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La Aurora de Chile
Número 12. Jueves, 1º de Abril de 1813. Tomo II.
Sin título ["Nos el Doctor don Rafael Andreu..."]. El Obispo Andreu y Guerrero ordena a los eclesiásticos que bajo ningún título, causa, motivo ni pretexto, declamen, aconsejen, influyan, etc., contra la justa causa de la América.

Nos el Doctor don Rafael Andreu y Guerrero, por la gracia de Dios, y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de Epifanía, y Auxiliar de las Diócesis de Charcas, Arequipa, Córdoba del Tucumán, Santiago de Chile, y su Gobernador en Sede Vacante, Caballero de la Real y distinguida Orden de Carlos Tercero, etc.

Por cuanto hemos tenido repetidos avisos de personas condecoradas, y timoratas, que algunos eclesiásticos contraviniendo a los preceptos de nuestra sagrada religión, y a los altos fines del sacerdocio declaman, y arguyen no sólo en conversaciones privadas y públicas, más aún en el respetable sacramento de la penitencia contra la justa y común causa que defienden este reino, y la América toda, en uso de unos derechos imprescriptibles e inalienables, concedidos por la misma naturaleza, ocasionando esta conducta, opuesta a la razón y a la lenidad, que es y debe ser el carácter distintivo de los ministros del altar, enemistades, y odios hasta en el interior de las familias, y entre personas unidas con los estrechos vínculos de la sangre, con manifiesto peligro de sus conciencias y felicidad eterna, de la paz, unión y tranquilidad de los pueblos, y de la obediencia, que todo ciudadano debe tributar a las autoridades legítimas, a cuya actividad, celo y vigilancia se han confiado las riendas del Gobierno. Para cortar de raíz el cúmulo inmenso de semejantes males y perjuicios, no menos frecuentes que perjudicialísimos, en desempeño de nuestra primera obligación análoga a nuestras miras e intenciones paternales, ordenamos y mandamos a todos los eclesiásticos seculares y regulares de esta diócesis sin distinción ni excepción de personas, que bajo ningún título, causa, motivo, ni pretexto declamen, aconsejen, o influyan, directa, ni indirectamente contra la justa causa de la América, ya en conversaciones privadas y públicas, ya en la cátedra del Espíritu Santo, y mucho menos en el venerable sacramento de la penitencia, debiendo por el contrario ilustrar a los ignorantes, confortar a los débiles, en cuantas ocasiones se les presentan, y asegurar las conciencias timoratas manifestándoles la armonía y concordia que reina entre la sacrosanta religión de Jesucristo, y el nuevo sistema americano bajo la pena que imponemos a los contraventores por el mismo hecho de suspensión de confesar, predicar y celebrar, y de las demás, que por derecho corresponden a nuestra jurisdicción. Y a efecto de que llegue a noticia de todos, y ninguno alegue ignorancia, se publicará en nuestra Iglesia Catedral, y en todas las de la Diócesis fijándose según estilo en los lugares acostumbrados, y comunicándose con oficio a los prelados de las religiones para su exacto cumplimiento. Dado en nuestro palacio episcopal a 25 de Marzo de 1813.

Rafael, Obispo de Epifanía y Gobernador del Obispado.