Por noticias que llegaron ayer a las tres de la tarde, sabemos lo siguiente: El 20 del pasado quedó la ciudad de Salta por nosotros bajo las capitulaciones, que se imprimirán, y que incluiré, si salen antes que este Extraordinario. Tristán, y todos sus oficiales, bajo juramento de no tomar las armas contra la patria, quedaron libertados, y a tres cuadras de la ciudad vino su ejército con honores de guerra a rendir las armas a nuestro ejército, con la caja militar, y con ella doscientos mil pesos, toda la artillería, municiones, y demás de que se compone un ejército en poder nuestro. Esta gloriosa y completa victoria la ha conseguido nuestro buen Belgrano, y [ha] costado bastante sangre, aunque no ha venido la relación formal de los muertos y heridos. El fuego principió a las cuatro y media de la mañana, habiendo salido Tristán de Salta a encontrar a nuestro ejército, de cuya resulta hizo su retirada a los atrincheramientos de la ciudad, donde se mantuvo en defensa hasta las cuatro de la tarde, que fue cuando se hizo la capitulación.

Ha sido general la alegría con que se recibió esta noticia; al instante se publicó por bando, se hizo una salva general de artillería, la que se repitió al ponerse el sol, y al toque de retreta, con repique de campanas, iluminación y muchos vivas por toda la ciudad, de modo que las gentes casi no se entendían. La plaza de la Victoria, Cabildo y demás balcones estaban de verse. Creemos que nuestro Chile se manifieste generoso y grande como siempre lo ha hecho, en sabiendo estas glorias, que le son comunes.

Los asuntos del ejército de la Banda Oriental están ya compuestos con motivo de retirarse a esta capital el General Sarratea, con Viana y otros cuantos más de su partido; quedando con el mando el Coronel Rondeau, el caballero Artigas, que ya están reunidos, y se espera por instantes la llegada de los primeros. La Asamblea sigue con buen éxito, etc.