraba al Aquiles, procediese a tomar el fuerte de Chacao en Chiloé e intentara levantar esa provincia en favor nuestro. El tenor de las instrucciones de Huddlison no me ha sorprendido poco. Es evidente que se ha ordenado a la Resolución que cruce por Valdivia para dar una oportunidad al coronel Picarte de ver a su mujer. Me llama la atención la debilidad de Aldunate al permitirse esta disposición. Si resultase cualquier contratiempo debido a ello, se dirá ciertamente que el coronel Aldunate tiene pocos deseos de llegar a Chiloé en este invierno, y las sospechas que contra él tienen muchos en Santiago aumentarían su falta.

Sábado, 8 de julio de 1826.
El jueves por la noche llegamos al punto de espera frente a Valdivia, estando fuertemente impelidos hacia el norte y soportando una lluvia intensa. No podíamos acercarnos a la costa. Ninguna observación se ha hecho en estos cuatro días. En la mañana del 8 ha habido toda vía una fuerte brisa del norte acompañada de chaparrones. No se ha hecho tampoco observación alguna. Como a las tres de la tarde el viento torció al S. O. El día siempre muy oscuro y nublado. No se divisa tierra. Sin embargo, suponiéndonos a distancia de diez o doce millas de la costa, viramos y salimos mar afuera, halando y dando al buque la dirección O. N. O.

A las seis de la tarde se tomó medida del agua potable que había a bordo y se encontraron solamente 2.880 galones. Es decir, 17 días con agua para 336 personas, a saber:

Soldados: 232.
Reos Convictos: 34.
Mujeres: 21.
Oficiales: 21.
Tripulación: 28.

A medio galón por día cada uno, cantidad que es bien pequeña, considerando la índole de nuestras provisiones, que consisten en habas y charqui.

Llamé juntos al capitán y al señor Huddlison para consultar las medidas que debíamos tomar, estando todos conformes con marchar pronto a Chiloé a fin de arribar a la isla antes de que se terminara la provisión de agua. Se determinó poner esta idea en ejecución de inmediato y recoger tanta agua de lluvia como fuera posible por mecho de las velas extendidas.

El 9 hicimos observaciones y nos encontramos sobre el Cabo Quidal. Nunca pensamos que estuviésemos tan al sur; luego nos dirigimos directamente a Chiloé aprovechando una hermosa brisa del este. Llegamos a vista de la isla como a las cuatro de la tarde. Antes de oscurecer arribó también un buque desconocido, que se dirigió hacia nosotros. Con extraordinaria sorpresa descubrirnos que era el bergantín Aquiles.

El 10 de julio continuaron las brisas del este. El día estuvo magnífico. Habiendo comido a bordo del Aquiles supe que no había entrado a Valdivia. Y todo porque el coronel Aldunate hacía responsable de la escala a Wooster, quien no quiso tomarla sobre sí.

11 de julio de 1826.
Viento este. Día muy hermoso.

A las diez de la noche se reunió a la Resolución el capitán [Juan] Williams, comandante del fuerte de San Carlos. Después de haber visto a los buques, se acercó para reconocerlos y se mostró muy contento al comprobar quiénes éramos. Como ha sido siempre fiel al coronel Aldunate, quedó bajo sus órdenes por expreso deseo de Williams. Su lancha es una embarcación excelente y monta en la proa un cañón de a 4.

12 de julio de 1826.
Viento este. Día bonito.

A las siete de la tarde la Resolución se vio obligada a salir muy al este de la isla de San Sebastián, corriendo la marea hacia afuera tan fuertemente que nos era imposible resistirle. A las doce de la noche intentamos volver con el flujo.

Por mal manejo nuestra ancla no estuvo fuera de proa antes de las cuatro de la mañana del 13. Antes que pudiéramos alcanzar al Aquiles este buque ya permanecía anclado a sotavento de la costa opuesta. La marea menguante volvió y nos llevó tan aprisa sobre la isla de San Sebastián que apenas tuvimos tiempo para desamarrar el ancla. Salimos afuera teniendo un peligroso arrecife a sotavento y continuamos en una inminencia de perder el buque y nuestras propias vidas hasta las diez, cuando afortunadamente dejamos a un lado el arrecife gracias a que cedió nuestra anda por la rotura de sus lengüetas.

El 13 de julio, al ponerse el sol, fondeamos junto a la isla de Lacas.

Recibí órdenes del coronel Aldunate de atacar el castillo de Chacao con cien hombres. Dejé el barco a las doce de la noche con la compañía de granaderos del Nº 8 y veintiséis hombres del Nº 1, por todo cien soldados. Desembarqué junto a la batería de Remolinos a las dos de la mañana del 14 de julio y sorprendí en el fuerte a siete artilleros, uno de los cuales me informó que veinticinco hombres del Nº 4 habían salido a las siete de la tarde desde Chacao hacia la batería de San Galán. Esta ocupa una fuerte posición en el camino de Lacao a Chacao, estando Remolinos a su retaguardia.

Inmediatamente me puse en marcha con intención de sorprenderlos. La distancia es de apenas dos leguas, pero el sendero es el más terrible que jamás he pasado. Después de grandes esfuerzos llegamos a la batería como a las cinco de la mañana. Éramos sólo veinte hombres, habiéndose dispersado y perdido entre los bosques el resto. Cuando llegamos cerca de las fogatas me adelanté sólo con el guía, y, no percibiendo a ningún centinela por el lado de tierra, conduje luego a mis soldados y los tomé completamente por sorpresa. Los pobres diablos pidieron perdón muy pronto. Cinco o seis fueron heridos; tomamos prisioneros a un oficial y diecisiete subalternos del Nº 4, aparte de unos veinticinco chilotes que los acompañaban como milicianos. De su equipo tomamos veinte fusiles, ocho o diez sables y un tambor.

Acto seguido me volví a Remolinos, desmontando tres piezas de a 24 y marché a continuación a posesionarme de Chacao. Habiendo reunido ya casi todos mis hombres, la guarnición de ese castillo, compuesta por ocho revoltosos negros del Nº 4, huyó apresuradamente ante nuestra proximidad. Allí encontré dos piezas de a 20.

En la tarde del 14 anclaron bajo los cañones de Chacao el bergantín Aquiles y la Resolución, desembarcando luego el coronel Aldunate. Los chilotes afluían de todas partes y parecían de corazón ser de nuestra causa.

15 de julio de 1826.
Gran cantidad de chilotes se presentaron ante Chacao y ofrecieron unirse contra los revolucionarios. Se nos adhirió el comandante de Carelmapu, que puede disponer de cuatro compañías de milicia de infantería y dos escuadrones de caballería.

Domingo, 16 de julio de 1826.
Se nos unió el comandante del partido de Calbuco, Téllez, quien tiene a su disposición siete compañías de infantería. Se mandó escoger ciento cuarenta de sus mejores hombres para ser incorporados a nuestro contingente. Nuestras compañías han aumentado mucho en número. Los granaderos del batallón Nº 1 son ahora noventa y cinco, los del Nº 7 son ahora noventa y seis, y, finalmente, los del Nº 8 son ciento nueve.

Se interceptó una comunicación de Reyes, Gobernador de Osorno, a Fuentes, caudillo revolucionario de Chiloé. Parece que Osorno se ha declarado en favor de O’Higgins.

17 de julio de 1826.
Como a las doce de la noche pasada nos alarmamos falsamente creyendo que se acercaban las cañoneras del enemigo. Sin embargo, poco después, oímos voces anunciando que nos traían algunos cañones.

Alrededor de las dos de la mañana llegaron dos chilotes con la noticia de que había fondeado un buque en Racao. Inmediatamente se despachó un observador para saber de qué barco se trataba. Pronto volvió con la noticia de que era un gran cúter y cuya cañonera se había separado de su costado y venía hacia nosotros. Esta llegó poco después a Chacao y nos sorprendimos agradablemente al saber por el capataz que la mandaba que en el fuerte de Agüi se había verificado un levantamiento general en favor nuestro. Que los tres oficiales allí estacionados habían sido traídos prisioneros en el cúter y que no venían las demás cañoneras por no haber suficientes remeros para ellas.

A las diez de la mañana de hoy fue traída por siete chilotes una bellísima embarcación perteneciente a la Gobernación de Chiloé, en la que se habían escapado de Fuentes. El capitán La Rivera fue enviado con sesenta hombres de la compañía de granaderos del Nº 7 y veinte artilleros a posesionarse del fuerte de Agüi. Parece que Fuentes ha hecho en este castillo su depósito de provisiones y municiones, habiendo planeado retirarse hacia Agüi si es forzado en San Carlos y mantenerse allí hasta recibir socorros del Perú o entrar, al fin, en capitulación con nosotros.

Como a las cinco de la tarde vinieron a Chacao entre cuarenta o cincuenta habitantes de San Carlos, informándonos que la ciudad estaba en la mayor confusión y que hasta las mujeres habían abandonado sus casas. Al poco rato llegaron a Chacao trece artilleros con sus respectivas carabinas y sables. Fuentes no tiene actualmente ni un solo artillero consigo.

El comodoro Wooster trajo a tierra otra comunicación venida desde Osorno y que había sido interceptada; su contenido variaba muy poco del de la primera.

18 de julio de 1826.
Cerca de las dos de la mañana volvió de Castro el capitán Williams, después de haberse comunicado con el capitán Riveros. Trae noticias muy favorables respecto a la disposición de los habitantes del interior de la isla hacia nosotros.

El cúter cañonero llegó de Agüi con cuatro oficiales tomados por sorpresa en ese fuerte, al dirigirse hacia ese castillo ignorante de la contrarrevolución en favor nuestro. Sus nombres son: capitán Henríquez del Nº 4, capitán Burgues y tenientes León y Pizarro de la Artillería. Todos fueron confinados a bordo del Aquiles.

En la noche fue traída de San Carlos una comunicación de paz. Pero como venía oficialmente del Gobierno de Chiloé, fue devuelta sin abrirla. Asimismo se devolvió cerrada a su lugar de origen otra comunicación venida oficialmente del Gobierno Civil de San Carlos.

19 de julio de 1826.
Por la mañana temprano llegaron del partido de Calbuco a Chacao ciento cuarenta hombres, que fueron armados con fusiles inmediatamente. Como a las once la columna de granaderos llegó a Chacao para acudir luego hacia Agüi. Los ciento cuarenta calbucanos fueron enviados también en piraguas a Pudeto.

Agüi, 20 de julio de 1826.
Llegó una carta insolentísima de los oficiales del Nº 4, ofreciendo entregarse sin resistencia si se les confirmaban sus empleos. Fuentes nos envió otra proponiendo entregar la ciudad de San Carlos con tal que se le perdonase la vida. A ambas comunicaciones se dio una respuesta similar: que no se entraba en tratados y que se exigía una rendición a discreción.

En la mañana del 20 me trasladé con la columna de granaderos desde Agüi hacia San Carlos. Se vieron flotar en las inmediaciones varias banderas blancas. El capitán Silva, de la Artillería, fue enviado adelante a recibir las armas y municiones del Nº 4; todo se entregó sin resistencia. La columna de granaderos desembarcó sin oposición. El caudillo Fuentes y los oficiales del batallón Nº 4 fueron hechos prisioneros, concluyendo así felizmente la campaña.

A mi vuelta a Santiago en septiembre encontré que había sido elevado al rango de teniente coronel efectivo, en atención a mis servicios en la expedición reciente a Chiloé.